La cantante recordó su dura historia familiar, marcada por la violencia de Ramón Valentín Jiménez, quien murió en 1975
La infancia en Tucumán de Gladys Jiménez, conocida popularmente como La Bomba Tucumana, estuvo marcada por la violencia que sufrió, al igual que sus hermanos y su madre, de parte de su padre. La cantante ya había contado sus padecimientos pero, en su paso por el programa PH, Podemos Hablar, abrió su corazón como nunca y, entre lágrimas, dijo que le gustaría poder estar cara a cara con él para decirle que a pesar de todo lo perdona.
El hombre, llamado Ramón Valentín Jiménez, trabajaba como policía y, según el relato de la cantante, era alcohólico. Los únicos recuerdos que guarda de él son de cuando vivían en una casa muy humilde y él golpeaba salvajamente a su madre: "Nos maltrataba, nos hacía de todo. A mí me descalzaba y me tenía caminando sobre el maíz durante horas".
Su vida cambió cuando su madre tomó la decisión de escaparse: "Sentía que me había abandonado pero no fue así: se escapó porque se iba a morir cualquier día. Veía a sus hijos que la ayudaban cuando quedaba casi muerta, ensangrentada y, te imaginás, nosotros éramos chiquitos. Acá se me abre el corazón porque cuando uno va madurando se va dando cuenta de muchas cosas y no quiere quedarse con nada ni dejar de decir algo que siente por la opinión de la gente".
Finalmente ella y sus hermanos se fueron con su madre y lograron rehacer su vida. Ella forjó una exitosa carrera musical y en los últimos años tuvo un resurgimiento mediático a raíz de su participación en el Bailando. Su padre murió en 1975 "en un enfrentamiento con la guerrilla", en su función como oficial de la policía de Tucumán.
"Me hubiese gustado tener una charla con él antes. No en aquel momento porque era muy pequeña pero tengo eso en mi corazón, y siempre le digo a Dios que ojalá mi padre pueda escucharme para preguntarle por qué hizo tanto mal. Por qué me dañó así el alma, por qué golpeaba así a mi madre. Cuál era la razón. Me encantaría poder tenerlo para sentarme a tomar un café. Me hubiese encantado que mi hijo tuviese un abuelo. Me hubiese encantado que me viera triunfar y un montón de cosas que no pude vivir", dijo.
Entre lágrimas, contó que actualmente vive con su madre, Adela Juárez, que tiene Alzheimer, y aseguró que, a pesar de todo, perdonaría a su padre: "Disfruto de besar a mi mamá y decirle lo mucho que la amo y cuidarle el pelo, las uñas… Ese amor que un hijo le puede dar a un padre me hubiese gustado dárselo a él a pesar del daño que me hizo porque es algo que trato de perdonar. Quiero perdonarlo, me gustaría tener esa charla. Decirle: 'Mirá todo lo que logré a pesar de todas las cosas feas que viví'".
Y concluyó: "Soy muy católica y trato siempre de pedirle a Dios que me ayude a sanar eso. Hice terapia por ese gran dolor de no entender esas cosas tan espantosas. Llegué a decir que mi padre era un asesino cuando se murió. Tenía diez años y no quería ir al velatorio porque lo odiaba y le tenía miedo. Solo tengo recuerdos de cosas feas, como cuando golpeaba a mi madre o me pegaba a mí con un látigo".