La conductora de Crónicas de la tarde incomodó con sus preguntas al cantante, acusado de "doble homicidio culposo" tras volcar en una ruta.
La madrugada del 20 de julio Rubén Darío “Pepo” Castiñeiras (46) chocó y volcó en la ruta cerca de Dolores, en un accidente que le provocó la muerte a su representante, Ignacio Abosaleh (29), padre de un nene de 7 años, y del trompetista Nicolás Carabajal (30), padre de una nena de dos y un bebé. Preso en su hogar gracias al beneficio que le otorgó la Justicia, el cantante de cumbia dio un móvil en vivo para el primer programa de Crónicas de la tarde y protagonizó un fuerte contrapunto con Mónica Gutiérrez.
Consciente de su responsabilidad por el hecho en el que se lo acusa de "doble homicidio culposo agravado por conducción imprudente, negligente y antirreglamentaria", el artista intentó minimizar la gravedad de su estado a la hora de salir a la ruta. Entonces, la conductora le recordó: “Lo que dijo Romina Cándia (la corista que viajaba en la Honda CRV en el asiento del acompañante) es que manejabas tomando vodka. Que te servía traguitos de vodka y que iban consumiendo alcohol. Y cuando te hicieron la pericia te encontraron rastros de cocaína”.
En ese momento, el Pepo admitió: “Está bien, pero solo tomé unos sorbos. Eso no indica que estaba en un estado deplorable ni que no podía manejar. Diez minutos antes hablé por teléfono con una persona que no manifestó que yo estuviera mal. Entré en el parador Atalaya y nadie manifestó que haya estado mal. (…) Yo no tenía la intención de matar a mis amigos, ni mucho menos”. Más tarde, el músico explicó: “Yo en ningún momento tuve problemas para manejar. En el momento del accidente mi maniobra es esquivar y preservar”. Ahí, la entrevista se puso tensa.
-¿Esquivar qué?
-Evitar chocar de frente.
-¿Chocar contra quién? No había otro vehículo ni se encontró un animal golpeado...
-No, porque yo esquivo. A mí a unos 15 metros adelante se me presentó una figura, que no sé decir qué animal, si era un perro, un carpincho, una liebre, un conejo. No sé lo que era, pero se vio como una figura. Cuando intento esquivar siento el impacto y después lo único que recuerdo son ruidos.
-Probablemente no estabas enajenado por el alcohol, estabas tomando unos tragos de vodka, pero bastan unos pocos tragos de alcohol para disminuir los reflejos. Vos estabas manejando a 139 kilómetros por hora la ruta, bajo una niebla que no permitía ver cinco metros adelante, tomando vodka y con restos de cocaína en la orina, según dice en la causa. Pero vos decís que viste 15 metros adelante un objeto. ¿Esto es parte de la verdad o no?
-Yo puedo decir que estaba bien en el momento de manejar. No estaba mal.
-Pero uno no está bien o mal. Esta con o sin el consumo, porque yo puedo decir que ahora estoy bien o sentir que tengo plenitud en mi consciencia, pero tengo los reflejos disminuidos. El que mide quién está bien es el control de alcoholemia, no la auto percepción.
Al final, el Pepo se defendió: “A mí me duele lo que pasó porque me unía un sentimiento a los pibes que lamentablemente perdieron la vida. Yo no soy un asesino, como se quiso poner en tela de juicio constantemente en esta causa. Yo no asesiné a nadie”.