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Así viven hoy los ancianos de Rosario a dos semanas de ser abandonados por su hijo

Hilda y Hugo fueron dejados en la puerta de un restaurante con un par de bolsas y 500 pesos. Estuvieron más de 7 horas dentro del local hasta que finalmente fueron llevados a una comisaría.

21/06/2019

Pasaron más de 15 días desde que Hilda (89) y Hugo (92) fueron abandonados en la puerta de un bar del centro de Rosario por su propio hijo. Aquel día, la pareja de ancianos estuvo dentro del local por más de siete horas esperando que los fueran a buscar. Sin embargo, ese momento nunca llegó y los jubilados tuvieron que ser llevados hasta una comisaría, donde finalmente fueron rescatados por Raúl González, su otro hijo. Todo parecía que había concluido de la mejor manera posible. Sin embargo, a más de dos semanas, el drama parece que está muy lejos de tener un final y la situación cada vez se complica más.

Después de instalarse en la casa de Raúl y de que el foco de atención ya no se centraba en ellos, llegó "el día después". Y no fue fácil. Infobae se contactó con el hijo de los ancianos para conocer cómo habían pasado los primeros días de su nueva vida. Según relató el hombre, "el hacinamiento se hace cada vez más difícil", pues en la casa viven hoy seis personas: Raúl, su esposa, sus dos hijos y ahora sus padres. Y el espacio es muy reducido. Se trata de una pequeña vivienda de dos habitaciones, un pequeño living, una cocina, un baño y un patio.

"Tuve que darles mi habitación a mis viejos. Son dos personas grandes que necesitan su espacio. Con mi mujer dormimos en el living. Tengo dos hijos grandes que hoy no pueden hacer su vida. Sus amigos hoy no pueden venir a casa. Se trastornó todo y tenemos poco espacio. Pero lo peor de todo es que no me alcanza para nada la plata. Yo soy la única fuente de ingreso de este hogar y ahora son dos bocas más para darles de comer. Mi hijo se quedó sin trabajo y hoy está changueando", contó Raúl.

El hombre es un empleado municipal, monotributista, que apenas vive con lo justo. Hoy -comentó- apenas les alcanza "para comer polenta". "Si antes ya estábamos ajustando, hoy estamos peor", lamentó.

El campo de acción para Raúl no es muy amplio y la situación económica es apremiante, más allá de la gran cantidad de ayuda que recibieron de vecinos y gente de distintos lugares del país. "Cada tanto viene una ONG  a darnos cosas. Muchos nos traen comida o ropa y lo agradezco, pero no puedo vivir de eso. Necesito encontrarles un lugar donde se puedan quedar. No solo por nosotros sino por ellos también. Lo necesitan. De hecho no doy más de la espalda porque tengo que moverlos de un lugar para el otro. Es difícil", señaló.

Hilda, cuando toma conciencia de la situación, le hace saber a su hijo Raúl que es consciente de que "están invadiendo" el espacio. "Me cuesta decir la palabra invadir pero entiendo cómo se sienten", agregó. Hugo y su mujer reciben la jubilación mínima, pero este dinero todavía no puede ser ayuda para la familia. De acuerdo con Raúl, su padre "olvidó" el banco en el que cobra el haber mensual y por eso no han podido acceder a él. "Le pregunté y me dice que no sabe. En realidad mi viejo no sabe ni dónde está", remarcó. Además de la edad -tiene 92 años-, el papá es sordomudo y su capacidad de comunicarse es casi nula.

Sin rastros de Hugo (h) y a la espera de una ayuda

A los problemas económicos se sumaron otro tipo de situaciones que complicaron aún más la convivencia. La semana pasada Hilda fue internada por un severo cuadro de bronquitis. Estuvo varios días en el hospital aunque ya fue dada de alta y se recupera en casa, aún a la espera de que Hugo, el hijo que la abandonó en la entrada del bar, aparezca para decirle por qué los dejó.

"Parece que se lo tragó la tierra. No sé nada de él. La policía me dice que no hay novedad. Mamá piensa que le pasó algo, pero yo a esta altura creo que va a aparecer en algún momento", dice Raúl con absoluta seguridad para referirse a su hermano, con quien no mantenía relación alguna desde hace muchos años. "En sus momentos de lucidez, mamá me pregunta qué le pasó a Hugo y a veces me llega a decir que espera que vuelva para que estén otra vez juntos los tres viviendo. Pero en el fondo sabe lo que hizo pero aún no se explica por qué", contó Raúl.

Hilda, que es la única que expresa lo que siente, se muestra triste y acongojada. Por momentos dice que jamás va a perdonar a su hijo Hugo pero en otros el amor de madre puede más y solo manifiesta su deseo de que aparezca.