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Condenado por quemar viva a su exnovia fue ejecutado en la silla eléctrica

Lee Hall quedó ciego mientras esperaba su turno en el corredor de la muerte, por lo que se transformó en el segundo prisionero invidente que ajustician las autoridades de EE.UU. desde que se restableció la pena de muerte en 1976.

06/12/2019

Un preso ciego condenado a muerte por asesinar a una antigua novia el 16 de abril de 1991, fue ejecutado en la silla eléctrica el pasado 5 de diciembre en Tennessee (EE.UU.), informa la cadena Fox News.

Lee Hall, de 53 años, fue sentenciado por asesinato en primer grado e incendio agravado tras prender fuego al coche de Traci Crozier con su propietaria dentro.

Su ejecución estaba programada para 1998 y se pospuso varias veces por las solicitudes de suspensión que tramitaron sus abogados hasta que la Corte Suprema y el gobernador de Tennessee, Bill Lee, se negaron a intervenir.

"El sistema de justicia ha revisado extensamente el caso de Lee Hall a lo largo de casi 30 años, incluidas revisiones y resoluciones adicionales de la Corte Suprema de Tennessee", con lo cual "el juicio y la sentencia se mantienen", comunicó este político un día antes de la ejecución.

Los letrados de Hall aseguran que tenía visión cuando entró al corredor de la muerte y habría quedado ciego porque le trataron un glaucoma de manera inadecuada, con lo cual sería el segundo invidente ajusticiado en EE.UU. desde que su Tribunal Supremo restableció la pena de muerte, en 1976.

Staci Wooten, hermana de Crozier, declaró después de la ejecución anunció que la muerte del reo terminaba 28 años de dolor para su familia.

Detalles del crimen

Traci Crozier y Lee Hall mantuvieron una relación sentimental durante media década hasta que se separaron cuando tenían 22 y 24 años, respectivamente. La noche del crimen, ese varón roció con gasolina el automóvil de su antigua enamorada y lo encendió con la ayuda de un papel de cocina.

La víctima sufrió quemaduras en más del 95 % de su cuerpo y murió horas después debido a las peores lesiones que habían visto los médicos que la atendieron.

Al principio, el agresor negó que hubiera provocado el incendio; después, reconoció que deseaba destruir el automóvil, pero no matar a su expareja; finalmente, confesó que quiso asesinarla por reírse de él y negarse a continuar la relación.