Un evento para distribuir alimentos en un asentamiento de Nairobi (Kenia) terminó en una violenta estampida.
A medida que los países de África se enfrentan a la pandemia mundial de covid-19 aumentan los temores de que escenas caóticas como estas se repitan si los gobernantes no encuentran soluciones para ayudar a millones de personas al borde de la pobreza.
Las cuarentenas decretadas en al menos 33 de las 54 naciones africanas han impedido que los agricultores lleven sus productos a los mercados y han amenazado el reparto de ayuda alimentaria en poblaciones rurales. Muchos mercados informales donde millones de personas compran su alimento están cerrados.
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Casi una de cada cinco personas en África, cerca de 250 millones, no tenían comida suficiente antes del brote del virus, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés). Una cuarta parte de la población del África subsahariana está desnutrida.
“Esto es el doble que cualquier otra región”, explicó Sean Granville-Ross, director para África de la ONG Mercy Corps. “Con las cuarentenas, cierres de fronteras y la capacidad para acceder a la comida restringida, el impacto del COVID-19 en África podría ser como nada que hayamos visto antes”, agregó en referencia a la enfermedad provocada por el coronavirus.
Las restricciones, que no incluyen provisiones para ayudar a los pobres, “podría afectarnos mucho mucho”, dijo Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) para el sur de África.
Kibera, un barrio marginal en la capital de Kenia, Nairobi, está alcanzando su límite. La semana pasada, miles de personas desesperadas buscaron ayuda alimentaria en un punto de distribución, causado una estampida.
El Programa Mundial de Alimentos ya atendía a millones de personas en el continente, en su mayoría en zonas rurales, debido a una infinidad de desastres: inundaciones, sequías, conflictos armados, gobiernos fallidos e incluso plagas de langostas. La pandemia ha supuesto una nueva capa de dificultades.
Es el caso de Sudán, donde las restricciones para combatir el virus están impidiendo que los cooperantes lleguen a algunos de los 9,2 millones de personas necesitadas, según la ONU.
La sequía más grave en décadas ya amenaza a cerca de 45 millones de personas con la hambruna en el sur, donde los agricultores siguen recuperándose de dos devastadores ciclones que arrasaron Mozambique, Zimbabue y Malaui el año pasado.