Sostiene que la vida no solo podría estar presente en Marte, sino que también podría estar mucho más extendida y ser más accesible de lo que se creía anteriormente.
En un comentario en Nature Astronomy, Nathalie Cabrol, directora del Centro de Investigación Carl Sagan del Instituto SETI, desafía las suposiciones sobre la posibilidad de vida moderna en Marte.
Mientras el rover Perseverance de la NASA se embarca en un viaje para buscar signos de vida antigua en el cráter Jezero de 3.700 millones de años, Cabrol teoriza que la vida no solo podría estar presente en Marte hoy en día, sino que también podría estar mucho más extendida y ser más accesible de lo que se creía anteriormente.
Sus conclusiones se basan en años de exploración de los primeros análogos de Marte en ambientes extremos en el altiplano chileno y los Andes financiados por el Instituto de Astrobiología de la NASA.
Es esencial, argumenta, que consideremos la habitabilidad microbiana en Marte a través de la lente de un continuo ambiental de 4.000 millones de años en lugar de a través de instantáneas ambientales congeladas como solemos hacer. También es fundamental recordar que, según todos los estándares terrestres, Marte se convirtió en un entorno extremo desde muy temprano.
En ambientes extremos, si bien el agua es una condición esencial, está lejos de ser suficiente. Lo que más importa, dice Cabrol, es cómo los factores ambientales extremos como una atmósfera delgada, radiación ultravioleta, salinidad, aridez, fluctuaciones de temperatura y muchos más interactúan entre sí, no solo el agua.
"Puedes caminar en el mismo paisaje por millas y no encontrar nada. Entonces, tal vez porque la pendiente cambia en una fracción de grado, la textura o la mineralogía del suelo es diferente porque hay más protección contra los rayos UV, de repente, la vida está aquí. Lo que importa en los mundos extremos para encontrar vida es comprender los patrones resultantes de estas interacciones. Seguir el agua es bueno. Seguir los patrones es mejor", afirmó en un comunicado.
Esta interacción desbloquea la distribución y abundancia de la vida en esos paisajes. Eso no necesariamente hace que sea más fácil de encontrar, ya que los últimos refugios para microbios en ambientes extremos pueden estar a micro o nanoescala dentro de las grietas de los cristales.
Por otro lado, las observaciones realizadas en análogos terrestres sugieren que estas interacciones expanden considerablemente el territorio potencial para la vida moderna en Marte y podrían acercarla más a la superficie de lo que se teorizó durante mucho tiempo.
El enfoque como biosfera
Si Marte todavía alberga vida hoy, como cree Cabrol, para encontrarla debemos tomar el enfoque de Marte como una biosfera. Como tal, la distribución y abundancia de su hábitat microbiano están estrechamente relacionadas no solo con el lugar donde teóricamente la vida podría sobrevivir hoy, sino también con el lugar donde pudo dispersarse y adaptarse a lo largo de toda la historia del planeta, y las claves de esa dispersión se encuentran en los primeros tiempos geológicos.
Antes de la transición de Noé/Hesperico, hace 3.700-3.500 millones de años, los ríos, los océanos, el viento y las tormentas de polvo lo habrían llevado a todas partes del planeta. "Es importante destacar que los mecanismos de dispersión todavía existen hoy en día y conectan el interior profundo con el subsuelo", indicó Cabrol.