Nació hombre pero siempre se sintió mujer. Su mamá la convenció de que ocultara su identidad. Lo hizo. Se casó dos veces, tuvo dos hijas. Tras la muerte de su madre, por primera vez se animó a salir a la calle como mujer. Lo habló con su esposa, y hoy siguen juntos y felices. Una historia de amor, como todas, como ninguna
"Mi nombre era Cristian Carlos Eduardo. Un nombre de telenovela: Cristian Carlos Eduardo". Habla con una voz dulce y ronca, aminorada en sus graves por el efecto de las hormonas.
Tiene unos rulos que caen hasta sus hombros, donde empieza un vestido decorado con dibujos de papagayos. "Cuando elegí el nuevo quise mantener el que me habían puesto mis padres, así que hice un enroque de letras y me puse Cristina", cuenta.
Su nombre completo hoy es Cristina Montserrat Hendrickse, tiene 55 años, es abogada, profesora en un secundario, y vive en Villa Urquiza con su esposa y tres de sus hijas: Ailén (18), Ailín (15) y Abril (10).
"Fui Cristian durante 50 años, pensé que me iba a costar responder a un nombre distinto, por eso dejé el Cristina también. Y me puse Montserrat de segundo por la virgen 'la morenita', que es una virgen negra que se ocultó en una cueva en la sierra de Montserrat, en Cataluña, cuando fue la invasión musulmana", cuenta.
La leyenda dice que cuando los musulmanes se fueron de Cataluña, se escuchó durante siete días un coro de niños que venía desde una cueva. Ahí encontraron a la virgen negra. "Elegí Montserrat porque mi familia es catalana y porque es una virgen que se tuvo que esconder, a la que le costó mucho tiempo salir, más o menos siete siglos… Y eso pasó con mi identidad: escondida en una cueva, distinta, sola, hasta que un día salió"
Ese momento para ella fue entre el año 2010 y el 2011. Hasta entonces, vivió una vida de ocultamientos y negación. Nació en 1964 durante el gobierno de Arturo Illia. Cuando era solo un nene, un día quiso comprar una ropa de mujer y su madre le dijo que podía, pero que tuviera en cuenta que sus hermanos se iban a reír, que en el jardín se iban a reír, que nadie iba a entender qué estaba haciendo y se iban a reír. Se resignó. Poco a poco, dejó de intentar ser una chica.
"Desde que tengo memoria me siento mujer. Quería usar lo zapatos de mi mamá y cuando ella dormía la siesta me los ponía. Bajaba las escaleras de la casa y si salía un vecino volvía corriendo y me metía adentro", cuenta desde su casa de Villa Urquiza.
A su lado, Lili -su mujer, 46 años- ceba mate. En el cuarto juega Abril -hija biológica del matrimonio- con sus dos hermanas mayores (hijas de Lili junto a otra pareja).
-Vení, hija -dice Cristina.
Ailén no quiere salir en la nota. Ailín está, pero en silencio. También está Alex, hijo de Lili, que tiene 24 años pero no vive con ellos. La que se suma con ganas de charlar es Abril. Tiene un look de chica canchera. Se ríe con alegría, más con curiosidad que con timidez. "Lo bueno es que cuando era hombre no me quería comprar ropa y ahora le gusta acompañarme y que elijamos juntas", dice.
"En la escuela a algunas amigas solo les importa ser mis amigas y no se intrigan por mi familia, y a otras les interesa saber más. Dicen que mamá tuvo la valentía de asumirlo, y que eso las unió a las dos, y que les gusta. Yo a veces digo 'mamá' y me preguntan cuál mamá, porque yo obviamente sé en cuál pienso cada vez que lo digo, pero ellas no saben".
Abril va la Escuela N°2 del Distrito 14. Cuando la fueron a inscribir, explicaron la situación: "Abril tiene dos mamás". Las autoridades lo tomaron muy bien. "Una docente nos dijo que era una novedad pero que para ellos era muy bueno, porque les servía para educar en la materia", cuenta Lili.
-Cuándo te preguntan cómo es tu familia, ¿qué decís?
Abril: Digo que tengo dos mamás. Una vez me preguntaron si era adoptada. 'No, no soy adoptada-dije-. Es que una de mis mamás antes era hombre y ahora es mujer'.
Mientras Cristina fue varón, vivieron en Zapala, Provincia de Neuquén. Pero una vez que asumió su identidad decidieron mudarse. "Cuando nos fuimos, una compañerita de Ailín le escribió por Whatsapp: 'Vos sos una puta porque vivís con una puta trans'", cuenta Cristina. "Acá por el contrario un chiquito le dijo: 'Tu mamá, la que antes era papá, ¿se cortó el rabanito?'. Es decir, una pregunta con curiosidad pero con un humor afectivo. Quería saber si me había hecho una cirugía de reasignación de género. Pero lo preguntó sin juzgar", dice.
En el año '84 Cristina -Cristian por entonces- se casó con su primera mujer. Siete años después nació Érika, su hija mayor. Con ella fue a la última marcha en contra de los travesticidios, y juntas apoyaron la causa trans. Cuando se separó de la madre de Érika, Cristina se fue a vivir a la Patagonia. Allí conoció a Lili, durante una visita de trabajo a Loncopué en el año 2005.
Lili: Cuando lo vi dije: 'guau'.
Cristina: Nos re-calentamos cuando nos vimos.
-¿Y cómo fue esa primera charla?
Cristina: Ella me dijo que se llamaba Lili pero después le pregunté el nombre tal como figuraba en el documento por un tema legal y me dijo Judith. ¿Cómo Judith?, pensé. Está mina está re pirada… Me sonó raro, ja, ja, ja.
Lili: Ahí le expliqué que mi nombre era Judith Liliana, pero en un pueblo te llaman de un solo modo. A mí me decían Lili. Me acuerdo que hablamos como dos horas. Me impresionó su presencia, su voz, todo.
Cristina: Y ahí quedaron varias cosas por hacer porque yo no quería liquidar tan rápido el tema porque me había gustado…
Lili: Ahí ya quedamos en contacto y a los pocos meses estábamos de novios.
Estuvieron en pareja un tiempo y se separaron. Lili volvió con su ex, Cristina -Cristian entonces- se fue para Buenos Aires. Volvió a Loncopué dos años después, recién en el 2007, y ahí comenzó nuevamente el amor.
En agosto de ese año se fueron a vivir juntos. Al poco tiempo murió la madre de Cristina. Entonces empezaron a buscar a Abril, que nació en noviembre del 2008. Y entonces, aunque no lo supieran, nació alguien más. "Mi madre fue la primera en saberlo, pero me fue convenciendo de que no era conveniente. Es probable que tras su muerte algo en mí se haya animado a salir", dice Cristina.
-Como hombre, ¿se notaba su identidad de mujer?
Lili: No. Como hombres era muy rígido. Camisas bien planchadas siempre. No podía regalarle nada rosado ni amarillo, solo blanco o celeste. El traje tenía que estar siempre prolijo, el pelo super corto. Todos me decían: 'Tenés un marido re militar…'.
-¿Cuándo lo empezaste a percibir?
Lili: Me costó mucho. Fue la más grande de las nenas la que se dio cuenta primero. Un día Cristina salió de la casa y se me acercó Ailén y me dijo: 'Un día Cristian va a venir con pollera y vos ni cuenta te vas a dar…'. Tenía 15 años en ese entonces. Mirá un poco, me dijo: 'Se depila las cejas, se cuida las uñas, se depila el cuerpo, está dejando el pelo largo, se pone protector…'. Yo ni cuenta me había dado. Un día me mostró una remera rosada que se había comprado y dije mirá vos, ¿la vas a usar?
En el año 2010 Cristina empezó a viajar a Buenos Aires cada tres meses para ver a su hija Érika. En un momento, comenzó a comprarse cosas de mujer por internet antes de cada viaje. Le decía a Lili que tenía que trabajar en la computadora de noche y en soledad, furtivamente, compraba ropa y maquillajes online y se lo mandaba a su departamento de Buenos Aires.
"Cada tanto pensaba: yo no puedo tener esto, está mal, y agarraba y tiraba todo. Ropa nueva, maquillajes, todo a la basura. Como si tirándolo tirara también mi identidad. Yo era mi primer transfóbica", cuenta.
-¿Cuándo fue la primera vez que saliste a la calle como mujer?
-Fue un día del 2010 a la una de la mañana. Salí descalza para que no me escucharan los vecinos ni ladraran los perros. Ya en la calle me puse las chatitas y salí a caminar por Villa Urquiza. Caminé mucho. Caminaba y no quería que me miraran. Tenía una peluca en ese momento, todavía no me había crecido el pelo. Hacía mucho frío. Me acuerdo que caminé y fui hasta la casa de mis abuelos, en Blanco Encalada y Bucarelli.
-Imaginó que fue como un ritual, un bautizo…
-Sí. Yo me había propuesto salir hacía rato pero no me animaba. Me acuerdo que me maquillé mirándome al espejo y pensaba en no parecer un gato. No quería que me ofrecieran plata. Aparte era flaca en ese momento, ahora no me para nadie (risas)… Yo solo quería pasar como una señora de mi edad.
-¿En qué pensabas mientras caminaba?
-Iba concentrada en caminar bien. Lo más difícil era eso: cómo caminar. Iba mirándome en las vidrieras, corrigiéndome. Salí a observarme a mí.
-¿Por qué pensás que fuiste hasta lo de tus abuelos?
-De chica jugábamos con mi prima a las señoras en lo de mi abuela. Supongo que me acordé de ese lugar de la infancia y dije: ahí estaba yo, no en la que me obligaron a ser.
-¿Tu abuela te apoyaba?
-Sí, me apoyaba. Supongo que ella ya sabía. Me acuerdo un día que me enojé mucho porque estaba re feliz jugando a la señora y me dijo: "Bueno ahora tenés que volver a ser Cristian porque viene el abuelo y estas cosas no le gustan".
-La casa de Blanco Encalada fue donde nació Cristina.
-No, Cristina nació en lo de mis viejos, pero en la casa de mi abuela fue donde Cristina fue libre por primera vez, porque ella me dejaba.
-Y después de esa primera caminata, ¿qué siguió?
-Quería animarme a tomar un colectivo. Y funcionó. Subí y me dijeron "señora". Era el año 2010 o 2011 ya. La sociedad hablaba del matrimonio igualitario, todo ese tema en su momento explotó y sin dudas eso me ayudó a aceptar mi identidad. Si hubiera surgido en la sociedad de Bolsonaro probablemente no me hubiera animado.
-¿Cuándo lo blanqueaste?
-Lo tuve que contar porque Lili sospechaba que yo tenía una mina, que viajaba a Buenos Aires por una amante, entonces se lo tuve que contar. Porque además había otra mina: ¡era yo!
-¿Vos sospechabas eso, Lili?
Lili: Yo pensaba que se estaba terminando el matrimonio y no me daba cuenta. Siempre habíamos dicho que si algo no funcionaba lo teníamos que hablar y separarnos. Pero no era eso… Un día vino con un pantalón chupín celeste claro y me preguntó qué me parecía. Me llamó la atención. Y después me dijo que quería depilarse porque se veía mejor. Y después me empezó a preguntar qué opinaba de la gente trans. Y justo salió una noticia de un policía de la Federal que cambió de género y su esposa lo acompañó. Y me llamó y me dijo "mirá", y me preguntó qué me parecía. Yo le dije que me parecía genial. Así hasta que un día me llamó a la habitación y me mostró ropa de mujer que tenía escondida en el baúl del auto. "¿Y si te digo que a mí me gusta ponerme esto?", me preguntó. No sabía qué decir.
-¿Cómo siguió todo?
Lili: Esa noche no dormí. Pensé que se había terminado todo porque si ella era igual a mí, si era una mujer, entonces le gustaban los hombres. "Chau, se murió mi pareja", pensé. Y al día siguiente junté fuerzas y le pregunté qué éramos ahora. Y me dijo que seguía enamorado de mí, que no le gustaban los hombres, que solo era un tema de identidad.
-¿Qué le dijiste?
Lili: Que si era eso, a mí no me importaba, que a mí me gustaba ella como persona, que eso era lo importante, lo que está adentro.
-¿Nunca te gustaron los hombres?
Cristina: Nunca, siempre me gustaron las mujeres.
Lili: Ahí se relajó todo. A los pocos días me contó que necesitaba ropa interior y fuimos juntas a comprar. Pero nos daba vergüenza, entonces le decíamos a la vendedora que yo quería comprar un corpiño para una amiga más grandota. Entraba a probarme y ya dentro del vestidor gritaba: "Cristian, vení a decirme qué opinás", y ahí entraba él y se probaba. Nos matábamos de risa.
-¿Siguieron teniendo la misma relación amorosa y sexual desde entonces?
Lili: Sí, siempre. Todos los días son distintos, como en toda pareja. Al principio me costaba entenderlo. Me preocupaba el entorno. Qué iban a decir en mi trabajo. Fui a terapia. En un momento me dijeron: "No te pierdas vos, no vaya a ser cosa que por respetarla a ella te resignes vos". Y yo me puse a pensar: "¿Qué quiero yo? Quiero estar con ella".
-¿Se lo contaron a las chicas entonces?
Cristina: Ahí yo tramité el DNI y durante un tiempo era Cristina en Buenos Aires y en Zapala, pero en la casa todavía era Cristian. Lili me cubría con las chicas, me decía vení ahora, vení después… ella se llevaba a las chicas, yo entraba como Cristina y me cambiaba. Hasta que un día entré y estaban en el living. Pero no les sorprendió. "Hola", me dijeron. Y después Ailín se puso a llorar y Abril le dijo: "Dejala ser como quiera ser ella". Tenía 7 años y le dijo eso: "Ella es feliz así y tenemos que aceptarla". Y después nos dijo: "Yo voy a tener dos mamás y voy a ser feliz".
-¿Y se cumplió? ¿Son felices?
Lili: Muy. Ella es mi complemento.
Cristina: Yo un día la vi mal y le dije: "No te pongas así, puedo seguir siendo Cristian si querés, lo fui 50 años para complacer a mi mamá… por vos o por las nenas lo puedo hacer".
Lili: Pero no quería eso. Iba a ser triste tener al lado a una persona que no era quien quería ser. Pensaba eso: "Quiere ser Cristina y lo reprime por mi. No. Eso es como una condena y yo no quiero ser alguien que condene a una persona que amo tanto".
Fuente: Infobae