El creador de "Watchmen" gusta a cada tanto de arremeter contra un género que él mismo ayudó a dignificar.
A partir de su trabajo en Watchmen, V de Vendetta, Batman: La broma asesina o La liga de los hombres extraordinarios, parece evidente afirmar que sin Alan Moore los cómics no habrían llegado donde han llegado. El inquieto creador contribuyó a legitimar el medio con historias y personajes de enorme complejidad, que a lo largo de los años 80 en especial llevaron específicamente al género superheroico a una nueva fase. Hoy día, sin embargo, Moore no se siente muy orgulloso de eso. Recluido desde hace años en su casa de Northampton, Moore se ha apartado de los cómics para dedicarse a la literatura, reapareciendo de vez en cuando en los medios para criticar a los superhéroes y a sus fans.
Ahora que ha publicado una antología de relatos, tiene otra oportunidad para alertar de lo nocivos que son los superhéroes para la cultura actual. En The Guardian, así, retoma algunas ideas que ha soltado antes para lanzar un demoledor diagnóstico: “En 2011 dije que creía que el hecho de que millones de adultos hicieran cola para ver películas de Batman tenía serias y preocupantes implicaciones para el futuro. Porque ese tipo de infantilización, ese impulso hacia tiempos y realidades más simples, puede ser muy a menudo un precursor del fascismo”. Aunque Moore sea responsable de una obra seminal del género como Watchmen, el artista le despoja de cualquier valor, como ha ido dejando claro cada vez que se estrenaba una adaptación y él se mantenía alejado.
“Cientos de miles de adultos haciendo cola para ver personajes y situaciones creadas con el objetivo de entretener a los niños de 12 años, siempre niños, de hace 50 años”, se lamenta. “En realidad nunca he creído que los superhéroes fueran un producto para adultos. Se trata de un malentendido ocurrido en los años 80 del que tengo una parte considerable de culpa (aunque no fue intencionado), cuando aparecieron cosas como Watchmen. Hubo un montón de titulares diciendo ‘los cómics han madurado’”. Moore no cree que haya sido así: “Tiendo a pensar que no, los cómics no han madurado”.
“Había algunos títulos más adultos de lo que la gente estaba acostumbrada, pero la mayoría eran los mismos de siempre. No es que el cómic haya madurado. Se trata más bien de que respondían inversamente a la edad emocional del público”. Moore, por último, justifica que haya pasado tanto tiempo desde que trabajara con viñetas. “Siempre amaré y adoraré el cómic, pero la industria del cómic y todo lo que conlleva se volvió insoportable.”