La llaman la generación cautelosa ya que toma mejores decisiones y evita las peligrosas. Sin embargo, involuntariamente, los jóvenes de hoy se enfrentan a algunos riesgos mayores que sus predecesores.
Nacieron con teléfonos inteligentes, tuvieron una cuenta de Instagram antes de comenzar la escuela secundaria y no recuerdan un momento antes de Internet. La mayor diferencia entre los millennials y los adolescentes de la Generación Z, también conocida como generación posmilennial o centennial, está en cómo veían el mundo; los adolescentes de hoy difieren de los millennials no solo en sus puntos de vista, sino en cómo pasan la mayor parte de su tiempo.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de San Diego y Bryn Mawr College publicado por la Sociedad para la Investigación en Desarrollo Infantil, la trayectoria evolutiva de la adolescencia se ha ralentizado, y los adolescentes crecen más lento que antes. "En términos de actividades para adultos, los jóvenes de 18 años ahora parecen los de 15", explicó Jean M. Twenge, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego y autor principal del estudio.
Los investigadores examinaron la frecuencia con la que los adolescentes participan en actividades que realizan los adultos y que los niños no, como salir con alguien, trabajar por un salario, salir sin padres, conducir y tener relaciones sexuales.
Los hallazgos de la investigación revelaron que los adolescentes de la década de 2010 tienen menos probabilidades de trabajar por un salario, manejar, salir, beber alcohol, salir sin sus padres y tener relaciones sexuales que los adolescentes en décadas anteriores. "Nuestro estudio sugiere que los adolescentes de hoy se toman más tiempo para aceptar tanto las responsabilidades de los adultos como los placeres", señaló Heejung Park, profesor asistente de psicología en Bryn Mawr College y coautor del estudio.
"Los jóvenes pertenecientes a esta generación se caracterizan por ser nativos digitales, los dispositivos forman parte de su vida y les cuesta imaginar una vida sin ellos. Sin embargo, son conscientes de que algo hay que guardar para la intimidad y no exponen todo como los millennials, son más conscientes de los riesgos que acarrea tanta exposición", sostuvo en diálogo con Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Si bien en una amplia gama de comportamientos adolescentes de riesgo clásicos, se están volviendo más dóciles y responsables, toman mejores decisiones y evitan las peligrosas, los adolescentes de hoy se enfrentan a algunos riesgos mayores. La tasa de suicidio adolescente aumenta, y la incidencia de ciertos diagnósticos de salud mental también puede ser cada vez más común. Y, a medida que ciertos tipos de drogas se vuelven más peligrosos, las muertes por sobredosis aumentan, a pesar de que menos jóvenes las consumen.
Para el especialista, en general, cuentan con una base de personalidad más segura, sobre la que se montan oscilaciones en el ánimo y en el comportamiento. "Los vemos cambiantes pero seguros de sí mismos, no se quiebran fácilmente, tienen menos tolerancia a la frustración, pero también saben cómo salir de ella. Los sentimientos son fluctuantes, así como las conductas", explicó Ghedin.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, las tasas de relaciones sexuales, y especialmente las de riesgo, entre los adolescentes son más bajas ahora que antes. La mayoría de los adolescentes que tienen relaciones sexuales utilizan anticonceptivos. Y las tasas de nacimiento de adolescentes han disminuido en más de la mitad.
Los datos recopilados por la agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos demuestran que el porcentaje de estudiantes de secundaria que mantienen relaciones sexuales disminuyó a 42% de 62% desde 1991. Y también el número de relaciones sexuales con múltiples parejas: menos del 11% de los estudiantes de la escuela secundaria han tenido cuatro o más parejas, en comparación con el 22% en 1991.
Durante la adolescencia se producen cambios notorios en las formas corporales, en el pensamiento, en las emociones y, por supuesto, en la sexualidad. Los jóvenes se adaptan, modifican o se rebelan a las normativas que pretenden dirigir sus vidas. Se espera que la biología guíe las modificaciones corporales y a través de las hormonas el deseo sexual estalle en cada cuerpo como una experiencia genérica.
Sin embargo, para Ghedin, esto no es así; la biología puede modelar los caracteres sexuales externos, pero la sexualidad es mucho más compleja que el nivel de hormonas en sangre. La sexualidad es una trama subjetiva, psíquica y emocional que nos convierte en seres sexuados, con capacidad para decidir de acuerdo a lo que nos pasa internamente.
A su vez, los hallazgos del comportamiento adolescente evidencian un claro vínculo entre una actividad sexual más intensa y otras conductas de riesgo. Además aquellos adolescentes con más probabilidades de confiar sus preocupaciones en un amigo en lugar de un padre, y aquellos cuyos padres no siempre saben dónde están son más propensos que otros a participar en formas más intensas de actividad sexual. Por último, se encontraron vínculos potenciales entre las actividades íntimas intensas y el consumo de drogas, así como los síntomas reportados de depresión.
Según investigaciones recientes, los adolescentes jóvenes que beben, fuman o salen hasta tarde son más propensos a participar en todo tipo de actividad sexual. Es por eso que, para los especialistas, es necesario que exista una mejor comprensión de esta interacción entre las relaciones personales y los comportamientos entre las familias y en las escuelas, donde la educación sobre el sexo y las relaciones tiende a centrarse principalmente en actividades íntimas "intensas".
Las iniciativas que apuntan a minimizar el riesgo y promover el bienestar son cruciales para apoyar mejor a los jóvenes. Estos deben considerar una serie de comportamientos relacionados con la intimidad, la salud, la salud mental y las relaciones sociales. Esto asegurará que la intimidad se entienda como una parte normal del desarrollo, junto con otros tipos de experimentación. La intervención correcta en el momento adecuado puede garantizar que la vida íntima de un adolescente tome un curso positivo.
Si los jóvenes pueden aprender sobre la intimidad de una manera positiva en una etapa temprana, entonces esas buenas experiencias pueden construir bases que les ayudarán a lo largo de sus vidas.