La informática global podría ser responsable de una mayor proporción de las emisiones de gases de efecto invernadero de lo que se pensaba hasta ahora, superior incluso a las generadas por el sector de la aviación.
La revista Patterns publica un trabajo en el que se afirma que las estimaciones del impacto de la informática y las TIC en el cambio climático se quedan cortas y que, si no hacemos nada, sus emisiones van a seguir creciendo mucho en los próximos años. Los investigadores, de la Universidad de Lancaster y la consultora de sostenibilidad Small World Consulting Ltd afirman que los cálculos anteriores solo muestran una imagen parcial del sector y, por tanto, no expresan su impacto climático real.
Los investigadores señalan que algunas de estas estimaciones previas no tienen en cuenta el ciclo de vida completo y la cadena de suministro de los productos y la infraestructura de las TIC, incluyendo aspectos como la energía gastada en la fabricación de productos y equipos, el coste de carbono asociado con todos sus componentes y la huella de carbono operativa de las empresas detrás de ellos, la energía consumida al utilizar el equipo y la gestión de los residuos al finalizar su vida útil.
Los investigadores argumentan que la proporción real de las TIC en las emisiones globales de gases de efecto invernadero podría rondar el 2,1-3,9%, aunque subrayan que todavía existen importantes incertidumbres en torno a estos cálculos. Aunque las comparaciones homogéneas son difíciles, estas cifras sugerirían que las TIC tienen emisiones superiores a las de la industria de la aviación, que representan alrededor del 2% de las emisiones globales.
El papel de internet
Dentro del mundo de las TIC, los investigadores advierten que las nuevas tendencias como el big data, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el blockchain y las criptomonedas corren el riesgo de impulsar un mayor crecimiento sustancial en la huella de gases de efecto invernadero de las TIC.
En su trabajo, los autores analizaron dos temas centrales: la propia huella de carbono de las TIC, así como el impacto de las TIC en el resto de la economía. A menudo se ha citado, y se ha incluido en los cálculos de políticas, que las tecnologías de la información y la comunicación y la informática conducirán a una mayor eficiencia en muchos otros sectores, lo que generará ahorros en las emisiones netas de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los investigadores sostienen que la evidencia histórica prueba lo contrario. Que a lo largo de los años, a medida que las TIC se han vuelto más eficientes, su huella ha absorbido una mayor proporción de las emisiones globales. Además, las TIC han impulsado amplias mejoras en la eficiencia y la productividad, pero, de manera crítica, las emisiones globales de gases de efecto invernadero han aumentado inexorablemente a pesar de todo esto.
Esto podría deberse en parte a los denominados "efectos rebote", en los que una mayor eficiencia da como resultado un aumento de la demanda.
Límites globales de carbono
Los científicos reconocen que varios de los gigantes tecnológicos del mundo han hecho declaraciones sobre la reducción de su huella climática, sin embargo, argumentan que muchas de estas promesas no son lo suficientemente ambiciosas y que la autorregulación de la industria puede no ser suficiente para lograr las reducciones de emisiones necesarias para alcanzar el objetivo de llegar a cero emisiones netas en 2050.
Según los autores, si se introdujeran límites globales de carbono, se eliminarían las preocupaciones sobre los "efectos de rebote", de modo que las eficiencias gracias a las TIC podrían lograrse sin costes adicionales de carbono. También advierten contra una dependencia excesiva de las energías renovables en los cálculos sobre las futuras emisiones de gases de efecto invernadero de las TIC debido al suministro limitado de productos básicos vitales, como la plata, que se necesitan para fabricar paneles solares.
El próximo proyecto del equipo de investigadores, PARIS-DE, investigará qué mecanismos son necesarios para garantizar que las tecnologías digitales estén diseñadas para cumplir con los objetivos de bajas emisiones de carbono descritos en el Acuerdo Climático de París.