A los 36 años transita un tiempo de grandes cambios y desafíos personales y profesionales. El año pasado contrajo matrimonio con el empresario italiano Walter Fara. Acaba de estrenar en cine The Last Man, su primer protagónico en inglés. Y publicó el libro Meditaciones para un viaje interior junto a su guía, quien hace nueve años la acercó a un camino espiritual que motiva su cruzada a favor de los niños y los animales y contra la violencia.
Algo del modelaje me incomodaba y no me llenaba, y esa necesidad de ir más allá, de transformarme, me empujó a buscar algo diferente. Tan diferente que terminé escribiendo un libro de autoayuda", sonríe Liz Solari (36), quien hace once años, en la búsqueda de su fuerza creativa, decidió ser actriz, y quien por estos días transita tiempos cambiantes: viaja bastante y su vida afectiva y laboral transcurre entre Europa y Argentina.
–Arranquemos por lo del libro. Una sorpresa… ¿Cómo surgió la idea de escribir Meditaciones para un viaje interior?
–Hace nueve años, mientras vivía una crisis personal, decidí instalarme en Inglaterra para estudiar actuación y estar sola. En ese momento apareció Cher Chevalier y se volvió mi consejera espiritual. No sólo eso: hace ocho años que medito y estudio con ella. Es una mística moderna, que ha dedicado su vida entera a Dios y a intentar hacer de este mundo un lugar mejor. Lleva escritos más de 30 libros. Junto a ella llegó Meditaciones…, que consta de 36 ejercicios de meditación guiados por mi voz. Ya me propusieron escribir uno nuevo. Definitivamente, la escritura es el comienzo de un nuevo camino que deseo explorar y desarrollar.
–¿Qué pretendés encontrar en ese camino?
–Aprendí a buscar hacia adentro, porque allí es donde vive la verdad. Ahí enfrento mi oscuridad y descubro y utilizo mi esencia amorosa. Revisando nuestro interior, los humanos tenemos la oportunidad de empezar un proceso de limpieza y acción responsable, para convertirnos en nuestras mejores versiones. Con el tiempo aprendí a entrar en estados profundos donde encuentro paz e inspiración. Esa inspiración me guía para ayudar a otros y contribuir al mundo en el que vivo. Me hago más fuerte cuando pido perdón, cuando ayudo, cuando agradezco hasta el fracaso, cuando sacrifico deseos personales en pos del bien común, cuando reconozco que no soy perfecta, cuando me respeto y valoro, cuando permanezco fuerte y uso mi poder para amar y traer luz y alegría a este mundo. A partir de ahí, las temáticas con las que más trabajo hoy son la defensa de los niños, los animales y la Tierra. Me nombraron Defensora de los Vulnerables.
–El 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, te convocaron para ser la vocera latinoamericana de una campaña –encabezada por la canción Lost Child–, que pretende ponerle fin a la violencia infantil. ¿Cómo surgió esa iniciativa?
–Nació en el Reino Unido, de la mano de mi asesora espiritual, que coescribió justamente ese tema para crear conciencia sobre la crisis que enfrentan los niños vulnerables del mundo, que sufren violencias como la trata, el trabajo, la prostitución y el matrimonio infantiles, violaciones, mutilación genital y guerra. El que desee conocer más de esa canción y colaborar, puede postear "Lost Child, Where Are You Now?"
–Lost Child habla del trabajo infantil y el abuso. ¿A vos te pasó algo parecido al haber iniciado tu carrera de muy chica?
–Cuando empecé tenía 17 años, una autoestima sólida y valores esenciales aprendidos de mis padres, que me enseñaron a valorarme y a cuidarme de forma sana. Eso me resultó suficiente para salir al mundo y enfrentarlo. Muchas veces me caí y volví a pararme, pero nunca permití que me falten el respeto o me hagan sentir menos, aun si eso me costaba perder un trabajo.
–¿Alguna vez intentaron abusar de vos a partir del poder?
–A lo largo de mi carrera tuve que enfrentar a hombres que buscaron utilizar su poder o autoridad para seducirme o manipularme. Nunca dudé en negarme. Por tal motivo he perdido trabajos… y los volvería a perder. Decir "¡no!" a tiempo es lo que todos debemos hacer. Y si el hecho avanza, denunciarlo. No debemos aceptar ningún tipo de violencia hacia nosotros ni hacia otros en nuestra sociedad. Por esta razón también soy parte de la campaña mundial Hands Off (Manos afuera), donde llamamos a denunciar a las personas violentas.
–Este año estuviste además en el Congreso de la Nación, llevando adelante un proyecto de ley que defiende los derechos de los animales.
–Sí. Estoy trabajando en su defensa, apoyando la reforma de la Ley 14346. Fui convocada a exponer y expresé que como país debemos considerar a los animales "seres sintientes", no cosas. En nuestra sociedad viven una violencia espantosa. Son víctimas directas, los últimos en la lista, y no tienen cómo defenderse. Pedimos que las penas por violencia animal sean efectivas, y altas las multas.
–¿Tu proteccionismo hacia los animales te convirtió en vegetariana?
–Fue uno de los aprendizajes de mi camino espiritual: ser inofensiva y compasiva con todos los seres. Esto quiere decir que mis palabras, pensamientos y acciones no les generen dolor, maltrato o muerte a otros. Sugiero al que lea esta nota que no deje de ver el documental Earthlings, que expone las vidas miserables, como esclavos, de los animales destinados al consumo. Conocer la verdad me despertó e hizo que dejara de comer animales. Luego abandoné el uso del cuero y otros productos provenientes de animales.
–Con tanto movimiento interno y compromiso social, ¿pensaste en dejar la actuación?
–No, no, no. Me apasiona actuar. Trabajo en el cine y la tele de Italia desde hace una década. Incluso este año estrené mi primer protagónico en inglés, The Last Man, junto al genio de Harvey Keitel y Hayden Christensen, quien se convirtiera en Darth Vader en Star Wars. En la actuación me pienso y me proyecto sin límites. Por suerte, mi carrera actoral internacional se desarrolló de forma natural, en paralelo con la de Argentina.
–Y en medio de ese proceso laboral y personal el año pasado te casaste, con la presencia de tus perros Ita y Frida, que llevó los anillos. ¿Qué cambió en tu vida desde entonces?
–Aclaro que no nos casamos dos veces, como se comentó: nos casamos por Civil en Italia y luego tuvimos una ceremonia espiritual en México, con un círculo muy íntimo…. ¿Qué cambió de mi existencia? Aunque vivo trabajando desde los 17 años –cuando dejé la casa de mis padres–, desde que me casé con Walter siento el deseo de armar una familia, tener hijos, crecer. Si algo aprendí en los últimos tiempos es que la felicidad vive dentro mío. En este último tiempo sané muchas cosas: miedos, inseguridades… Pero hay algo todavía mejor.
–¡¿Qué?!
–Me volví una persona más equilibrada y verdadera.