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Marzo de 2024
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Opinión y Actualidad

La historia de los hermanos Torrén, una tragedia argentina

Cuatro de los cinco hermanos del futbolista Miguel Torrén fueron asesinados en Rosario. La violencia marginal no tiene freno.

01/06/2023

Por Héctor Gambini
Para Clarín

Cuando este viernes salga a la cancha encabezando la fila de jugadores de Argentinos Juniors -o el miércoles, por la Copa Libertadores, si es que deciden preservarlo por el arrastre de una lesión-, Miguel Torrén tendrá un partido más y un hermano menos.

Estará a sólo tres partidos de ser el jugador con más presencias en la historia del club y lo afrontará, como él dijo, “metiéndole para adelante, porque si me quedo tirado en casa me voy a meter en un pozo ciego del que no voy a poder salir”.

Los Torrén eran seis hermanos pero quedan sólo dos.

Los otros cuatro fueron asesinados en Rosario. El último, este fin de semana.

Su tragedia familiar es una radiografía entre líneas de la sociedad argentina, casi 50 años después de que un chico llamado Diego Maradona asomara al mundo del fútbol en el mismo club donde Torrén ahora es capitán.

La mamá de los Torrén murió antes de que Miguel cumpliera tres meses de vida. Fue electrocutada por el cable de un ventilador.

Los hogares pobres no tienen disyuntor.

La tragedia de esa muerte humilde derivó en un padre trabajando todo el día para alimentar siete bocas y chicos criándose solos, entre la precaria atención de los hermanos mayores y la áspera sinrazón de la calle.

Miguel jugaba a la pelota, enjuto y descalzo, cuando un hombre lo vio, le ofreció ir a la canchita de su club, habló con su papá y se lo llevó a su casa.

El chico terminó quedándose a vivir con esa familia sustituta que, recuerda hoy el jugador, lo salvó.

Los otros hermanos hicieron lo que pudieron.

Uno encontró la muerte baleado mientras iba en una moto. Otro fue asesinado dentro de la canchita de una villa rosarina. El tercero, en una atroz pelea familiar con dos cuñados.

Al último le habría disparado la larga sombra del gatillo narco.

Llamaron a su puerta, abrió y le dieron cinco tiros en el pecho sin decir palabra.

¿Consumía y no pagó? ¿Distribuía y no rindió cuentas? ¿Quiso abrirse y no lo dejaron?

Son las primeras hipótesis policiales sobre su crimen.

La marginalidad acecha y mata de mil formas. El fútbol salva pero sólo a veces.

Maradona tuvo un origen parecido, pero 30 años antes.

El cambio de destino pudo ser un golpe del azar -mientras el padre trabajaba, Diego y sus hermanos sí tuvieron a su madre para cuidarlos-, pero también encierra un dato frío desesperante: hay más chances de morir en Rosario en 2023 que en Villa Fiorito en los 60.

La droga y la violencia en la vida diaria no hicieron más que aumentar desde aquellos años.

Y en aquel entonces una familia pobre estaba más cerca de ascender a la clase media que de desbarrancar a la oscuridad de los márgenes.

Aún todos los chicos iban a la escuela.

Torrén es capitán del equipo del que es hincha el presidente Alberto Fernández.

Su anuncio de que el Ejército iría a Rosario a urbanizar los barrios de emergencia giró tan en el vacío como la inauguración del tren a Mendoza que todavía no llegó nunca.

Promesas incumplidas con consecuencias diferentes.

¿Y los gendarmes que patrullaban la visita de Aníbal Fernández para la TV?

El hermano de Torrén estaba vivo cuando el gobierno fue a Rosario a ocuparse del tema narco “hasta el hueso”, hace dos meses. Ya no.

Cuando llegó Aníbal, el 8 de marzo, Rosario llevaba 65 muertos en el año. Ahora lleva 132.

La degradación social atraviesa décadas y geografías de la Argentina con el filo de una navaja impiadosa.

Los mismos fracasos para afrontar idénticos problemas son un Día de la Marmota exasperante y eterno.

La última ironía es una síntesis histórica.

Torrén es el emblema del único equipo de Primera al que llamamos, simplemente, Argentinos.