Facebook ahora es Meta. Lo que esto representa, aparte de un inteligente cambio de marca corporativa para la empresa, cuya aplicación insignia está perdiendo popularidad y cuya imagen pública se retuerce en la crisis, es una visión integral para el futuro de internet. Pero, ¿en realidad queremos que Mark Zuckerberg sea quien escriba las reglas del mañana?
Editorial de The Washington Post
El anuncio de la semana pasada del donde director ejecutivo dijo que su compañía concentraría su energía en la elaboración del llamado multiverso probablemente desconcertó incluso a los veteranos internautas que ya dejaron atrás sus años escolares y universitarios. La idea es mezclar la realidad virtual con la simple realidad tradicional, y permitirle a las personas elegir avatares fotorrealistas que puedan viajar a través de un mundo digital continuo, ir a clases, hacer ejercicio, reuniones de trabajo y funciones familiares de manera tan fácil como hacer click en un enlace. Todos estos espacios, al menos al principio, probablemente serían creados por Facebook. Pero la ambición a largo plazo que comparte la mayoría de los creyentes implica una experiencia interconectada o interoperable en la que las personas puedan moverse sin problemas de un “lugar” a otro, y llevar consigo cualquier artículo comprado, vendido y poseído en este entorno.
El que todo esto se concrete está lejos de ser una certeza, y menos lo es el hecho de que la forma en que evolucione coincida con la visión de Facebook. Los desarrolladores de juegos y otras compañías han estado desarrollado sus propios planes tipo metaverso por años. Sin embargo, lo que es seguro es que la red cambiará a algo diferente a lo que es hoy. Lo sabemos porque ya lo hemos visto antes: la primera era del internet moderno tenía protocolos compartidos que podían ser construidos por las personas y las comunidades. Sin embargo, en poco tiempo, el statu quo dio paso a las plataformas centralizadas y las estrategias comerciales basadas en publicidad de hoy, lo que la académica Shoshana Zuboff denomina “capitalismo de vigilancia”. Esta es la sociedad que Facebook ayudó a crear, y ahora quiere crear otra. La diferencia, según las palabras de Zuckerberg en la presentación, es que esta vez estará enfocado en actuar de manera responsable desde el principio.
Habrá que entender al mundo si no quiere dejarle esto a él ni a ninguna otra empresa. El rumbo correcto que debe tomar internet, obviamente, está en debate; mientras que Facebook se preocupa por el metaverso, los cabilderos de la industria de las criptomonedas están persuadiendo a los legisladores para que preparen la maquinaria para una economía construida sobre las cadenas de bloques (blockchain). Académicos y activistas están presionando para que hayan otras formas de descentralización. En el pasado, el gobierno levantó sus manos de la red tras participar en su financiación y desarrollo. En esta oportunidad el sector público haría bien en involucrarse e invertir en el futuro que quiere ver. Eso exige reglas en torno a la privacidad, la transparencia, la interoperabilidad y más, pero también se traduce en investigar y desarrollar para el diseño de sistemas que expresen valores cívicos como la franqueza, la participación y la educación en lugar de sistemas que fomenten la explotación.
Esto es lo opuesto a un proyecto fácil. Pero el anuncio del director ejecutivo de Facebook le ha dado a todos la oportunidad de pensar en sus propias visiones en lugar de simplemente aceptar la de él.