El sangriento hecho se registró en la provincia de Salta. La víctima tenía 68 años.
Un crimen tiñó de sangre el umbral de una despensa ubicada en el mítico barrio San Antonio en la zona conocida como Bajo Chico.
Ocurrió en la mañana de ayer, cerca de las 8.20, cuando Santos Colque llegó a un negocio de calle Astigueta al 1700 y le pidió desde atrás de la puerta a la mujer que atendía unas tiras de pan y un par de tortillas.
Cuando la mujer estaba preparando la bolsa con el pedido vio que tres personas se acercaron al cliente. Luego relató que sintió un golpe y cuando salió vio al hombre tendido en el umbral de su negocio, casi sin vida.
Los agresores se alejaron rápidamente del lugar pero su fuga fue advertida por el vecindario.
Además, los atacantes, según una fuente, no fueron muy lejos y minutos más tarde, corroborada la muerte de Colque, los mismos fueron ubicados en las inmediaciones, siendo detenidos en calidad de sospechosos de homicidio.
Vecinos alertaron rápidamente sobre la cobarde agresión sufrida por el la víctima, y al llegar al lugar la fuerza pública constató la gravedad del caso. Personal médico corroboró que el jubilado ya se encontraba sin vida cuando lo examinaron. Los efectivos preservaron el lugar del hecho acordonando la zona y evitando que los curiosos contaminen la escena.
Minutos después la Fiscalía de Graves Atentados en turno ordenó la búsqueda de los sospechosos y su detención, además de las pericias criminalísticas.
Horas después, en Villa San Antonio se hicieron presentes los peritos del Cuerpo de Investigadores Fiscales. Mientras eso sucedía la Policía demoraba a tres personas involucradas en el hecho.
El crimen se produjo antes de las 8.30 y el alerta se recibió según la Policía a las 08.42.
El llamado al Sistema de Emergencias 911 dio cuenta sobre la presencia de una persona herida en inmediaciones de calle Astigueta esquina Los infernales de Villa San Antonio, pero no dio precisiones.
La intervención policial fue inmediata, en tanto, personal de salud que arribó al lugar e informó el deceso de un hombre de 68 años, quien presentaba heridas de arma blanca en distintas partes del cuerpo.
Al parecer el hombre fue ajusticiado de manera intempestiva y sin discusión de por medio.
Algunas versiones en la zona hablan de un crimen en ocasión de robo; sin embargo, otras voces dijeron que habría una diferencia por cuestiones de denuncias de vieja data.
A partir de las testimoniales obtenidas en un negocio y entre el vecindario, la División Homicidios junto con investigadores del sector 5B demoraron a los tres jóvenes que fueron a puestos a disposición de la Justicia, para establecer su participación en el hecho.
Una fuente aseguró anoche que se trata de jóvenes adictos a diversas sustancias, entre ellas el alcohol y las drogas que abundan en la zona del Bajo Chico, el paraíso y el infierno de cientos de jóvenes que desfilan de noche y de día en busca de las sustancias.
La causa se encuentra a cargo de la Fiscalía de Graves Atentados contra las Personas 1.
El móvil, locura
Una fuente de seguridad dijo anoche que los testimonios de los vecinos llevaron a pensar a "prima facie" que se trató de un asalto al voleo, realizado por tres jóvenes que estaban según se dice "volando en la droga".
Esto fue confirmado por la mujer que atendía la despensa que aún no había abierto las puertas, conociendo la inseguridad de la zona en las primeras horas de la mañana cuando la actividad fuera de la ley cesa por un lapso.
La comerciante dijo que el jubilado le golpeó la puerta y cuando ella regresaba sintió los golpes y la caída de su cliente. "Se trató de un ataque artero y fulminante", describió un policía que estuvo en el sitio de los hechos.
La zona de El Bajo mantiene a pesar de los años su eslogan: prostitución, droga y muerte.
El sexo ya no es el negocio
En esa parte de Villa San Antonio muchas cosas cambiaron pero en sus calles sigue imperando la inseguridad.
Ninguna política pudo erradicar los males de ese lugar.
En el corazón del Bajo Chico hoy solo quedan ruinas de las casas de cita y de los antiguos prostíbulos. En esa zona solo se pueden ver taperas y viviendas muy precarias y decenas de casas derruidas, abandonadas por lo difícil que se le hace vivir a las personas que no comparten la filosofía de la villa.
Esas viviendas hoy son el aguantadero de cientos de adictos, que llegan allí desde todos los puntos a buscar el fuego para su infierno.
Fuente: El Tribuno.