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Opinión y Actualidad

A 5 años de la muerte de Wes Craven, sus películas más importantes para descubrir

El 30 de agosto de 2015 murió uno de los mayores referentes del cine de terror. Wes Craven dejó a sus espaldas una filmografía entregada principalmente al horror, de la que salieron dos importantes franquicias que revitalizaron el género en Hollywood. Y para celebrar el legado de este realizador, hacemos un repaso por cinco de sus largometrajes que no hay que dejar pasar.

30/08/2020

Por Martín Fernández Cruz

Las colinas tienen ojos (1977)

Luego de dos piezas pequeñas que no llamaron la atención del público en general (pero sí de los amantes del horror, cuyos radares detectan rápidamente a los potenciales nuevos maestros del género), el estreno de Las colinas tienen ojos confirmó a Wes Craven como un director con destino de grandeza. Siguiendo la reciente tradición de películas como La masacre de Texas, aquí los protagonistas son una familia que en un viaje de placer, se cruzan con un grupo de salvajes instalados en la cara oculta del desierto de Nevada. A lo largo de la hora y media que dura el film, los protagonistas deberán sobrevivir a una violenta cacería.

Mientras buscaba inspiración para su nueva película, Craven descubrió la leyenda de Sawney Bean, un escocés que durante el siglo XVI, se mantuvo al frente de un grupo de ladrones que se encargaba de saquear, matar y devorar a todos los viajeros que pasaban por sus terrenos. Esa idea le sirvió como disparador para Las colinas tiene ojos, y lo que sucedería si una familia común y corriente se ve amenazada por un grupo de caníbales. A pesar de haber tenido un estreno reducido, exhibiéndose principalmente en salas dedicadas a títulos clase B, este largometraje fue un éxito de taquilla y recaudó cerca de 25 millones de dólares, recuperando con creces una inversión de 700.000 dólares. En los años posteriores a su estreno, se convirtió en un clásico de culto, y hasta tuvo una secuela, también dirigida por Craven, y una remake en 2006.

Pesadilla en lo profundo de la noche (1984)

Cuando en 1978, John Carpenter estrenó Halloween, prácticamente creó el subgénero slasher tal cual se lo conoce al día de hoy. No se trataba de algo nuevo, y las historias en las que un homicida dedicaba su tiempo a masacrar a una larga lista de adolescentes ya contaba con varios exponentes. Pero el film de Carpenter renovó la fascinación por esos relatos y pronto comenzó un extenso desfile de títulos similares que intentaban replicar (o al menos exprimir) el éxito comercial de Halloween. Y no fue hasta la llegada de Pesadilla en Elm Street que otra película demostró lo mucho que entendía las reglas de ese subgénero.

Wes Craven planteó una historia que borraba los límites de la realidad, y mostraba la insoportable pesadilla a la que se veía sometido un grupo de adolescentes cuando una amenaza sobrenatural los mataba en sueños. El nombre de ese villano, obviamente, era Freddy Krueger (Robert Englund), y como suele ser regla en esta historias, la encargada de ponerle punto (¿final?) a la amenaza era la joven Nancy (Heather Langenkamp). En este largometraje, Craven demuestra su profundo conocimiento del terror y se consagra no solo como un maestro del género, sino como un director clave para comprender la evolución del cine en los 80. Durante varios años, el cineasta luchó por llevar Pesadilla en lo profundo de la noche a la pantalla sin entregarse a las modificaciones caprichosas de las grandes productoras, hasta que la distribuidora New Line Cinema se animó a financiar la película, en la que fue una de sus primeras producciones. El resultado fue inmejorable, y con un presupuesto de poco menos de dos millones, la recaudación fue de 57 millones de dólares. Y el triunfo no solo fue financiero, porque Pesadilla en lo profundo de la noche es un film de una libertad absoluta, con Wes entregado a una historia que revitalizó el terror, y de la que surgió Freddy, uno de los mayores emblemas del séptimo arte (y símbolo de una época perdida para el cine).

La serpiente y el arcoiris (1988)

El zombie siempre estuvo vinculado al cine de terror. Desde el estreno de La noche de los muertos vivos, el título fundacional de George Romero, muchos realizadores se acercaron a esa temática pero poniendo el acento en el apetito visceral de los no muertos. Y hasta la llegada de este film, fueron pocos los directores que supieron darle continuidad a la lectura social propuesta por Romero (Muertos de risa, de Edgar Wright, es otra de esas grandes excepciones). Aquí el protagonista es Dennis Alan (Bill Pullman), un antropólogo enviado a Haití para estudiar una sustancia vinculada a la magia negra, que convierte a un hombre en un no muerto. A medida que empiece a indagar qué se esconde detrás de ese secreto, Dennis se verá envuelto en una pesadilla y en los peligros de sumergirse en el mundo de la magia negra.

El director utiliza como disparador las investigaciones de Wade Davis sobre presuntas zombificaciones sucedidas en Haití, y en esta película propone una combinación de vudú, rituales perturbadores y personajes inquietantes, todo enmarcado en la realidad de un país sumergido en el caos político y social. El protagonista entra en un mundo que lo llevará a experimentar la muerte de cerca, en un relato que le permite a Craven dirigir una de las escenas más impactantes de su obra, en la que un hombre es enterrado en sangre.

Scream, vigila quién llama (1996)

A comienzos de los 90 Kevin Williamson era un joven guionista que había escrito una slashermovie sobre un asesino que mataba a varios chicos y chicas en un apacible suburbio de Estados Unidos. No era una idea muy original y por ese motivo no había muchos interesados en llevarla a la pantalla grande. Y uno de los que rechazó ese proyecto fue Wes Craven. Pero la historia cambió cuando Drew Barrymore leyó el libreto, y mostró entusiasmo por trabajar en ese proyecto. Eso alcanzó para que el director le diera una segunda oportunidad a ese guión que inicialmente se llamaba Scary Movie.

La vuelta de tuerca en Scream, vigila quién llama tenía que ver con su autoconciencia, y con el hecho de presentar una historia que es un absoluto cliché, y se hace cargo de eso. Craven en la dirección y Williamson en el guion hicieron lo que quisieron con un género que parecía agotado, y dieron vuelta todos los lugares comunes. En este punto de su carrera, el director sentía un evidente interés por cómo un obra de ficción podía fundirse con la cotidianeidad de sus personajes, borrando los límites entre ficción y realidad, algo que trabaja aquí y también en la última parte de la saga Pesadilla.

Esta vez, es un asesino apodado Ghostface quien se convierte en el yugo de un grupo de adolescentes de hormonas revolucionadas, y la fascinación que produjo ese villano trascendió la pantalla para instalarse como un ícono de peso propio. Con el protagónico de Courteney Cox y Neve Campbell, dos actrices asociadas a la televisión, y una modesta inversión de quince millones, este título fue otro éxito que recaudó casi doscientos millones de dólares, y dio origen a tres secuelas. Una vez más, Wes fue el padre de un asesino fílmico que marcó a toda una generación de espectadores.

Vuelo nocturno (2005)

Si bien Craven es asociado principalmente al cine de terror, hizo incursiones en otros géneros, como fuero los casos de Música del corazón; el corto que forma parte del largometraje colectivo Paris, je t'aime, o Vuelo nocturno, un thriller que se aleja de las amenazas sobrenaturales. En su tramo inicial, la película demuestra la habilidad de Craven para camuflarse su film de historia romántica, hasta que la situación da un brusco giro. Un hombre y una mujer se conocen accidentalmente, charlan, coquetean y terminan sentados uno al lado del otro en un avión. Lisa (Rachel McAdams) parece sentir algo de atracción por Jackson (Cillian Murphy), pero todo cambia cuando él la golpea y le dice que de no hacerle caso, un asesino matará a su padre.

En muchos sentidos, Vuelo nocturno es un film chico que poco a poco comienza a crecer. El inicio es de un tono claustrofóbico, con dos personajes confinados a las butacas de un avión, hasta que su segundo tramo muestra a la protagonista luchando contra quien la amenaza. A Craven siempre le interesaron las heroínas inesperadas, y la Lisa de Rachel McAdams, con un golpe de bolígrafo a la garganta de su captor, se convierte en un gran personaje dentro de un Hollywood que no daba lugar a esta clase de mujeres. Vuelo nocturno es una de las películas menos vinculadas a la carrera de Craven, y por eso vale reivindicarla como uno de las gemas escondidas en la obra de un autor que aún en la etapa final de su obra, se animaba a explorar caminos por los que jamás había transitado.