X
Policiales

Una víctima de un cura abusador dio un desgarrador relato de su traumática experiencia

Florencia Gómez habló con Noticiero 7 y brindó su testimonio sobre los abusos que sufrió de parte de el párroco Carlos Dorado. Conmovedor video.

18/03/2021

Florencia Gómez tenía 15 años cuando llegó un seminarista a su colegio, el Instituto Secundario “Monseñor José Weimann” de la ciudad de Bandera.

El seminarista, que se desempeñaría como profesor de antropología cultural, se llamaba Carlos Dorado y pronto anunció su idea de crear un grupo misionero invitando a toda la escuela, ese es el primer recuerdo de Florencia de quien luego se convertiría en su abusador y en el de muchas otras adolescentes más.

“Él quería formar un grupo misionero e invitó a toda la escuela, luego ese grupo se fue haciendo más chico” y fue este el contexto en el que Dorado comenzó a acercarse a Florencia “en el 2009 comenzaron los abusos, me decía que tenia carisma de futura religiosa y me decía que vaya a hacer dirección espiritual con el” explicaba Florencia a Noticiero 7.

“Solo nos podíamos confesar con él y llegó a punto que sabía todo de nosotros. Me citaba y en lugar de hablar de dirección espiritual o de cuestiones personales mías hablaba de el, de los problemas que tenía en su familia y se ponía a llorar y en ese contexto comenzó a pedir abrazos y se fue haciendo progresivo y se puso peor” dice dejando entrever con esas palabras y entonación a que se refiere con “peor”.

“Después de cada abuso, que duró todo el 2009, el decía que me tenía que confesar que yo también era culpable de lo que estaba pasando. Había otro sacerdote pero el no quería que me confiese con el otro porque se iba a enterar. Me pedía que me vaya a confesar a otro lado, yo era chica tenía 16 años y no salía del pueblo sin la compañía de mi mamá” relata ya Florencia, con sus sentimientos a flor de piel y el llanto tomando su voz.

“Él fue a mi casa le dijo a mi mama que tenía que ir a un encuentro de jóvenes, mi mamá le preguntó si yo tenía que viajar sola. entonces llamó a dos compañeros y les pidió que me acompañen. Ellos no sabían para lo que fueron, recién hace poco se enteraron” dijo Florencia, ya con las lágrimas brotando de sus ojos, recordando tan traumática experiencia.

“La vergüenza era tanta porque nos hacían sentir que nosotras éramos las culpables, ni mis amigas lo sabían, ni quería que mis papas se enteren porque sentía que era culpa mía” relata Florencia sobre el daño, no solamente físico, sino el psicológico que ya había provocado Carlos Dorado.


Te recomendamos: Larga agonía y más de 20 heridas de arma blanca: la tortura que sufrió “Pausita” Costas


Así por temor y por vergüenza, Florencia cayó todo el sufrimiento que le provocó el cura Carlos Dorado.

“En el 2012 y 2013 me entero que a mis compañeras también les había pasado lo mismo. Hablamos con Monseñor Adolfo Uriona nos creyó en ese momento (Obispo de la diócesis de Añatuya, desde  marzo de 2004 hasta diciembre del 2014), nos dijo que iba a actuar” este fue un punto de esperanza sobre el que se apoyó Florencia, para poder obtener algo de justicia sobre los abusos cometidos por Carlos Dorado.

“Se inicia un proceso canónico que duró un año y medio. Nos hicieron declarar muchas veces y presentar pruebas. En ese momento di mi teléfono con mensajes de él pidiendo perdón para que no diga nada” pero tras ese proceso vino una dilación y una pérdida de contacto entre quienes juzgaron al cura abusador y sus víctimas.

“Pasó mucho tiempo y no nos dijeron nada. Insistimos y después de mucho insistir, nos dijeron que él era culpable y que estaba arrepentido y como Dios en misericordioso lo perdonaron. Lo trasladaron de un lugar a otro y le dieron una penitencia que era no volver a Bandera, no confesar a niños y adolescentes, no podía estar en contactos con ellos, ni ser párroco ni estar en una comunidad por 10 años” relata Florencia sobre el castigo brindado a quien había destrozado su vida.

Pasado un tiempo, explica Florencia “nos damos con que él (Carlos Dorado) siguió yendo a Bandera a visitar amigos, por publicaciones en Facebook que estaba en contacto con niños y adolescentes en campamentos y él ahora está en una comunidad solo en Santos Lugares”.

“En 2020 decidí hacer la denuncia porque no solamente pido justicia por el daño que me hizo, los años de callarme, de guardármelo, de pasarlo sola, esos años no me los devuelve nadie. Fueron una pérdida para mi, por mis amigas que pasaron lo mismo y estoy segura que no es un caso aislado.

si la iglesia no toma medidas va a seguir pasando” reclama Florencia con la fuerza de sentirse fuerte al denunciar y liberada de esa culpa que la hizo sentir el cura Carlos Dorado.

“Apenas lo conté a mi familia tuve la contención de ellos y de mis amigos. Hablar es el primer paso para sanar. A mi me pedía perdón después de cada abuso. A mis amigas también, pero su arrepentimiento no es genuino. Una persona así no va a cambiar”.

Denuncias penales

Por su parte el querellante, Roberto Daives, brindó detalles de como se encuentra la causa en este momento, donde hay tres denuncias en su contra por otras víctimas.

Hasta el momento el cura Carlos Dorado, solo brindó declaración de manera escrita y negó hechos por el cual se lo denuncia, aunque reconoce el contexto en el que se desempeñó.