Tensión en el Cáucaso. Reclama que la Alianza no se extienda al Este, y abandone un puñado de países. La UE analiza sanciones.
El gobierno ruso presentó a Estados Unidos y a la OTAN un ambicioso documento con el que pretende desescalar el conflicto en Ucrania, ante cuyas fronteras, según la inteligencia estadounidense, Moscú tiene ya 175.000 hombres y todo el equipamiento militar necesario para lanzar una ofensiva armada a gran escala.
El texto fue entregado en mano en Moscú el pasado miércoles por el vice canciller Serguei Riabkov a la número dos de la diplomacia de EE.UU., Karen Donfried.
Un dato novedoso es que propone crear “líneas directas” con la OTAN para mantener contactos de emergencia y sugiere una “mutua colaboración” que evite incidentes.
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Un “mecanismo de consultas urgentes bilaterales y multilaterales, incluido el Consejo Otan-Rusia para resolver situaciones problemáticas”, plantea.
La UE se sumó a EE.UU. este jueves advirtiendo a Moscú sobre los “costos enormes” en forma de duras sanciones económicas que acarrearía cualquier acción contra Ucrania.
Bruselas estudia con Washington sanciones conjuntas, entre ellas la de expulsar a la banca rusa del sistema Swift. Ese nombre designa a una empresa privada belga responsable de gestionar la inmensa mayoría de las transacciones bancarias internacionales. Salir de Swift es salir del sistema financiero internacional.
Dos tratados
Rusia propone dos tratados que impidan cualquier ampliación de la OTAN al este de Europa así como la implantación de bases militares estadounidenses en países del antiguo espacio soviético. Rusia quiere negociar “desde este sábado” si EE.UU. y los europeos están dispuestos.
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Los pactos se llamarían "Tratado entre EEUU y la Federación de Rusia sobre las garantías de seguridad” y “Acuerdo sobre las medidas de seguridad de la Federación rusa y la OTAN y de sus Estados miembros”.
Ryabkov explicó que “es esencial que las garantías de seguridad para Rusia estén sobre papel y tengan fuerza legal”.
Moscú, pretende además que la Alianza Atlántica no pueda utilizar “sus infraestructuras para cualquier actividad militar o desarrollar una cooperación militar bilateral” en la región y aún más allá. Washington aclaró inmediatamente que no aceptará reducir la esfera de influencia de la OTAN.
Joe Biden aclaró que “no habrá discusiones (con Rusia) sobre la seguridad europea sin los aliados europeos.
Según Biden, EE.UU. “ha conseguido negociar con Rusia sobre cuestiones de seguridad y no hay ninguna razón por la cual no podríamos seguir por esa vía, aunque lo haremos con nuestros socios y aliados europeos”.
El Kremlin no parece tener problemas con esa condición. Pero sí niega las acusaciones de estar preparando guerra alguna. Por el contrario denuncia que es el acuerdo de defensa atlántico el que se está desplegando en Ucrania un “desafío existencial de seguridad” para Moscú.
Los documentos incluyen un listado de temas de negociación para “relanzar la situación”, según Riabkov, quien recordó que Vladimir Putin había pedido ya el martes negociaciones “inmediatas” sobre las garantías de seguridad. La gran línea roja de Moscú es una ampliación de la OTAN a Ucrania y a Georgia. Eso pondría a la Alianza Atlántica en gran parte de la frontera occidental de Rusia.
Por eso Moscú exige una especie de finlandización de Ucrania, que el país se quede como un Estado tapón no alineado con nadie en materia de seguridad.
Rusia exige además que la OTAN no despliegue soldados fuera del territorio de los países que formaban la Alianza Atlántica en 1997, antes del inicio de su expansión al este. Sólo podría hacerlo en situaciones excepcionales y “previo acuerdo con Moscú”. Rusia pide también el fin de cualquier actividad militar de la OTAN en Ucrania, toda Europa oriental, el Cáucaso y Asia Central.
Ese pedido es de imposible cumplimiento. Haría que la OTAN tuviera que retirar sus tropas de Albania, Bulgaria, República Checa, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Montenegro, Polonia y Rumania, todos Estados miembros de la Alianza.
Una especie de veto de movimientos de tropas dentro de territorio de la organización atlántica que los gobiernos europeos nunca aceptarían porque deja a la mitad de ellos con sus fuerzas nacionales como única forma de disuasión militar.
La duda es si Rusia pone la vara tan alta para conseguir mucho menos pero lo que definitivamente tiene en su radar, especialmente la amenazante cuestión futura de Ucrania.