Nació en Alemania, hija de padre ruso y madre polaca. En España se convirtió en sex simbol y protagonizó películas en la época del desnudo, batiendo récords de taquilla. Hoy vive aquejada por la esquizofrenia.
La carrera de Roswicha Bertasha Smid Honczar, más conocida artísticamente como Nadiuska, tuvo una escalada vertiginosa y un descenso sin precedentes para una mujer que un día enamoró a los españoles, batió récords de taquilla, protagonizó una película con Alberto Olmedo y compartió cartel con Arnold Schwarzenegger.
Modelo y actriz, nació el 19 de enero de 1952 en Schirierling, en Alemania. De ascendencia rusa por parte de padre y polaca por parte de madre, pasó su infancia y adolescencia a caballo entre Polonia, Rusia y su país de origen.
Con tan solo 19 años decidió instalarse en Cataluña. Fue en 1971 cuando había llegado a Barcelona para pasar unas vacaciones. Pero sus curvas infinitas y esos intensos ojos verdes que destacaban su figura hicieron que pronto la convocaran para llevar adelante su primer trabajo como bailarina en una discoteca de Sitges.
Al poco tiempo le propusieron rodar su primera película: Timanfaya. Desde ese momento, Nadisuka comienza a mostrar su lado más sensual en otros filmes, ejerciendo de partenaire de Alfredo Landa, José Sacristán o José Luis López Vázquez -reconocidos nombres de la pantalla grande española-, donde solía representar la tentación prohibida.
De un día para otro, su fama se tornó indiscutible, después de que apareciera en una tapa de revista casi desnuda. Era la primera vez que una mujer se mostraba de esa manera, y así fue como se convirtió en una sex symbol.
Pero no todo era color de rosa en la vida de la ascendente artista. Una vez consagrada como actriz tuvo que soportar el primer escándalo: fue cuando se descubrió que había contraído matrimonio por conveniencia con Fernando Montalbán Sánchez, quien tenía trastornos mentales. El acuerdo había sido arreglado en 1973 por su representante Damián Rabal para que Roswicha obtuviera la nacionalidad española y así poder trabajar en Barcelona. El Tribunal de la Rota anuló el matrimonio en 1981.
Tres años antes, en 1978, Nadiuska había filmado en nuestro país de la mano de Hugo Moser la película Mi mujer no es mi señora, donde el protagonista principal era Alberto Olmedo. El actor rosarino intepretaba a Juan Carlos, un hombre de negocios que se enamora de una mujer mucho más joven que él, con quien termina casándose. En el recordado filme también participaron Joe Rigoli, Olga Zubarry y Pata Villanueva, entre otros.
En 1982 llegó el punto más alto de su carrera artística: encarnó a la madre de Conan, el Bárbaro y compartió pantalla con Arnold Schwarzenegger. Pero inmediatamente con la llegada del PSOE al poder y la aprobación de la controvertida Ley Miró -que permitía emitir cine pornográfico en España como en otros países europeos-, su fama se fue apagando poco a poco hasta quedar en el olvido.
Con el dinero ganado en sus años de esplendor decidió probar suerte en nuevos negocios, como un restaurante, una distribuidora de vídeo y la exportación de carne. En ninguno de los emprendimientos tuvo éxito, y de a poco fue perdiendo toda su fortuna. En esos años, trabajó como vedette y posó desnuda para la emblemática revista Playboy, pero gastaba más de lo que recaudaba.
Prácticamente en la ruina y con un futuro con más sombras que luces, Nadiuska comenzó a ser protagonista de varios programas que la mostraban como “la estrella, estrellada”. En sus entrevistas la actriz contaba que sus amigos la habían abandonado, y evidenciaba su enojo cada vez que algún periodista le recordaba su paso por las películas de corte erótico. Harta de verse deshumanizada, y ante un panorama desolador, se refugió en el catolicismo.
A finales de los 90 su salud comienza a desmejorar. Los médicos, tras varios estudios, le diagnosticaron esquizofrenia. Gracias al tratamiento recibido mejoró notablemente, y en 2002 recibió el alta. Pero su presente seguían siendo preocupante.
Roswicha Bertasha Smid Honczar pasaba sus días durmiendo en las calle y no tenía un lugar estable de permanencia. “Me alimento de la basura y ya me he intoxicado dos veces”, reconoció, en diálogo con la prensa. Aquella estrella que había rodado casi medio centenar de películas ahora pasaba desapercibida y ya no quería hablar. Le ofrecieron dinero y vivienda gratuita durante un año a cambio de un par de notas periodísticas, y Roswicha -que ya no era Nadiuska- se negó, alegando que si necesitaba algo ya se lo iba a mandar Dios.
Desde su entorno no se cansaron de reconocer que ella misma “ha sido siempre su peor enemiga”, y que los problemas amorosos la llevaron a su declive, enfrentando entonces una larga depresión que derivó en su actual enfermedad, motivo por el que las ofertas de trabajo llegaron a su fin.
Actualmente, pasa sus días internada junto a las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, en la localidad de Ciempozuelos, Madrid. Lleva una vida normal: comidas, actividades y tiempo libre. La diferencia con respecto al resto de las pacientes es la ausencia de visitas, ya que la mayor parte de su familia reside entre Alemania y Polonia. ¿Y sus amigos? La olvidaron para siempre.