X
Revista

Los cinco lugares extremos del planeta que las personas no pueden conquistar

Montañas sin escalar, profundidades oscuras y mares inaccesibles. Riquezas de otro tiempo y enigmas que habitan en la superficie de nuestro planeta.

23/06/2019
Everest

Dos campos de exploración han inspirado por igual a la ciencia y la literatura: el cosmos y la naturaleza terrestre. Ambos confines tienen un denominador común: lo desconocido.

El narrador de Viaje al centro de la tierra, del maestro Julio Verne, sintetizaba esta idea mientras se sumergía en los misterios (ficticios) del planeta: "Me faltaban las palabras para expresar mis sensaciones. Creía asistir en algún lejano planeta, Urano o Neptuno, a fenómenos de los que mi naturaleza 'terrestial' no tenía conciencia".

Pasó más de un siglo y medio, y nuestro mundo sigue albergando grandes interrogantes. En 2005, sin ir más lejos, el estadounidense Dennis Schmitt "redescubrió" Uunartoq Qeqertoq, una isla groenlandesa que había sido cartografiada a mitad del siglo pasado, pero permaneció oculta por una capa de nieve y hielo durante décadas.

Cada lugar desconocido puede albergar especies originales, que se suman al casi millón y medio que ya conocemos y catalogamos. Un ejemplo. En 2018, luego de tres años de trabajo, la expedición al mar Caribe realizada por un equipo del Smithsonian develó el "rarofótico", un ecosistema completamente novedoso, con seis nuevos géneros y casi 30 nuevos peces e invertebrados.

Ya sea por su inhospitabilidad, difícil acceso o fauna salvaje, todavía hay espacios que se mantienen prácticamente exentos de la acción humana. Algunos están compuestos de hielo y otros de bosques, arena, agua o arcilla. Estos son cinco de ellos:

1) Gankhar Puensun: el pico más alto sin ser escalado

Retos que antes se consideraban imposibles, hoy son parte de paquetes turísticos muy cotizados. Así lo demuestran las fotos de largas colas para subir al Everest, cuyo récord de muertes parece desprenderse de la inexperiencia de nuevos escaladores, antes que de las inclemencias del clima.

Sin embargo, el marketing no siempre puede con la naturaleza y la cultura local. En Bután (un reino budista en el extremo oriental del Himalaya) se eleva el Gangkhar Puensum o "Pico blanco de los tres hermanos espirituales": la montaña más alta del mundo, entre aquellas cuya cima aún no se trepado.

La aclaración es importante, ya que si bien su altura es menor a la del Everest, la ausencia de servicios y la reticencia de los pueblos circundantes (que ven en ella "espíritus sagrados" y son amparados por la ley nacional) contribuyen a que esta situación se mantenga.

Aunque en 1922 se había realizado la primera medición del Gangkhar Puensum, los mapas siguen siendo inexactos. Con una elevación de 7.570, este gigante ha convocado a distintos aventureros a lo largo de la historia. En 1985 y 1986, fracasaron las dos expediciones más importantes. Recién en 1998 un grupo alcanzó, desde China, el pico de una montaña subsidiaria.

2) Cueva de Voronya: la más recóndita del mundo

También conocida como Krúbera, la de Voronya es la cueva más profunda de la tierra. La misma está localizada en Giorga (Cáucaso occidental) y forma parte del sistema de cuevas de Arábika, en los montes de Gagra.

Cada expedición arroja resultados asombrosos. En 2001, se había establecido un récord de profundidad de 1.710 metros. Tres años más tarde, se cruzó la marca de - 2.000 metros, nunca antes registrada por la espeleología (la ciencia que estudia las cavernas). Y, para 2012, el nuevo récord de bajada fue de - 2.191 metros. Los científicos especulan que aún no se llegó al piso. Sus galerías más profundas están cubiertas de agua y aún no se examinaron por completo.

En Voronya viven los artrópodos (un tipo de invertebrado) encontrados a mayor profundidad en la tierra. En 2010, un equipo ruso-español halló cuatro nuevas clases, que miden entre 1 y 4 milímetros, no tienen ojos, ni pigmentación.

3) Monte Roraima: el Jurasic Park de Sherlock Holmes

Roraima es el punto más alto de la cadena de mesetas tepuyes, localizada en la región de Pacaraima en América del Sur. Las cimas se reparten entre Venezuela (80 %), Guyana (15%) y Brasil (5 %) y datan de hace unos 2 mil millones de años (¡en el Precámbrico!). Esto las convierte en unas de las formaciones geológicas más antiguas del planeta.

El explorador inglés Sir Walter Raleigh fue el primero en describir estas impresionantes paredes verticales con techos casi planos, en 1596. Tres siglo más tarde, en plena época victoriana, los informes de expediciones a Roraima llevaron al escocés a Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes) a escribir su novela El mundo perdido.

Retomando la fantasía de Verne en Viaje al centro de la tierra, Conan Doyle imaginaba que estas mesetas inaccesibles albergaban enormes dinosaurios y plantas prehistóricas. Aquello que uno de sus personajes describía como "el sueño descabellado de un fumador de opio o bien la visión de un delirio"... se concretaría en Jurasic Park. De hecho, la película se inspiró en un libro del escritor Michael Crichton, el cual retomó la temática de Conan Doyle. Además, tanto la secuela de Crichton como la de Spielberg directamente llevarían como nombre El mundo perdido.

Actualmente se organizan misiones y visitas a algunas zonas de las mesetas, pero otros sitios -como el origen del río Mazaruní- siguen siendo casi imposibles de conquistar, incluso con la tecnología disponible.

4) Territorios de indígenas aislados: el abrigo de la biodiversidad

Según la organización Survival International, existen más de un centenar de pueblos indígenas aislados (o "no contactados") en el mundo. Se trata de grupos que no tienen relación con la sociedad mayoritaria dominante y que ven peligrado su hábitat, debido al avance de empresas mineras, ganaderas, petrolíferas y madereras.

Los especialistas enfatizan que los indígenas aislados no son "atrasados" ni "reliquias primitivas" de un pasado remoto: son nuestros contemporáneos. Y protegen regiones ricas en flora y fauna.

Estudios científicos señalan que las tierras indígenas son "la barrera más importante frente a la deforestación de la Amazonia". En Maranhão (Brasil) las últimas extensiones de selva que quedan se encuentran precisamente en territorios indígenas.

De acuerdo con la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), se concentran principalmente en la frontera amazónica, entre los límites de Perú, Brasil y Bolivia.

5) Lagos subglaciales: la puerta a otra era

El periodista Federico Bianchini, quien pasó un mes en el extremo sur de nuestro planeta, escribió que allí "el tiempo no pasa"; sino que "transcurre distinto, como el agua de la profundidad de un lago que circula cerrada en un espacio íntimo". La metáfora refleja una realidad.

Bajo la blancura antártica hay 400 lagos subterráneos, aislados de todo, incluso del reloj. Estos mantienen las mismas condiciones hace cientos de miles de años. Experimentan temperaturas que bajan más allá de los 0° pero no se congelan, debido a la presión del hielo que los recubre. Y son tan inhóspitos, que se asemejan a la de los océanos subglaciares de Marte y a las lunas de Júpiter o Saturno. Por eso, su conocimiento podría dar pistas sobre la biósfera en otros lugares de la galaxia.

A principios de este año, gracias al esfuerzo conjunto de técnicos, ingenieros y científicos, pudo extraerse una muestra de estas aguas, en el Lago Mercer. Las conclusiones fueron impactantes. Había bacterias, y restos de flora y fauna de millones de años de antigüedad.

Como dijo el famoso astrofísico Carl Sagan, "la superficie terrestre es la costa del gran océano cósmico". Su topografía es el resultado de un ciclo, que excede largamente la historia humana y la hizo posible.

Pero aunque sea solo un punto en el universo, este planeta -sus aguas, sus suelos, su cielo- alberga millones de formas de vida; accidentes geográficos y climas tan variados, que cuesta creer que pertenezcan a un solo lugar. El nuestro.

Fuente: Clarín