La declaración de un arrepentido complicó al ex jugador de Boca.
Implicó al ex futbolista y a la viuda de Pablo Escobar en el lavado de 3 millones de dólares a través de un mega proyecto inmobiliario.
Luego de la muerte de Pablo Escobar en 1993, sus enemigos se repartieron sus rutas y estructura. En Medellín, la oficina de Envigado- centro de cobro del narcotráfico y las extorsiones- quedó para los paramilitares que habían colaborado en su cacería. Su primer jefe fue Diego Fernández Murillo Bejarano (alias "Don Berna"). Pero cuando éste fue detenido en 2007, tomó el mando de la oficina Carlos Mario Aguilar (alias "Rogelio").
Toda esta reseña histórica recobró actualidad esta semana en el despacho del juez federal de Morón Néstor Barral. La razón: un arrepentido declaró que el ex jugador de fútbol Mauricio "Chicho" Serna (51) -estrella de la selección de Colombia y de Boca Juniors- fue testaferro de "Rogelio" en la Argentina.
La declaración del colaborador -que habló bajo reserva de identidad- fue tomada por fiscales de la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR) en Estados Unidos durante la primera semana de junio. Y se convirtió en una pieza clave de la causa en la que Barral ya procesó por lavado de dinero narco a Serna, a la viuda y al hijo de Pablo Escobar y al empresario inmobiliario Mateo Corvo Dolcet (54).
María Isabel Santos Caballero y Sebastián Marroquín (Victoria Henao Vallejos y Juan Pablo Escobar Henao), la viuda y el hijo de Pablo Escobar Gaviria.
"No voy a hablar del tema. Gracias por llamarme, pero del caso van a hablar mis abogados", le dijo el ex volante de Boca a Clarín.
El testimonio del bautizado "Colaborador A" cerró con las demás pruebas del expediente y también permitió que ahora el juez Barral procesara al colombiano José Byron Piedrahita Ceballos (59), eje del lavado de 3 millones de dólares y 1.700.000 pesos a través de emprendimientos inmobiliarios y gastronómicos concretados entre 2008 y 2017, principalmente en Pilar a través de Corvo Dolcet.
La nueva información que llegó vía los fiscales Diego Iglesias y Sebastián Basso complicó la situación de todos los acusados en la causa (ocho en total). Tanto Corvo Dolcet -cabeza de los negocios de Piedrahita en la Argentina- como el resto de los acusados habían declarado que, si bien conocían a Piedrahita, no sabían que se tratara de un capo narco.
Para ellos, aseguraron, sólo era un exitoso empresario ganadero. "Chicho" Serna sostuvo incluso que lo había conocido en un restaurante porteño cuando Piedrahita se acercó a pedirle un autógrafo.