Los pacientes que acuden a consulta para recibir ayuda médica suelen vivir en la incertidumbre. No entienden por qué se sienten incómodos con sus parejas.
La colpofobia, o miedo a los genitales femeninos, quienes la sufren, en ocasiones apenas son capaces de mirar una vagina y no entienden realmente por qué. Es una fobia que los expertos advierten no debe tomarse a la ligera.
"Origina trastornos en la relación porque reduce el deseo erótico de quienes la sufren", le explica a BBC Mundo la sexóloga Elena Sepúlveda, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Sexología y Educación Sexual.
Como sucede con otros miedos, la colpofobia (del griego kólpos, que significa "vagina") se manifiesta mediante sudores excesivos, taquicardias, ansiedad y, en este caso concreto, con una bajada del apetito sexual y un inexplicable rechazo a los órganos femeninos.
Los pacientes que acuden a consulta para recibir ayuda médica suelen vivir en la incertidumbre.
No entienden por qué se sienten incómodos, ansiosos y nerviosos cuando mantienen relaciones con sus parejas. Y más difícil aún les resulta comprender cuando ese miedo o rechazo a la vagina no implica necesariamente una falta de atracción sexual hacia su compañera.
Los especialistas aseguran que no es una fobia frecuente, aunque no existen datos públicos de diagnóstico.
Y no tiene por qué ser exclusiva de hombres a mujeres, sino que también puede darse entre mujeres homosexuales. Aunque los psicólogos consultados por BBC Mundo afirman haber visto el caso únicamente en parejas heterosexuales.
Una experiencia traumática en el pasado puede ser el germen de la colpofobia.
Pero otros pacientes no recuerdan ni identifican una causa específica, y es ahí donde radican los mayores problemas.
Se sienten confusos y a los expertos les puede costar descubrir si se debe a una vivencia que no recuerdan o a un componente genético innato en el paciente, algo que es mucho más difícil de tratar.
El origen
"Acuden a consulta acusando deterioros en la relación y es ahí donde comienza la terapia de descubrimiento, con muchas horas de sesión, por lo general para averiguar el origen de ese miedo", cuenta la sexóloga Sepúlveda sobre los pacientes que llegan en búsqueda de su asesoramiento.
Asegura que, algunas veces, los pacientes apenas pueden mirar a la vagina,de practicarle sexo oral a la pareja o de ayudarle en la masturbación.
Sepúlveda subraya que, en algunos casos, no se trata solamente de un miedo transitorio o fundamentado.
"Algunos pacientes, por simple naturaleza, no disfrutan de la desnudez, las caricias o los roces de la misma forma que el resto de individuos, y reducen su intercambio sexual exclusivamente a la penetración".
Cuando el origen de la aversión se encuentra en una vivencia del pasado, Sepúlveda indica que muchas de estas experiencias traumáticas se producen en edades muy tempranas y, en algunos casos, propiciadas por algún miembro de la familia.
"En uno de mis pacientes, la colpofobia se había originado durante su niñez, cuando una familiar abusó de él y le acercó a la fuerza hacia su vagina", cuenta la sexóloga chilena.
Pero, sin duda, los componentes genéticos y accidentales son más difíciles de trabajar en el origen de esta afección.
"Al igual que en otras fobias, el miedo a los genitales puede surgir en la persona desde la etapa uterina o en los primeros años de vida", dice Sepúlveda.
En el caso de desarrollarla durante etapas tan tempranas, puede deberse incluso a gestos "sin intención" por parte de quienes les rodean.
"Sucede mucho que los padres, al jugar con los niños cuando son pequeños, les predisponen a sentir cierta respuesta negativa ante malos olores, como por ejemplo al cambiar unos pañales sucios. Eso la persona lo va aprendiendo y lo incorpora a su experiencia vital y sexual".
Luego, de adolescentes, pueden "reaccionar a esos mensajes subliminales de 'asco' y condicionar su vida en pareja", según Sepúlveda.
Terapia
Lo cierto es que no existen fórmulas mágicas para el tratamiento de la colpofobia.
Los expertos consultados por BBC Mundo apuestan por una terapia "de aliento y alcance, centrada en buscar la raíz del problema".
"La mayoría de fobias de origen sexual son criptogenéticas; es decir, su naturaleza se escapa del conocimiento científico", le explica a BBC Mundo Francisco Morales Calatayud, profesor de psicología en la Universidad de la República de Uruguay.
Morales se opone a terapias "más salvajes" como, por ejemplo, exponer a quienes la padecen a imágenes de genitales femeninos para hacerles "enfrentarse al miedo".
En este sentido, el psicólogo considera que la terapia más adecuada no es tratar los síntomas de forma directa, sino profundizar en el origen y ayudar al paciente a descubrir qué experiencia originó esta condición.
"La exposición a los órganos genitales debe ser progresiva y no brusca",coincide Sepúlveda, quien también alerta sobre el hecho de que a veces las personas tienen su propia manera de vivir la sexualidad, más fría y distante, sin que ello implique ningún tipo de trastorno.
También existe la aversión a órganos genitales masculinos, en cuyo caso se conoce como erotofobia.
Esta puede darse bajo circunstancias más específicas y particulares, de las que la doctora Sepúveda recuerda un caso en particular.
"En una ocasión, una paciente sentía fobia únicamente al pene de su pareja en estado flácido y le costaba entender por qué", cuenta.
"Tras la terapia, descubrió que se debía a que su abuelo, cuando era niña, la utilizaba para conseguir erecciones y, una vez logradas, la alejaba con desprecio".