Había recuperado su libertad pero no podía abandonar el país. El otro chileno condenado por el mismo crimen, aún permanece en el país asiático.
Felipe Osiadacz, uno de los dos chilenos condenados por homicidio el año pasado en Malasia, ingresó este viernes a Chile pese a que debía permanecer en Kuala Lumpur hasta que se resolviera una apelación de la Fiscalía malasia.
El Ministerio de Relaciones Exteriores chileno confirmó que Osiadacz, de 27 años, arribó en avión al aeropuerto internacional de Santiago.
La Cancillería subrayó que la Constitución chilena y el derecho internacional reconocen el derecho de Osiadacz a regresar a su país considerando que al momento del ingreso no existía ninguna orden de detención pendiente en Chile ni en el extranjero.
"El Estado de Chile desea expresar su absoluto respeto a las decisiones adoptadas por los tribunales de justicia del Reino de Malasia", añadió el Ejecutivo chileno en un comunicado.
Por el momento se desconocen los detalles de la salida de Malasia de Osiadacz, aunque se sabe que cruzó la frontera desde Malasia hacia Indonesia o Singapur y de ahí voló a Bélgica, donde vive la novia. Luego tomó un vuelo Iberia que lo llevó hasta Santiago de Chile, donde fue recibido por los familiares.
Según medios chilenos, por el momento la Cancillería no había recibido ninguna consulta formal por parte de las autoridades de Malasia sobre el paradero de Osiadacz.
En caso de que exista alguna solicitud, lo más probable es que pidan una orden de extradición.
Más de 15 meses en la cárcel
Osiadacz y el también chileno Fernando Candia fueron detenidos el 4 de agosto del 2017 tras matar a un malasio en una trifulca en un hostal de Kuala Lumpur en la que ellos alegan que actuaron en defensa propia y solo intentaron inmovilizar a la atacante en el suelo.
Según la versión de los chilenos, la víctima los siguió hasta el hostel donde se hospedaban para pedirles dinero, tras lo cual se produjo un "forcejeo". Al parecer ambos colaboraron para inmovilizarla: Osiadacz le sujetó los pies, mientras Candia se sentó sobre su espalda.
La víctima, descrita durante el juicio como un hombre vestido de mujer e identificada como Yusaini Bin Ishak, de acuerdo con el informe forense estaba "bajo la influencia de diversos estupefacientes" y murió asfixiada, algo de lo que los chilenos dicen que no se dieron cuenta hasta más tarde.
Además, los acusados alegaron que lo acontecido fue "en defensa propia".
El juez estimó los atenuantes esgrimidos por la defensa, que señaló que los chilenos respondieron a la agresión de la víctima, que no tenían antecedentes y que mostraron su arrepentimiento y habían pedido perdón a los familiares de la víctima.
La Justicia malasia los condenó a dos años de cárcel y ellos estuvieron algo más de quince meses en prisión hasta que en diciembre pasado fueron puestos en libertad, aunque tenían prohibido abandonar Kuala Lumpur hasta que se resolviera un recurso de apelación de la Fiscalía.
Los dos chilenos calificaron el tiempo que pasaron en prisión como "una pesadilla diaria".
Los acusados habían llegado a Malasia a disfrutar de unas vacaciones después de trabajar durante un año en Nueva Zelanda, una práctica extendida entre los jóvenes universitarios chilenos.
En un momento hasta se temió que pudieran ser condenados a la pena capital, ya que en Malasia la legislación basada en preceptos islámicos prevé penas severas -incluida la pena de muerte- para las hipótesis de homicidio.
De acuerdo a medios chilenos, la amistad entre ambos se había roto por desacuerdos respecto a cómo enfrentar la nueva etapa del proceso judicial. Osiadacz, particularmente, consideraba que ya habían cumplido la sentencia y, por lo tanto, podían volver a Chile.