El arquero ex-River contó todos los detalles acerca de aquel momento histórico ante el delantero de Boca, por la Copa Sudamericana 2014.
De todas las atajadas que Marcelo Barovero realizó en sus 168 partidos en el arco de River, ninguna es más determinante que ese penal a los tres minutos de la semifinal de vuelta de la Copa Sudamericana 2014, en el Monumental, ante Boca.
Casi cinco años después de aquel momento histórico, el hoy arquero de Rayados de Monterrey contó los secretos detrás de la atajada ante Emmanuel Gigliotti que lo consagró en el arco del Millonario.
Trapito reveló cómo vivió la previa de ese Superclásico, con la presión de saber que habían igualado 0-0 en el choque de ida. "Era un partido clave, lo sabíamos todos, y yo lo viví muy intensamente durante todo ese día: había que ganarlo y no me podían hacer goles. Me enfoqué en eso. Lo hablé a la tarde con mi hermano. 'Hoy tiene que ser el día', le dije. Recordé lo que me había contado Lechuga Roa, cuando era ayudante de Almeyda: cómo se había mentalizado antes de esa noche mágica de penales atajados que tuvo con el Mallorca. Eso también me dio fortaleza", aseguró.
"Cuando cobraron el penal creo que miré dónde estaba la puerta para irme", se sincera, entre risas, en declaraciones a La Nación, y continúa: "Acá no había VAR así que no quedaban dudas de que era penal. Me alejé de la jugada, traté de clarificar la mente, estar lúcido, empecé a tomar aire como nos había enseñado Sandra Rossi. A la mañana habíamos analizado los penales de Gigliotti con Nahuel Hidalgo (videoanalista) y 'Tato' Montes. Gigliotti tenía muchísimos penales pateados en Colón, San Lorenzo y Boca, y los vi".
"Yo no soy penalero, por eso traté de estudiar cada cosa. Me enfoqué en su carrera, ahí estaba la clave. En su velocidad y en cómo se perfilaba, en qué ángulo tenía, si podía abrir el pie o no. Como su carrera era lenta, había más posibilidades de que abriera el pie. Cuando le quedaba un paso para patear y no aceleraba supuse que no patearía fuerte, sino abriendo el pie, entonces ahí decidí tirarme hacia mi izquierda. Es decir: esperé hasta el final. Al llegar la pelota, yo estaba un poco pasado, pero alcancé a poner la palma de mi mano derecha y se fue para el costado", recordó el arquero de 35 años.
En la misma línea, el ex-Vélez y Necaxa, señaló: "A todos nos marcó ese partido de la Sudamericana con Boca: veníamos de perder contra Racing unos días antes y ahí se nos fue el campeonato, River acumulaba una sequía de 17 años en títulos internacionales, podíamos quedar afuera contra el eterno rival. Ese partido podía desestabilizar un poco la estructura, eso es lo que la gente identifica con aquella noche que significó tanto. Y además después salimos campeones, porque si no coronás, no es lo mismo. Aquel con Boca fue un partido bisagra no sólo para mí, sino para todo el plantel y para la gente".