El Crucero General Belgrano era el Acorazado Phoenix, de la armada de Estados Unidos, y el 7 de diciembre de 1941 se salvó de ser hundido por el ataque japonés a la base en Pearl Harbor.
A las 7:55 del domingo 7 de diciembre de 1941 estalló el infierno en la base naval norteamericana ubicada en la isla de Oahu, en Hawaii, a escasos 17 kilómetros de Honolulu. De esa manera quedaría marcada la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial y sería el bautismo de fuego de un buque muy unido a los sentimientos argentinos.
El presidente Franklin D. Roosevelt ya había impuesto un embargo petrolero al Japón por sus agresiones militares a China y por sus intentos de dominios de territorios como la Malasia británica y las Islas Orientales Neerlandesas, ricos en petróleo, que necesitaba imperiosamente. En esta estrategia era necesario anular el poder militar naval estadounidense en el Pacífico.
Japón había firmado el 27 de septiembre de 1940 el Pacto Tripartito con Alemania e Italia, en el que se le daba vía libre para la expansión territorial en Asia.
El plan japonés para atacar Pearl Harbor se elaboró a comienzos de 1941. El 26 de noviembre, seis portaaviones japoneses, que llevaban 400 aviones de combate, compuestos por cazas, bombarderos y torpederos, pusieron proa a ese puerto estratégico. Estaban a cargo de la operación el vicealmirante Chuichi Nagumo, comandante en jefe de la flota de ataque (que sería el responsable de la derrota japonesa en Midway) y el contraalmirante Kusaka.
Una primera oleada de 183 aviones japoneses debía inutilizar a los buques de guerra estadounidenses, anclados en ese puerto.
En ese ataque sorpresivo, el primer golpe fue el estallido del Arizona. Una bomba japonesa dio en el polvorín del buque, que provocó la muerte de 1177 tripulantes; luego fue el turno de Oklahoma y del Utah.
Un cuarto de hora después, comenzó la segunda oleada del ataque, en la que no solo los buques eran los blancos sino también los aeródromos y dependencias militares.
Serían hundidos o inutilizados acorazados, cruceros y destructores, además de 188 aviones, que fueron destruidos en los hangares y en las pistas.
A las 9:45 los aviones japoneses desaparecieron. Todos temían una tercera oleada, que nunca ocurrió. Aún hoy es un misterio por qué el alto mando japonés no ordenó otro ataque. Después se sabría que Japón había llevado adelante ataques simultáneos en Malasia, Hong Kong, Guam, Filipinas, y en las islas de Wake y Midway.
En ese pandemónium que dejó 2403 norteamericanos muertos, 1178 heridos, además de 65 japoneses muertos, hubo algunos buques que lograron sortear con éxito las bombas, los torpedos lanzados por los aviones y los vuelos rasantes que ametrallaban las cubiertas.
Mientras abría fuego sobre los aviones japoneses, uno de los barcos –amarrado a un boyón en el noreste de la isla de Ford- salió de la bahía entre barcos incendiados y semi hundidos y se incorporó a otras naves para buscar a los portaaviones japoneses. Era el acorazado Phoenix.
En la Argentina, sería conocido tiempo después como el Crucero ARA General Belgrano.
De Phoenix a Belgrano
El buque había sido botado el 12 de marzo de 1938. Se lo bautizó Phoenix, en homenaje a la capital del estado de Arizona. Su primer viaje fue a la base naval de Filadelfia y a fines de ese mismo año inició una travesía, con sus 868 tripulantes, por la costa atlántica de América del Sur.
El lunes 26 de diciembre el buque, de 185,4 metros de eslora y 13 metros de manga, amarró en la Dársena C del puerto de Buenos Aires. El 4 de enero de 1939 puso proa nuevamente a Filadelfia y, durante su estadía, su comandante John Wilkes Rankin fue recibido por el presidente Roberto Ortiz.
Durante la Segunda Guerra, el Phoenix fue destinado a misiones en los océanos Pacífico e Índico, que incluyeron escoltas de convoyes, patrullajes y la participación en los combates de Guadalcanal, una de las islas Salomón, a fines de 1942.
En el segundo semestre de 1943 volvió a su base en Estados Unidos, donde se reequiparon los radares y se mejoró su artillería. A fines de ese año, fue incorporado a la Séptima Flota, con la que participó del bombardeo a la isla de Nueva Bretaña, al norte de Australia y en misiones en Leyte, Luzón, Mindoro, Corregidor, Mindanao, Manila y Borneo.
Sus artilleros se destacaron en la defensa del buque contra los temibles pilotos kamikazes, usados por Japón en los últimos meses de la contienda mundial.
El domingo 19 de agosto de 1945 arribaba nuevamente a Pearl Harbor. Cuatro días antes, el Japón se habían rendido.
Al año siguiente, en la base naval de Filadelfia se lo sometió a un tratamiento contra la corrosión y se lo preservó.
En 1950, el Phoenix y su gemelo, el Boise, fueron comprados por el gobierno argentino por cuatro millones de dólares cada uno.
El 12 de abril de 1951, anclado en la base en Filadelfia, fue rebautizado como ARA 17 de Octubre, mientras que el Boise pasó a llamarse ARA 9 de Julio. Una vez que la tripulación fue capacitada en la base de Norfolk y se familiarizaron con el buque, zarpó hacia Buenos Aires, donde arribó a la base naval de Puerto Belgrano, el 16 de noviembre.
Participó del movimiento revolucionario que derrocaría al presidente Juan Domingo Perón, y tenía la orden de bombardear la destilería de YPF en las afueras de la ciudad de La Plata.
El 22 de septiembre de 1955 se dispuso su cambio de nombre por el de ARA General Belgrano, en homenaje al vocal de la Primera Junta, quien había sido el fundador de la Escuela de Náutica.
Y otra historia comenzaría.