Parker Finn se estrena en la dirección con la aterradora 'Smile', una película que retorna a esos viejos tiempos del vello de punta y el susto inesperado.
Por Fausto Fernández
Para Fotogramas
Hubo un tiempo en el cual las películas de terror solamente (¡solamente!) buscaban, con una demoníaca y sádica sonrisa que enseñaba sus dientes afilados, asustar a los espectadores. Las metáforas y mensajes subyacentes en sus pasajes del miedo de feria seguramente estaban también allí, sí, en el fondo del abismo, pero no eran lo principal. 'Smile' retorna a esos viejos tiempos del vello de punta, el susto inesperado y la sensación de andar, nosotros, el público (las verdaderas víctimas, por descontado), perdidos por los pasillos a oscuras de un territorio irreal o por los más temibles incluso corredores iluminados por el temor y la incertidumbre de lo que podía atacarnos. 'Smile', aterradora con vocación de serlo, en cada secuencia más que en la anterior, sucede en esos pequeños grandes espacios que todo fan del género recuerda como se recuerdan las mejores/peores pesadillas: el universo paralelo de la extraordinaria 'Phantasma', de Don Coscarelli, con sus golpes de efecto surrealistas donde lo imposible e inexplicable se hacían visibles ante los ojos del joven protagonista, y del plano fijo en aquel corredor del hospital de 'El Exorcista III' donde parecía no suceder nada y de repente… Quienes lo recuerden, con un estremecimiento en su columna vertebral, sabrán de qué hablo.
Comparte con el film de culto de William Peter Blatty el escenario de una institución psiquiátrica donde una doctora se verá encerrada en los mismos, o peores, miedos que sus pacientes, siendo la única consciente de una amenaza sobrenatural que es una sucesión ininterrumpida de paranoia y sacudidas de horror puro y duro que su debutante (en el largometraje: aquí adapta su muy viral corto) director construye valiéndose de elementos estrictamente cinematográficos: sonido, montaje, angulaciones y movimientos de cámara y una puesta en escena al servicio del susto y del terror. No necesita justificar nada, ni siquiera la referencia al trauma infantil de la protagonista, un inteligente macguffin que no nos lleva a ninguna parte salvo a la de que los miedos son parte de nuestra vida. No se apoya en “temas elevados” ni en que estos sean los que justifiquen lo sobrenatural. Los horrores (sobrenaturales) de la protagonista no tienen nada que ver con la maternidad, la menopausia, la soledad, injusticias sociales o la agenda 2030. Malos tiempos los que necesitan coartadas para sentir pánico del ídem ancestral a lo desconocido.
Smile no echa mano de coartadas coyunturales y hipsters; sí de la cinefilia contumaz de su autor que le sirve para llevarnos de la mano por su caseta de los horrores. Y de un toque más cultureta que en realidad es adorablemente exploit y setentero: al igual que la de culto (y con mujer aterrorizada por voces de otro mundo) 'Let’s scare Jessica to death' no era más que una apócrifa e irreconocible variación de la (paranoica, lésbica y vampírica) 'Carmilla' de Sheridan Le Fanu, 'Smile' no deja de ser 'El Horla' de Guy de Maupassant. Aunque tampoco importa demasiado: lo verdaderamente importante es que van ustedes a cagarse de miedo con la película.
Para adictos al terror y los sustos con la sonrisa y la sangre heladas