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Somos Deporte

A 25 años del doping que terminó con Maradona en la selección argentina

La figura del combinado nacional se retiró de la cancha de la mano de una enfermera, que lo llevó a realizarse el control antidoping.

26/06/2019

La imagen de Sue Carpenter, la enfermera que se retiró del campo de juego de la mano con Diego Armando Maradona, es el principio del final que comenzó aquel 25 de junio de 1994, al cabo de la victoria de la selección argentina 2-1 ante Nigeria, por la segunda fecha del Grupo D del Mundial disputado en Estados Unidos.

Algunas horas después de aquella visión, la enfermera se convirtió en demonio para los argentinos. El control antidoping había dado positivo. "Me cortaron las piernas", fue la frase que utilizó el número diez al conocer el resultado: positivo por efedrina.

Un personaje importante en la historia es Daniel Cerrini, un fisicoculturista que, desde el año anterior a la cita mundialista, le confeccionaba la dieta a Maradona. Tan imprescindible era que lo acompañó en el país norteamericano. Tenía 27 años.

Al llegar a Estados Unidos y quedarse sin reservas para el regimiento alimenticio del futbolista, salió a comprar nuevos comprimidos. El quemador de grasas que consumía, Ripped Fast, no aparecía en las góndolas de los mercados de Boston y, en consecuencia, recurrió al Ripped Fuel, que contenía una pequeña diferencia devastadora.

El suplemento tenía la efedrina que toda Argentina conoció hace 25 años. Esa desemejanza liquidó a todos. Continuó la derrota ante Bulgaria 2-0 y la posterior clasificación a octavos de final, instancia en la que fue eliminado 3-2 en manos de Rumania.

El médico deportólogo, Néstor Lentini, presentó la defensa ante la FIFA con los suplementos. De nada sirvió. Cerrini, por su parte, quería demostrar que la sustancia no influía en el rendimiento del deportista, y para lograrlo, usó como ejemplo el jarabe para tos de los chicos, que llevaban pseudoefedrina. "No por tomarla, un niño va a clavarla en un ángulo como Diego en el Mundial", dijo en aquella circunstancia.

En las pocas entrevistas concedidas, el personal trainer asumió su error o "pecado", como marca el periodista Andrés Burgos en su libro "El último Maradona", que cuenta la historia completa. El hombre que tenía un gimnasio en el barrio de Belgrano alegó que la sustancia debería estar permitida en el fútbol, ya que "la mayoría de los deportes la aceptaba", aunque mencionó únicamente al fútbol americano.

Las repercusiones fueron mundiales. Las versiones, varias. La única certeza fue la descalificación del astro argentino de una Copa del Mundo que había encarado como si fuera la última y con la que buscaba repetir la imagen de 1986 levantando el trofeo. La foto que marcó el Mundial terminó siendo otra. Efectivamente, fue la última. Nunca más vistió la camiseta de la selección.