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Ejecutaron a un supremacista blanco que mató con su auto a un joven negro

James Byrd fue brutalmente apaleado y asesinado por un grupo de supremacistas blancos. Lo ataron a un vehículo y lo arrastraron cinco kilómetros.

25/04/2019

Este miércoles John William King ha sido ejecutado por medio de la inyección letal en Houston. Es un capítulo más en una tragedia que comenzó hace casi 21 años, en junio de 1998, cuando King, con sus amigos Shawn Allen Berry y Lawrence Russell Brewer, apalearon, defecaron encima y, finalmente, encadenaron a James Byrd por las muñecas a la caja de una furgoneta y lo arrastraron por un camino durante cinco kilómetros.

Durante la mayor parte de ese trayecto Byrd estuvo vivo, hasta que su cabeza golpeó una tubería y prácticamente quedó decapitado. Entonces, los tres asesinos tomaron el cadáver y lo tiraron delante de la iglesia Huff Creek Road, frecuentada por afroamericanos. Porque el motivo del asesinato de Byrd fue, simplemente, ser negro. Eso es lo que le mereció un linchamiento propio de los que dejaron de cometerse en Estados Unidos en los años cincuenta. Y, al igual que en aquellos viejos tiempos, cuando King, Brewer y Berry concluyeron su crimen, se fueron de barbacoa.

Brewer fue ejecutado en 2011, y Berry está condenado a cadena perpetua en régimen de aislamiento, lo que en su caso supone 23 horas al día en una celda de 2,4 por 1,8 metros. Es un régimen similar al que ha tenido King en los 20 años que lleva en prisión desde su arresto. El condenado a muerte está en la Unidad Polunsky, donde se concentran los 11 condenados a muerte de la prisión de Huntsville, muy cerca de Houston, la capital petrolera de Estados Unidos. Las condiciones de la Unidad Polunsky han sido descritas como "una tumba de cemento", en aislamiento, sin televisión, teléfono, y con derecho a una hora en un patio en el que sólo puede estar el preso. La legislación texana estipula que todo condenado a muerte debe pasar como mínimo tres años en ese 'corredor de la muerte', mientras se revisa su caso.

Algunos presos en la Unidad Polunsky se han suicidado para evitar esa espera. Pero King ha agotado todas las posibilidades. Su última apelación fue rechazada el lunes, y la noche del martes ya todo estaba previsto para que fuera trasladado al módulo principal de la cárcel de Huntsville y le fueran administrados los fármacos que han acabado con su vida en unos 10 minutos. No ha tenido derecho a una última comida. En 2011, después de que Brewer se negara a comer el pantagruélico plato que había pedido para despedirse de este mundo, el estado de Texas decidió acabar con esa práctica por considerarla un despilfarro.

Su muerte cierra uno de los acontecimientos más trágicos de Estados Unidos, que provocó incluso una ley del Congreso contra los crímenes de odio. Varios familiares de Byrd han estado presentes en la sala de la ejecución, al otro lado de una mampara de cristal, para ver cómo King muere.