El Presidente, tal como se ratificó ayer, parece dispuesto a seguir dando pelea.
La dinámica del dólar y el terremoto político y económico desatado el domingo con el resultado de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) marcará en forma dramática a partir de ahora los últimos meses de la administración de Mauricio Macri. Las primeras horas, después del comicio, no trajeron buenas noticias, mucho menos señales políticas tranquilizadoras.
El Presidente, tal como se ratificó ayer, parece dispuesto a seguir dando pelea. Mínima autocrítica, llegó a decir que la elección "no existió" para explicar que todavía falta octubre, y responsabilizó a la oposición que ganó las elecciones de haber causado la conmoción ayer en los mercados. Pareció dispuesto a doblar la apuesta en el marketing de la campaña a octubre, a jugar peligrosamente con la idea del caos económico y social en caso de que la gente insista y, como todo lo indica, vuelva a votar contra su Gobierno en menos de 90 días.
Los ganadores en las urnas, los candidatos Alberto Fernández y Axel Kicillof, comunicaron previsiblemente que ahora todo es responsabilidad de Macri y su equipo, que ha sido el Gobierno quien estafó a los mercados con encuestas fraudulentas, y que todo lo que ocurre con el estallido financiero es consecuencia de lo que la administración de Macri ha ido incubando desde el año 2016, al financiar déficit fiscal con deuda financiera y alimentar la inflación con tarifas dolarizadas.
Ante semejante panorama, donde probablemente ambos sectores tengan algo de razón en los puntos que presentan, parece imposible pensar en algún grado de acuerdo político para tratar de administrar una transición económica ordenada de aquí a fin de año.
La disparada del dólar a casi 60 pesos y el derrumbe de bonos y acciones locales se explican también en la total incertidumbre sobre lo que puede venir en las próximas semanas, no solamente con el próximo gobierno
La pregunta que cabe presentar a esta altura es si en este clima de confrontación y creciente incertidumbre política el Banco Central va a poder mantener la regla de intervención cambiaria con que venía amenazando hasta ahora para evitar lo que finalmente ayer no se pudo evitar: otra fuerte devaluación, en principio entre 15% y 20% según dónde se estabilice la tasa de cambio.
Muchos se preguntan si el presidente Macri va a poder mantener la regla de absoluta libertad cambiaria hasta el final de su mandato. Si cuida las reservas y no vende como ayer, se le dispara el dólar, la inflación y puede impactar duro en la calle y los supermercados. Si trata de contener al dólar rifando reservas, es pan para hoy y hambre para mañana, peor tratándose de un Gobierno que muy posiblemente termina mandato en pocos meses.
Por lo pronto ayer se dejó que el mayorista volara hasta 60 pesos sin intervenir, se aumentó fuerte 10 puntos las tasas de las Leliq hasta 74% y recién vendió el Gobierno, apenas 100 millones, en licitaciones entre 55 y 53 pesos. Decidió intervenir, pero sin rifar reservas lo cual es muy responsable, pero asumiendo una devaluación fortísima en una sola jornada, proceso que nadie sabe si está terminado.
En caso que el Gobierno no logre estabilizar el dólar en un nuevo valor de equilibrio para esperar a los Fernández o el milagro en octubre, el compromiso para el presidente Macri ya pasará a mayores.
Podría poner en peligro la culminación normal de su mandato. Terminaría obligado a correr el riesgo de tener que implementar algún grado de control de cambios para cuidar las reservas, que es lo que le reclama la oposición hasta para deleitarse con que también este Gobierno tuvo que llegar a un cepo.
Aunque posiblemente también el FMI tarde o temprano se oponga a quemar reservas, ni hablar los bonistas y los que tienen depósitos en dólares en el sistema. De allí que aparezcan reclamos para que el Gobierno pacte un régimen cambiario de transición con la oposición que ganó las elecciones para cuidar las reservas hasta la llegada de un nuevo elenco a Casa Rosada.
De momento los números cierran más de lo que parece en el corto plazo. Hay devaluación y caída en los precios de los activos, bonos y acciones. Pero no hay riesgo sistémico. La gente compra dólares y los deja en el sistema, quien prefiere retirarlos o girarlos legalmente al exterior puede realizarlo sin problema.
Mirando la corrida de ayer, puede aparecer un nuevo valor de equilibrio en torno de 60 pesos, sin llegar a una híper o a las experiencias traumáticas de los años ´80 o los ´90, cuando la economía argentina no generaba u$s 30.000 millones de dólares de cosecha, no existía Vaca Muerta y se emitía dinero para pagar los sueldos en el Estado cada fin de mes.
Vale observar que el dólar contra la cantidad de pesos que hay en la economía no miente: Mauricio Macri heredó $ 300.000 millones en Lebac de Cristina a fin de 2015.
Ese pasivo del Banco Central (BCRA), producto de la inflación, la emisión, la indexación del gasto público y el gigantismo estatal es lo que el Presidente nunca pudo bajar. En lugar de emitir moneda, lo financió con deuda y también con algo de emisión.
Hoy, ese tsunami de pesos heredado y fuertemente aumentado se le multiplicó por 4. Las benditas Leliq hoy están en unos $ 1,2 billones. Se multiplicaron por 4, igual que el dólar, que pasó de $ 14 verdadero que recibió Macri en diciembre de 2015, a $ 56 que cerró ayer.
Por cierto, también se multiplicó por 4 la pobreza de todos los argentinos producto de las devaluaciones. Algo de eso explica el comportamiento del padrón electoral el domingo de las PASO.
Por Guillermo Kohan en El Cronista