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Opinión y Actualidad

Crítica de "Asteroid City", la magia de los actores de Wes Anderson

Wes Anderson presenta en Cannes su nueva película, "Asteroid City", un film bello y absurdo ambientado entre el teatro y el desierto… y filmado en Chinchón.

25/05/2023

Por Manu Yáñez
Para Fotogramas

Wes Anderson solo sabe filmar cartas de amor. Si su primera película, ‘Bottle Rocket’, ilustraba los entrañables sueños criminales de unos jóvenes sin futuro en la América profunda, y la última hasta la fecha, ‘La crónica francesa’, se trasladaba a Francia para homenajear la labor de los periodistas de calle, ‘Asteroid City’, su nueva obra de orfebrería fílmica, se afinca en los límites de la realidad para mirar de frente a la propia creación artística.

La película –una de las más bellas y seguramente la más absurda de la carrera de Anderson– transcurre entre dos territorios reconocibles y a la vez extrañísimos. El primero es el mundo del teatro, aunque filtrado por lo catódico, en cuanto que son unas cámaras de televisión las que nos muestran los entresijos de una delirante producción teatral. Filmada en blanco y negro, esta mitad del film tiene su propio narrador, un Bryan Cranston que, desde un escenario convertido en bambalinas, va presentando las diferentes partes del proceso de creación de una obra escrita por dramaturgo al que da vida Edward Norton. En esta mitad del film, además de hacer espacio para lo queer, Anderson vuelve a hacer gala de su maestría a la hora de extraer jugo humorístico del contraste entre lo ridículo de las situaciones y la absoluta rectitud de sus personajes, criaturas imperturbables, melancólicas y geniales a las que su creador ama con locura.

Y luego tenemos el colorista desierto americano, donde supuestamente se está poniendo en escena la obra escrita por Norton, que consiste en una ensalada de situaciones extravagantes, no necesariamente narrativa, en la que confluyen una troupe de chicos prodigio, una familia que acaba de perder a su matriarca, el estamento militar, y una actriz apesadumbrada (Scarlett Johansson, convertida en una esfinge de labios de carmín). Todos estos personajes son víctimas de una cuarentena provocada por la aparición de una hilarante criatura alienígena a la que da vida, desde dentro de un traje de plástico, Jeff Goldblum. Esta mitad nos regala un retrato optimista de la juventud, una parodia de la América de los años 50 (reconstruida en Chinchón) y el ingreso de Tom Hanks en la familia de Anderson. Y cabe decir que Hanks cumple con lo que más parece importarle al director de ‘Academia Rushmore’: la obligación de que sus actores y actrices reciten sus líneas a toda pastilla, sublimando la velocidad de las comedias de Howard Hawks, Preston Sturges o Billy Wilder.

Las dos mitades de ‘Asteroid City’ se toman la mano desde la distancia, con la parte en blanco y negro haciendo las veces de trastienda de la parte en color. Pero es en la trastienda, en las bambalinas, en las entrañas de la obra, donde Anderson le da significado al sinsentido. Observada a simple vista, la nueva película del creador de ‘Los Tenenbaum’ parece el mayor de los caprichos. Sin embargo, cuando el dramaturgo al que da vida Norton se encuentra con su familia de actores, ya resulta imposible no ver en ‘Asteroid City’ un emocionante autorretrato del compromiso de Anderson y sus actores con la creación escénica. De hecho, el visionado de ‘Asteroid City’ despertó en este crítico el recuerdo de las películas de Jacques Rivette o Matías Piñeiro, creadores de universos cerrados, muy teatrales, en los que la vida se mira en el espejo del arte.

‘Asteroid City’ tiene algo de ejercicio autocomplaciente. ¿Pero qué genio puede librarse de ese pecado? En la mejor escena de la película, el dramaturgo (Norton) intenta inspirar a sus actores pidiéndoles que interpreten a personas dormidas. En un momento de trance colectivo, el grupo empieza a gritar, al unísono, un lema disparatado: “¡No te puedes despertar si no te quedas dormido!”. Enardecida, la pantalla bulle con la pasión soñadora de Anderson, quien sigue haciendo películas con el único objetivo de pasarlo bien e infundir algo de felicidad en nuestros corazones.

Para los que entienden el cine como una búsqueda (perenne) de la felicidad.