La panelista de Bendita habla del final con el futbolista Jonás Gutiérrez, después de cinco años juntos. Atrás quedaron la convivencia, los planes de casamiento y las ganas de tener un hijo.
Hace poco más de cinco años, una amiga en común cruzó, intermedió e hizo de Cupido entre Alejandra Maglietti (32) y Jonás Gutiérrez. En la charla inicial, en un evento social, la empatía marcó presencia pero no fue más allá de un intercambio telefónico. Por entonces, la panelista de Bendita estaba en pareja y el jugador de fútbol vivía en el exterior, y sólo estaba en el país por unos días, de paso. Pero tanto insistió él por teléfono, que cuando la rubia pasó al bando de las solteras tuvo su oportunidad. Y lo que fue un comienzo de pasión y atracción terminó en una relación de cinco años que superó varias etapas difíciles.
Una por la distancia que los alejó físicamente durante años, cuando el jugador estaba instalado por trabajo en Europa. Y aunque la también modelo iba y venía, pasaban largo tiempo separados. Pero el momento más difícil de atravesar fue cuando a Jonás le detectaron un tumor en los genitales, y el tratamiento no fue sencillo. Pero después de la traumática etapa, él quiso dejar atrás la vida en el Viejo Continente y regresó al país, lo que ayudó, y mucho, al contacto diario.
Pero ahí no se terminaron las piedras en el camino para los novios. Gutiérrez sufrió una rotura de tendón rotuliano que lo volvió a alejar del fútbol de Defensa y Justicia, equipo que quedó en segundo puesto en la Superliga. Y eso lo obligó a estar sin actividad, lo que derivó en algún que otro conflicto en el departamento de Avenida del Libertador donde compartía el mismo techo con Alejandra. “El se lesionó y se complicó todo. La lesión lo puso triste”, reconoció ella, quien se encargó de cuidarlo y asistirlo.
Amoroso futuro. Sin embargo, a pesar de los tropiezos, el año pasado Ale y Jonás anunciaron su casamiento para diciembre –era un tema que ya habían consensuado tiempo antes–, aunque sólo iban a hacer el civil, porque no conseguían salón disponible, y dejarían la gran boda para mayo, con unión religiosa incluida. Llegada la fecha, se pospuso hasta mayo de este año, pero no llegaron. Hace algunos días que cada uno decidió seguir su camino por separado. Ella se fue a vivir a su departamento de soltera, en Palermo, y él se quedó en el piso de Libertador.
“El casamiento, primero se pospuso por la distancia. Después, porque yo estaba con mucho trabajo. Y en el último tiempo lo hablamos igual, aunque ya no estábamos bien. Lo que me duele es que quedan atrás los proyectos que tuvimos en algún momento. Pasamos momentos muy lindos, a pesar de las adversidades. Eso nos había hecho fuertes, pero en el último tiempo la relación se desgastó. Los años y la convivencia hicieron que se termine”, se sinceró. “Estoy estrenando soltería. Los piropos y esas cosas me levantan el ánimo. Es muy reciente todo como para tener un panorama a futuro”. ¡Nueva etapa!