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Cáncer de testículo: síntomas y cómo se diagnostica

Se trata de un tipo de cáncer que afecta sobre todo a hombres jóvenes, pero puede desarrollarse a cualquier edad.

25/04/2023

Así como las mujeres están acostumbradas a autoexaminar sus mamas (aunque esa práctica no reemplace estudios como la mamografía para el rastreo de cáncer), los varones deben incorporar desde chicos el conocimiento de sus testículos para detectar cualquier anomalía, afirmaron especialistas consultados en el marco del mes de concientización del cáncer de testículo.

Es que, a diferencia del cáncer de próstata, que es más frecuente a partir de los 50 años y para el que se indica control urológico con el objetivo de diagnosticarlo en forma temprana, el cáncer de testículo (si bien puede desarrollarse a cualquier edad) afecta a los varones principalmente entre los 15 y los 35 a 40 años.

Y las señales de alarma que los llevan a la consulta médica suelen advertirse en la ducha.

"El tumor de testículo es una dolencia que parte siempre del autodiagnóstico", enfatizó Gonzalo Vitagliano, jefe de Uro-Oncología del servicio de Urología del Hospital Alemán de Buenos Aires.

"Por eso es muy importante fomentar en las redes, en los medios de comunicación, que el hombre tiene que hacerse un autoexamen testicular por lo menos una vez al año, algo que es muy fácil de hacer mientras nos higienizamos."

"Afortunadamente, es una enfermedad tratable y con altas posibilidades de curación, por lo tanto, es importante consultar a tiempo para establecer un diagnóstico precoz", sumó María Florencia Colella, del Centro Argentino de Urología (CAU).

Qué es el cáncer de testículo
El cáncer testicular es un cuadro poco frecuente. En Argentina, según las últimas estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer (en base a estimaciones de Globocan), produjo en 2020 poco más de 2000 nuevos casos (el 1,6% de la totalidad de los casos de cáncer).

Sin embargo, debido a que se presenta mayormente en varones jóvenes "su manifestación tiene un alto impacto clínico y emocional para el paciente, la familia y los médicos", destacan desde el Centro del Varón del Hospital Italiano.

Más de 9 de cada 10 casos de cáncer de testículo se originan en las células germinales, que son las que darán lugar a la formación de los espermatozoides (se dividen en dos tipos: seminomas o seminomatosos y no seminomas o no seminomatosos). En menor proporción, también pueden surgir a partir de los otros tipos de células que conforman el tejido testicular, explicó Colella.

Según la Sociedad Americana del Cáncer (ACS, según sus cifras en inglés), la tasa de incidencia del cáncer de testículo ha estado en aumento en los Estados Unidos y en muchos otros países durante varias décadas. Ese incremento corresponde en su mayoría a seminomas (que suelen crecer y propagarse más lento que los no seminomas).

"Los expertos no han podido identificar los motivos para este incremento. No obstante, la tasa de aumento ha disminuido recientemente", afirma un artículo publicado en el sitio de la ACS.

Si bien no hay causas concretas establecidas para el cáncer de testículo, se identificaron algunos factores de riesgo que muestran una "clara asociación con este tipo de tumor", señaló la uróloga del CAU. Entre otros, se encuentran las alteraciones en el desarrollo testicular (como la falta de descenso del testículo al escroto), la presencia de un cáncer previo en la zona y antecedentes familiares.

Cáncer de testículo: síntomas y cómo se diagnostica
La mayoría de estos tumores se diagnostica porque el paciente se palpa un bulto que, generalmente, no produce dolor.

No obstante, en algunas ocasiones puede aparecer malestar o sensación de pesadez en la región genital o en la ingle, así como un aumento de tamaño del escroto. Y, con menor frecuencia, agrandamiento o incremento de sensibilidad en las mamas y dolor abdominal o de espalda, precisó la médica.

Una vez en el consultorio, el examen físico realizado por el especialista en urología permite sospechar el diagnóstico. Habitualmente se pide también una ecografía.

"El paciente se hace el autodiagnóstico, va al urólogo, se hace obviamente la exploración testicular, luego la orquiectomía (que implica la extirpación total o parcial del testículo), y por último se hace la estadificación del tumor, mediante tomografía computada y marcadores tumorales (o sea, marcadores en sangre)", comentó Vitagliano sobre el camino que siguen -o deberían seguir- los pacientes en estos casos.

Cómo se trata el cáncer de testículo
Los resultados de la biopsia "permiten determinar con certeza el tipo de tumor, tras lo cual se le indica al paciente tratamiento oncológico adecuado - sostuvo Colella-. En algunos casos, es posible que se necesite quimio o radioterapia luego de la cirugía."

Según Vitagliano, estos tumores suelen diagnosticarse en estadios tempranos, en los que no han producido metástasis, que ocurre cuando las células tumorales se separan del sitio donde se originaron y forman tumores nuevos a distancia, en otras partes del cuerpo.

"Los tumores testiculares están localizados en entre el 80% y el 85% de los pacientes. En el resto, si llegan a tener un tumor fuera del testículo, o sea que aparece más tardíamente metástasis en el seguimiento, esos pacientes responden muy bien a la quimioterapia", comentó Vitagliano.

Y añadió que ese buen pronóstico en ambos escenarios (localizado o avanzado) favoreció en los últimos años el aumento de la vigilancia activa.

¿Qué es la vigilancia activa en cáncer testicular y en quiénes se indica?
Después de someterse a una orquiectomía radical (la extirpación del testículo), la vigilancia activa (o espera vigilante) es una opción para los varones con tumor en estadio clínico I.

La ventaja de esta conducta es que permite evitar un tratamiento adicional que podría ser innecesario (como quimioterapia, rayos o más cirugías).

En el marco de la vigilancia, al paciente se lo monitorea de cerca periódicamente y el tratamiento activo comienza solo en caso de que el cáncer reaparezca.

Los controles posteriores en un varón que ha tenido cáncer de testículo se adaptarán a cada paciente de acuerdo con el tipo de tumor que haya padecido, al estadio, al tipo de tratamiento recibido y a la respuesta que haya tenido, respondió Colella a Clarín.

"El seguimiento estricto por el profesional que lo atiende es muy importante, al menos, durante los primeros cinco años -subrayó-. Por un lado, para evaluar posibilidades de recurrencia y, por otro, para detectar potenciales efectos adversos del tratamiento recibido."

En general, precisó, se realizan examen físico, marcadores tumorales que se detectan en un análisis de sangre, y estudios por imágenes como tomografía, resonancia o PET (tomografía por emisión de positrones).

Fuente: diario Clarín

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