El Xeneize se impuso por 6-5 en la tanda de penales tras igualar sin goles y rompió el maleficio en Mendoza.
Lo mereció en el tiempo reglamentario, que terminó igualado sin goles, pero se llevó el premio mayor en los penales. Boca Juniors rompió el maleficio en la Supercopa Argentina, trofeo que le fue esquivo en tres ocasiones, y lo alzó por primera vez tras imponerse ante Rosario Central desde los doce pasos, por 6-5.
En el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, el Xeneize fue superior al Canalla, principalmente en el complemento, cuando Fernando Rapallini no le convalidó un gol en una acción en la pelota traspasó mínimamente la línea de gol.
Pero Boca pudo desatar los festejos, y Gustavo Alfaro celebrar su primer título en el club, recién después de una apretada definición por penales, que se desbalanceó recién en la undécima ejecución, cuando Esteban Andrada contuvo el disparo de Fabián Rinaudo.
La definición llegó con un disparo de Carlos Izquierdoz, uno de los jugadores que necesitaba sacarse de encima la mochila de la final de la Copa Libertadores perdida ante River en Madrid.
El equipo de Gustavo Alfaro, campeón de la Superliga 2017/2018, fue un poco más punzante para atacar que su rival en un primer tiempo intenso, con mucha tensión, pero no acertó en la puntada final.
El conjunto rosarino, ganador de la última Copa Argentina, tuvo también su chance de abrir el marcador, pero más allá de esa acción aislada no logró llegar con claridad al estadio Malvinas Argentinas.
En la velocidad de Sebastián Villa se apoyó principalmente Boca para construir sus situaciones de riesgo. No fue tanto por plan de juego, sino por las facilidades que Central otorgó por ese sector.
El colombiano, por la banda derecha del ataque, envió dos centros peligrosos al corazón del área que fueron detenidos por Jeremías Ledesma y Miguel Barbieri.
En otra acción, Villa casi convierte con una carambola, tras un rechazo del arquero Canalla.
A Central le costó construir acciones ofensivas, más allá de las buenas intenciones de Maximiliano Lovera. Su oportunidad más importante fue un disparo de Rodrigo Villagra que Esteban Andrada sacó con esfuerzo por un costado.
El panorama cambió en el complemento y los espacios para elaborar juego de redujeron considerablemente, en un campo de juego que no presentó las mejores condiciones.
Ante la escasez de profundidad, Alfaro optó por el ingreso de Carlos Tevez y Cocca se la jugó por la entrada de Fernando Zampedri. Ninguno logró cambiar la ecuación del partido.
En un instante de lucidez, Boca contó con una nueva situación en los pies de Nahitan Nández, quien construyó una gran acción colectiva pero falló en la definición.
Paulatinamente, Boca fue ganando territorio y confirmando su predominio en la tenencia. Fue así que tuvo una chance aún más clara que la que desperdició el volante uruguayo.
Ledesma salvó primero a Central, e inmediatamente intentó Cristian Pavón y la pelota impactó en el travesaño y cruzó apenas la línea de gol, pero Rapallini, por la velocidad de la jugada, no lo notó ni convalidó la conquista.
En la continuidad de esa jugada Darío Benedetto envió su derechazo al palo izquierdo y poco después se lo perdió de cabeza, ante un Central que apostaba definitivamente a un contragolpe o, en mayor medida, a la definición por penales.
Unos instantes más tarde, Nández también acertó al palo, pero al derecho, con un cabezazo. El empate ya era un resultado injusto.
Central cumplió su objetivo porque llevó la definición a los penales, mientras que Boca quedó con sabor a poco, por las chances que no pudo concretar.
Desde los doce pasos, Boca rompió el maleficio que pesaba sobre la Supercopa Argentina y celebró como no pudo hacerlo contra Arsenal en 2012, ante San Lorenzo en 2015 y frente a River Plate en 2018.