El asesino de su mamá está detenido en la comisaría donde trabajó. La joven contó que la mujer fue hostigada por él durante años.
El sábado el papá de Sofía mató a su mamá en la puerta de un salón, al que había ido por un cumpleaños de 15. Apareció, le apuntó a la cabeza y disparó. “Están diciendo por ahí que hubo una acalorada discusión. No quiero que digan eso. No fue así. No hubo tiempo. No le dio tiempo”.
El acusado por femicidio es un policía retirado de la localidad bonaerense de Marcos Paz: Hugo Orlando Ibarra (57). Más de la mitad de su vida estuvo casado con Cristina Noemí Rodríguez (51), madre de sus dos hijas y a quien asesinó el fin de semana. Se habían separado en noviembre.
Tras declarar en la Unidad Funcional de Instrucción Nº2 del Departamento Judicial de Mercedes, Sofía dijo que tienen miedo y pidió el traslado del hombre, ahora detenido en la misma comisaría donde trabajó 20 años: “Pedimos que lo saquen de acá, tenemos miedo. Puede tener cómplices”.
El sábado, el hombre actuó con premeditada sencillez: salió de atrás de una planta a la hora y en el lugar exactos. Cristina se disponía a ingresar a la fiesta de 15. “Lo que más le gustaba era estar con nosotras, sus hijas, y con sus nietas. Le gustaba mimarnos. Mi mamá era una buena persona”, repasó la joven a Clarín.
A la fiesta iban también la pareja de Cristina, el hijo de él (un nene de 11 años) y dos menores más. “Eran las hijas de la sobrina de mi mamá, que venían con nosotros. O sea que tres menores vieron lo que pasó”, reconstruyó Sofía.
Pero, ¿cómo reconstruir lo otro, casi tres décadas de violencia doméstica? “No, no fue una novedad. Siempre había sido muy violento verbalmente con mi mamá… toda la vida fue así con ella. No es que la tuvo en un lecho de rosas”.
“Violencia física, alguna vez, pero no la presencié, aunque mi mamá me lo contó. Sí hubo situaciones en que discutían y si ella se iba al baño, él empezaba a patearle la puerta. Ese tipo de cosas”, explicó.
Entonces Cristina se agotó: “No fue de un día para el otro: siempre estaban mal. Además, él le fue infiel durante los 28 años de matrimonio. Hay testigos de esto y él se lo dijo cuando en estos meses intentó recuperarla. Mi mamá ya lo sabía”.
Tras la separación, Cristina se alojó en la casa de su hija mayor, Adriana. Ahí comenzó el hostigamiento a la familia entera. “Cuando se separaron me quedé ahí, donde habíamos vivido como familia, pero al final me tuve que ir porque él me hostigaba. Me reclamaba ‘¿por qué no me ayudás a que tu mamá vuelva?’ o ‘vos no querés que yo vuelva con tu mamá… decime por qué no querés que vuelva con tu mamá’”, relató la joven.
El mecanismo discursivo de su padre era todavía más enredado, analizó: responsabilizaba a otros por sus ideas o decía que las había soñado: “Siempre ponía todo en boca de los demás. Tipo ‘mis amigos me dicen que vos no querés que tu mamá esté conmigo’. Siempre hacía eso. No se responsabilizaba por lo que decía”.
Firme, Soía subrayó su pedido a la Justicia: “Que no tenga ningún privilegio por haber sido policía. Derechos tiene porque es ser humano y hay un código que lo respalda. Pero que no tenga ningún privilegio. Que cumpla la condena completa, prisión perpetua”.
Fuentes policiales especificaron que el disparo, a corta distancia, se hizo con una pistola 9 mm marca Bersa, propiedad del propio Ibarra. El policía bonaerense retirado había alcanzado la jerarquía de Mayor. La mujer murió casi al instante.
Fuente: Clarín