Artistas y coleccionistas cuentan el por qué de su pasión. Pueden respirar, orinar y abrir la boca.
(Barcelona) Es sábado en el Diagonal Mar Centre, un shopping concurrido por familias que van a comprar y comer en su día libre. Esta tarde lo encuentra particularmente concurrido: a pocos metros de allí se acaba de suspender por lluvia un festival de reguetón y los adolescentes se amontonan en los locales de hamburguesas y aprovechan para ir al baño. Entre los jóvenes que van y vienen y el público habitual del shopping, se congregan unas cuantas mujeres con bebés en brazos. Algunas tienen carritos donde llevarlos, se hablan unas a otras, se ríen. De lejos podrían ser un grupo de mamis cualquiera, pero cuando una se acerca puede comprobar que, en realidad, son reborners.
El término "reborn" surge después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Alemania, grupos de mujeres recogían piezas rotas de muñecas que habían sufrido tanto como sus dueñas y con cariño y esfuerzo, las recomponían para las niñas que en medio de la miseria no podían adquirir unas nuevas. Reborn es renacer, dar nueva vida, y de algún modo este arte y la práctica de coleccionarlo también da nueva vida a sus protagonistas, no solo a través del objeto, sino de las redes que se tejen para lograr la perfección en un proceso minucioso y detallista.
Las reborners
"Si un hombre colecciona muñecos o coches no pasa nada, pero si una mujer colecciona bebés la gente juzga y opina. Lo primero que te dicen es ¡tú estás loca! Esa es la palabra que les sale", dice Tere (de Los Reborn de Tere), unos días después de la juntada en el centro comercial, en diálogo con Infobae. Ella es reborner, o sea, artista reborn, una persona que de un kit básico de vinilo (puede ser silicona) crea una nueva pieza. Tere sabe que muchos la juzgan con la mirada y que muchos más admiran su trabajo, pero no le importa, ella organizó la reunión y está feliz con la convocatoria.
Tere empezó hace unos años coleccionando y luego se lanzó a crear, primero para su niña (de 5 años en la actualidad) y después por encargo. "Nosotras pintamos el vinilo de modo que al final parece un bebé real y simulamos todas las características desde las venas, hasta las rojeces, los labios, las pestañas, todo. Hay dos maneras de renacer un bebé: la primera es hacerlo a criterio de la reborner, con una base que le guste, que sería un kit. Luego hay otro tipo de renacer un bebé que es buscar un kit que se asemeje a un bebé real, luego de que te enviaran una foto, que a veces puede ser su hijo o su nieto, entonces le hace ilusión o le hace gracia que se parezca, eso es muy difícil, aunque hay artistas que lo hacen", explica.
De ahí, la fantasía de que el bebote reemplace a una persona de verdad, un bebé fallecido o un hijo que se fue. No es el caso de Tere, ni de la mayoría, que son coleccionistas y amantes de los muñecos y muchas comparten la pasión con sus hijos pequeños que se dan el lujo de tener una madre artesana. "No hay dos bebés iguales. Puedes empezar dos kits similares, pintarlos con las mismas pinturas, esponjas, y no te van a salir dos bebés exactamente idénticos. Un bebé solo me lleva dos semanas con pelo pintado, si quiero que sea injertado me lleva una semana más", explica la catalana.
Tere, como otras de sus colegas, comenzó aprendiendo de tutoriales de internet y luego se fue interiorizando a través de los grupos de Facebook. Después sí, vinieron los cursos que pueden costar entre 500 y 700 euros con los que se va acercando a la perfección. Tere llegó por YouTube, viendo a una mujer mostrando un reborn: "Yo dije ¡qué chulo, esto no es un Nenuco! Ahí empecé a buscar e investigar por internet, cuando vi que costaban 400 euros yo dije ¡yo no puedo hacer un gasto tan grande! Entonces empecé a participar en sorteos en los que aportas 3 o 4 euros, y me tocó un bebé. ¡Era hermoso, perfecto, me encantaba! Lo estuve achuchando un montón de tiempo, como una niña pequeña el día de Reyes. Ahí fue que dije 'yo quiero más´, entonces empecé a ver cómo se hacían y como siempre me gustaron las manualidades, pintar, dije voy a probar".
Tere se dio cuenta de que era buena en lo que hacía el día que salió con su hija llevando el reborn en el carrito y todos empezaron ¡qué bonito! "¿Dónde lo compras? ¿Tienes algún sitio para ver los que haces?, me dijeron, y en ese momento mi sitio era la galería de mi móvil… Y así una cosa con otra empecé a vender. No es que venda muchísimos bebés porque hay mucha gente haciendo, no vivo de esto porque no hay márgenes grandes, pero me sirve para seguir perfeccionándome", explica Tere.
La juntada en el shopping fue una iniciativa suya, que veía que eso se hacía en Madrid y otros sitios de España, entonces, ¿por qué no? "Con Eva dijimos podemos hacer una así y pusimos fecha. Ahí armamos un grupo de whatsapp, la publicidad, pusimos el día y el sitio y se apuntó un montón de gente, yo pensaba que íbamos a ser dos o tres. Éramos más de 15 con sus bebés, sus carritos, vimos a los bebés de las otras, los achuchamos un poquito, comimos y ya está, con ganas de la siguiente que será el 28 de septiembre en Plaza Catalunya". Tere tiene claro que los reborn le dan alegría y la posibilidad de conectarse con otras personas que gustan de lo mismo: "Yo no le hago mal a nadie, simplemente es una afición que no es tóxica. Un bebé despierta ternura, amor, no le veo nada malo. Peor es estar en el bar bebiendo".
La Eva de la que habla Tere (Cositas de Eva_Reborn) recibe a Infobae en su taller de Sabadell. Allí dispone de carritos de bebé, almohadones y ropita que ella misma confecciona. Para cualquiera que haya jugado con bebotes, tener en brazos un reborn es una experiencia, por lo menos, extraña. Pesa como un niño, se le ladea la cabeza como un niño, tiene el pelo suave de un niño, pero es un muñeco. Para cortar con la fantasía, basta ver las cabezas de vinilo en fila arriba de la mesa, las bolsitas con brazos y piernas y los pinceles con los que se hicieron las cejas de ese bebé tan bonito que estás cargando amorosamente.
"Soy coleccionista y artista reborn, me inicié en el mundo reborn hace unos dos años. El tiempo que le dedico es relativo, si tengo un encargo o una fecha concreta, las Navidades y las comuniones son épocas de muchos pedidos en las que llego a dedicarle diez horas por día. De todos modos, el tiempo que puedo, se lo dedico, es mi hobbie y me relaja mucho", cuenta Eva que desarrolló un talento que salta a la vista en muy poco tiempo. Igual que Tere, Eva trabaja en vinilo porque es más barato que la silicona, pero no descarta aprender también esa técnica. "Lo más difícil de lograr es que parezca un bebé real", reconoce y cuenta que los que ella vende pueden costar desde 200 euros para arriba.
Madre de una jovencita de 13, Eva aclara que los reborn son una pieza de arte, no un juguete y que ella no juega con los bebés como mucha gente pensaría. De hecho, no fue coleccionista hasta que empezó a crearlos por sí misma: "Sí les cambio la ropa, lo accesorios, los peino, pero es porque hay que darles un mantenimiento, hay que quitarles el polvo, por eso los que tengo están bien tapaditos. Es como los coleccionistas de coches, tampoco se ponen en el suelo del salón de su casa a jugar con ellos, pero seguramente de vez en cuando les dedicarán un rato a darles un mantenimiento".
Es cierto que los bebés de silicona cuestan bastante más. La artista reborn Fanny Ruiz (Mis Sueños Reborn Fanny Ruiz) cuenta que los suyos a la venta van de los 600 a los 2 mil euros. Ella también aprendió viendo tutoriales y después haciendo cursos. "Les dedico todo el día, yo antes trabajaba de otra cosa, pero ahora me dedico exclusivamente a hacer bebés. Ahora vamos a empezar con las expos y tengo mucho trabajo. Entre los pedidos y las expos puedo estar 10, 12 y hasta 16 horas por día", cuenta Fanny.
La creadora explica que trabaja tanto en silicona como en vinilo, aunque "son técnicas totalmente diferentes, pero cada una tiene su encanto y su ternura". Fanny usa pinturas de secado al aire y polvos matizadores, muchísimos pinceles y pelo natural, a diferencia de Eva, por ejemplo, que prefiere el moahir o la alpaca. También explica que el precio del producto va creciendo de acuerdo a los extras: "Si tiene el sistema de pipí o respiración y otras cosas que hay, el precio va subiendo. Cada vez hay más cositas para que parezcan más reales y es impresionante". España se ha destacado como industria del reborn, ya sea en grandes escalas como en pequeñas productoras, por eso Fanny puede elegir como referentes "en vinilo, Beatriz Clemente y en silicona, Cristina Iglesias".
La número 1
Referente, empresaria, innovadora, Cristina Iglesias ha dado el gran salto en materia de bebés reborn en España y en el mundo. Esta mujer joven y pujante comenzó como técnica de efectos especiales, trabajó en cine y hoy dirige Babyclon, la compañía europea más importante en materia de bebés de silicona que exporta a todo el planeta. Allí van bebés rubios, negros, castaños, prematuros, con rasgos asiáticos o de elfos. La fantasía y la realidad se mezclan en sus manos y ya no hay límite para la imaginación.
Iglesias continúa trabajando con efectos especiales, pero encuentra en Babyclon una marca consolidada. "Se posicionó enseguida como una marca referente mundial. Después de esto hay que estar a la altura y mantenerlo, por eso hay que estar cada día luchando por no perder lo ya logrado", cuenta la escultora y empresaria, en diálogo con Infobae. Ella es la que pone la piedra fundamental para que luego artistas como Eva, Fanny o Tere hagan su magia sobre lo que ellas llaman "el kit".
"Nosotros seríamos la fábrica, empezamos el producto desde cero. Los artistas reborn lo que hacen es comprar el kit que puede ser de silicona u otro material y ellas lo ´rebornean´, lo pintan, le ponen el pelo. Nosotros también vendemos las esculturas terminadas pintadas y con pelo. Ofrecemos ambos productos", explica la CEO y fundadora de Babyclon, la empresa emplazada en Tarragona que hoy tiene siete empleados en planta y otros tres trabajadores autónomos más, que se suman para determinadas tareas.
Iglesias es escultora, la mejor en su campo, y rara vez delega esta tarea: "Hacer la escultura es un trabajo muy innato, se puede aprender claro que sí, pero no es como cualquier otra técnica a la hora de realizar los bebés, como puede ser la pintura o echar la silicona en el molde, que son técnicas que se pueden aprender, la escultura al final por mucho que tú insistas en enseñarle a una persona que no se le da bien, tampoco se le va a dar bien. Pues yo sí que he contado a lo largo de estos años con varios escultores que me han ido haciendo alguna escultura, en tres o cuatro ocasiones, pero normalmente las hago yo".
Mujer de decisiones, Cristina se hizo un lugar en una industria que no existía en su país, no de este modo. "Yo empecé muy joven con los estudios de efectos especiales y no había tantos lugares donde formarse en España, ahora hay algún ciclo de grado superior, pero por entonces no, así que hice maquillaje artístico porque me quería dedicar a los efectos especiales y era lo más similar que había. Luego tuve la suerte de entrar como aprendiz en un estudio de efectos especiales en Madrid. Allí aprendí algunas cosillas, conocí gente y luego ya me fui al País Vasco, donde yo he tenido ahí mi máxima formación –aunque siempre he sido autodidacta- apoyada por Gorka Aguirre que para mí fue mi maestro y así será siempre", recuerda Iglesias que también le adjudica parte de su éxito a "la suerte de estar en el momento y en el lugar correcto".
Hay bebés reborn que hacen pis, que abren la boca, hay algunos que incluso respiran. Babyclon tiene un modelo para cada necesidad y esta fue una idea que Cristina Iglesias tuvo desde el comienzo. "Yo tengo todo muy en mente porque vengo de los efectos especiales, entonces para mí es muy normal pretender que las cosas tengan movimiento, que hagan que los bebés sean algo más que una simple escultura. Eso ya estaba en mi chip por la profesión de la que venía. En este caso con los bebés, decido empezar a ponerles 'extras' primero por petición de la gente que hace comentarios como 'solo les faltaría hacer esto' o ´solo les faltaría hacer lo otro´ y además por mantenimiento de la marca", desarrolla la empresaria que sigue buscando la evolución de sus reborn. Además de proveer a coleccionistas de España, la empresa exporta muchos bebés a los Estados Unidos y a diferencia de lo que podría creerse, según Iglesias "los consumidores no son gente muy adinerada, son personas de un nivel adquisitivo medio".
La competencia es casi nula, Babyclon es único, pero no pueden quedarse atrás: "Siempre tenemos sistemas y extras que podemos añadir a los bebés que nadie más los puede hacer. Por ejemplo, nosotros tenemos un extra que se llama ´cabello definitivo´, que es un tipo de cabello que no sea cae nunca. En los bebés de silicona hay un problema que es que el pelo se va cayendo, entonces implementamos un sistema con el que no se cae. También metemos motores de movimiento dentro de los bebés, que puedes controlar mediante una emisora de radio control, todas esas cosas nacen por la necesidad de estar siempre un paso adelante. Babyclon es una marca a la que no se ha podido superar".
Hace un tiempo se hizo viral un video en el que podían verse a tres bebés Avatar, azules, raros, realistas. En el video se veía una mano humana que les movía las manitos, los acomodaba, incluso parecía que estaban abrazados. Esos bebés fueron creación de Cristina Iglesias que cuenta cómo a partir de eso, logró un interesante acuerdo con la compañía cinematográfica de Avatar: "Creamos un bebé Avatar, como tantas otras creaciones que hacemos, y me lo llevé a Colorado, Estados Unidos, a una exposición de bebés reborn que hay allí y ganó como 'Mejor escultura de silicona de fantasía´. Ya era conocido nuestro bebé Avatar y ahí se dio a conocer más. Todo empezó de repente, yo publiqué un video, se hizo viral y empezamos a hacer seguidores, seguidores, seguidores, la página nos subió a 170 mil y ahí fue cuando nos contactó la Fox a nosotros y nos ofrecieron la licencia oficial".
Iglesias recuerda el momento con una sonrisa: "De repente me encontré con 10 mil mensajes en el buzón ¡tengo hasta la foto hecha del numerito en el ordenador! Era una locura, imposible contestar todo aquello". Aún lo siguen fabricando y siempre hay algo de stock de ese modelo aunque suelen trabajar por encargo. ¿El precio? 1.800 euros.
"Por mes salen aproximadamente 30 bebés reborn, cada Babyclon (pintado y terminado) pasa por las manos de entre 5 y 6 trabajadores. Lo que sigue es la presentación de nuestro baby gorila muy chulo, que será la segunda escultura animal que ha hecho Babyclon, después de un cachorrito de perro. Como extra, en este momento tenemos previsión de sacar para Año Nuevo un sistema en el que el bebé pueda cerrar y abrir los ojos, sin mecanismos de motores, simplemente manual y que responda a lo que tú quieras en ese momento, si quieres que esté durmiendo o despierto", adelanta Iglesias, desde donde la magia ocurre.
Coleccionistas, artistas, empresarias, los bebés reborn están revolucionando el negocio de los bebotes a paso firme. Hay quienes los guardan bajo siete llaves, hay quienes se los regalan a sus niñas, también se han usado en residencias para adultos mayores como un modo de sobrellevar mejor el Alzheimer (los viejitos conectan con los bebotes y eso les causa cierto alivio). Y aunque verlos sea impactante, al rato ya es imposible negarse al suave abracito de un bebé. Aunque sea un reborn.