Dormir bien es importante, así como lo es comer sano y realizar ejercicio. La opinión de una experta e investigadora en el Laboratorio de Cronofisiología, Instituto de Investigaciones Biomédicas (BIOMED-UCA-CONICET).
Por la Dra. Malena Mul Fedele, en agencia Télam
Llega marzo y junto con él, el Día Internacional del Sueño, una fecha que nos llama a reflexionar acerca de nuestro descanso. Cada vez son más las noticias que afirman que dormimos poco, que dormimos peor que antes, y que otra de las consecuencias de la pandemia es el aumento de los trastornos de sueño. ¿Y por qué nos preocupamos tanto por nuestro descanso? ¿Es realmente tan importante? La respuesta es sí. Tal como lo afirma el lema del Día internacional del Sueño propuesto para este año, "El sueño es esencial para la salud".
Al igual que comer sano y realizar ejercicio, el sueño es fundamental para nuestro bienestar físico, mental y social. ¿Por qué es fundamental para nuestra salud? El sueño se relaciona con diversas funciones fisiológicas. Durante el mismo se consolidan la memoria y el aprendizaje, se eliminan los desechos que se acumularon en el cerebro, favoreciendo la salud de este tejido, y se regula la actividad del sistema inmune. Además, el sueño colabora en la eliminación de patógenos, ayuda en el recambio de las células viejas, y a restaurar nuestras funciones fisiológicas y regular los niveles de energía.
Por lo tanto, esto significa que el no dormir bien puede tener un impacto negativo sobre nuestra salud, a corto y a largo plazo. A corto plazo, el dormir mal el día anterior o en los últimos días, puede resultar en la disminución de nuestro tiempo de reacción y nuestra atención, afectar nuestro juicio, generar desmotivación y cambios en nuestro humor, y afectar nuestra relación con la gente que nos rodea. Se ha demostrado que el deterioro de las funciones cognitivas relacionado a la falta de descanso genera las mismas consecuencias en nuestra concentración que el producido por una alcoholemia de 0.05 g/d. Es por ello que es tan peligroso manejar con alcohol en la sangre como habiendo dormido mal en las últimas horas. Múltiples estudios han observado que, a largo plazo, la falta de sueño se relaciona con el desarrollo de obesidad, diabetes, distintos tipos de cáncer, enfermedades coronarias y trastornos cardiovasculares. Además, dormir mal puede debilitar el funcionamiento de nuestro sistema inmune y de esta forma podemos ser más susceptibles al desarrollo de infecciones. Asimismo, muchos trastornos del sueño se asocian con un mayor riesgo de sufrir deterioro cognitivo, convulsiones, accidentes cerebrovasculares y desarrollar demencia. Por todas estas razones, en 2006 el Instituto de Medicina perteneciente a la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., declaró la privación y desórdenes del sueño como un problema de salud pública. Mientras que la Academia Europea de Neurología ha reconocido la importancia del sueño para la salud del cerebro, y en 2022, la Asociación Americana del Corazón agregó el sueño a su lista de ocho factores esenciales para la salud cardiovascular.
¿Y, por último, a qué nos referimos con dormir bien? El sueño saludable no se relaciona solamente con dormir las 7 u 8 horas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud para un adulto. Además de adquirir la cantidad de sueño suficiente para sentirnos bien y estar en estado de alerta para realizar nuestras actividades, tenemos que prestar atención a cómo dormimos, es decir, a la calidad de nuestro descanso. Idealmente, los períodos de sueño deben ser continuos, sin fragmentaciones; es decir, no deberíamos despertarnos a lo largo de la noche. Además, el sueño debe ser lo suficientemente profundo para que sea realmente reparador.
Tenemos suficiente evidencia de lo importante que es tener un buen descanso. Por lo tanto, es hora de que dejemos de ver al sueño como una pérdida de tiempo y empecemos a darle el lugar que se merece, no solo para sentirnos mejor sino también para tener buena salud. ¡Felices sueños!