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Venezuela: probaron lanzacohetes ruso que usa munición de racimo

Un video publicado muestra un lanzador BM-30 Smerch que dispara uno de sus letales misiles de 800 kilogramos con las polémicas ojivas.

29/05/2019

El ejército de Venezuela publicó el martes un video en el que muestra el "extraordinario poder de fuego" de sus lanzacohetes BM-30 Smerch, parte del extenso arsenal de fabricación rusa con el que cuenta el país y que ha quedado bajo la lupa a medida que la crisis política, social y económica se agudiza y crecen las tensiones regionales.

"Extraordinario poder de fuego de nuestra Artillería de Campaña", señala la cuenta oficial del Ejército Bolivariano en Twitter. "Sistema de Lanzacohetes Múltiple BM-30 Smerch, calibre .300 milímetros y capacidad de alcance de hasta 90 kilómetros", describe.

En el video que acompaña la publicación pueden verse dos de estos lanzadores en una extensa planicie, uno de los cuales dispara un cohete.

Los Smerch (Tornado) son lanzacohetes múltiples diseñados en la década de 1980 en la desaparecida Unión Soviética, y siguieron siendo fabricados, desplegados y vendidos por la Federación Rusa en los años posteriores, aunque ahora estén a punto de ser reemplazados en su país de origen.

Estos sistemas se basan en el camión de artillería MAZ Uragan y un lanzador, que cuenta con la capacidad de disparar hasta 12 cohetes de 300 milímetros, cada uno de los cuales pesa unos 800 kilogramos y mide casi ocho metros.

Diseñado principalmente para el fuego contra infantería y objetivos "blandos" (es decir sin blindaje), los cohetes disparados por los Smerch pueden llevar munición de racimo, de alto explosivo, fragmentaria o termobárica, distintos armamentos que producen una enorme destrucción y terribles heridas cuando son utilizados en zonas urbanas.

Esto es especialmente notable en el caso de la munición de racimo, que consiste en pequeños proyectiles liberados al explotar y que causan mutilaciones y heridas horrorosas, y ha sido prohibida por la Convención sobre Municiones de Racimo de 2008. Sin embargo grandes potencias militares como Estados Unidos, Rusia y China no la han firmado. Y tampoco Venezuela.

En teoría, los Smerch, que Venezuela compró en 2009 y comenzó a desplegar en 2013, pueden disparar sus 12 cohetes cargados con estas terribles ojivas en apenas 38 segundos, y la recarga tarda unos 20 minutos.

Como otros productos de la industria bélica rusa, han sido exportados a numerosos países entre los que figuran Argelia, Armenia, China, Irak, India, Ucrania, Siria y Venezuela, entre muchos otros.

Su bautismo de fuego ocurrió precisamente en en 2014 y durante el conflicto en Ucrania, donde tanto las fuerzas de Kiev como los rebeldes pro rusos lo utilizaron. Un año después, Rusia desplegó también a los Smerch en Siria.

La publicación realizada por el Ejército Bolivariano llega días después de que el dictador venezolano Nicolás Maduro anunciara la fabricación de una nueva subametralladora que, según sus propias palabras, está destinada a las milicias bolivarianas y será utilizada "en los barrios, en la calle".

Estas repentinas demostraciones de poder militar llegan, a su vez, en medio de una crisis económica, social y humanitaria sin precedentes y un conflicto político que se agravó en enero luego de que la Asamblea Nacional designara a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, desconociendo la legitimidad de Maduro.

Meses después, Guaidó y parte de la oposición intentaron liderar un levantamiento con facciones militares que rechazan al régimen, pero no tuvieron éxito. Desde entonces Maduro ha estado reforzando a las fuerzas armadas y a las milicias leales ante la posibilidad de un nuevo intento.

La escalada de tensiones interna ha tenido efectos en países vecinos, especialmente Colombia y Brasil, lo que a su vez ha generado una ola de especulaciones por una posible intervención armada en el país liderada por Estados Unidos, que hasta el momento todos los actores han rechazado.

En este contexto, Rusia y China, que aún apoyan a Maduro, han aumentado la cooperación con el régimen en un intento de lograr un equilibrio de fuerzas que ha devenido en un estancamiento de la situación.