Ese mensaje le escribió Germán Presbiterio a su hermano luego de asesinar a su esposa y a su suegra en la localidad de Almafuerte. Después se mató al chocar a gran velocidad con su camioneta contra una columna en la Ruta Nacional 36.
Germán Presbiterio (41) estuvo casado 16 años con Verónica Rearte (36). Estaban recientemente separados y tenían un hijo de 16 años. El sábado pasado, tras una discusión en la casa que compartieron hasta hace apenas unos meses en la localidad cordobesa de Almafuerte, Verónica y su mamá, Cristina Reinoso (54), quien estaba de visita en el lugar, fueron asesinadas a cuchillazos. "Me mandé una cagada", le escribrió Presbiterio a su hermano. Luego, el femicida tomó su camioneta y se estrelló contra una columna en la Ruta Nacional N°36 donde murió.
"Siempre juntos. Te amo Germán, gracias por estar a mi lado, por ser el hombre que hace doce años me cambió la vida, que me enseñó, que me dio un hijo hermoso. Gracias por la familia que construimos juntos, gracias por amarme tanto, y gracias por estar siempre a mi lado acompañándome en todo… porque seguiremos caminando siempre juntos a la par. Te amo con el alma.", le escribió Verónica a Germán en octubre de 2014, el día que siguió a su 12º aniversario. Rearte en aquel momento no pensaba en separaciones, ni imaginaba que sus palabras de amor estaban dedicadas al hombre que terminaría matándola.
Se habían casado el 25 de octubre de 2002. Entonces ella estaba embarazada de cuatro meses del hijo de ambos, que nació en marzo de 2003. El adolescente es quizás la cuarta víctima del doble femicidio y suicidio. Todavía intenta rearmar en su cabeza la escena en la que en su propia casa, su papá, con el que compartía la pasión por River y los autos de carrera, mató con una cuchilla a su mamá y a su abuela, las dos mujeres que -se lo decían- más lo querían en el mundo.
Una fuente cercana a la familia admitió que nunca hubo nada, ni una reacción, ni una mala contestación, ni un gesto, que hicieraon sospechar el impulso asesino de Presbiterio. Las declaraciones coinciden con los testimonios de los vecinos y con el prontuario vacío del asesino: Presbiterio no registraba denuncias de violencia familiar ni antecedentes penales. El hombre de 41 años era empleado metalúrgico, no tenía redes sociales y era oriundo de Berrotarán, en el departamento cordobés de Río Cuarto, donde sus restos fueron velados este domingo.
Las víctimas, Verónica y su mamá Cristina, tenían una relación estrecha, tanto que muchos podrían haber pensado al verlas que se trataba de dos mejores amigas. Quizás lo fueran. Llenaban sus redes sociales de imágenes juntas, hacían planes, se alentaban, no dudaban en decirse que se querían las veces que fuera necesario.
Los investigadores creen que Reinoso quiso interceder el sábado pasado en un enfrentamiento entre su hija y Prebisterio, del que se había separado recientemente, una discusión que escaló en violencia y terminó con las dos mujeres muertas a cuchillazos. Se cree además que la secuencia fue presenciada por un menor de edad que ahora se encuentra con asistencia psicológica.
Para Verónica eran tiempos de cambio. Ella intentaba ganar algo de plata a través de la que era una de sus pasiones, la cocina. Solía hacer locro, tortas, a veces por encargo, otras para ofrecerlo en porciones, para fechas especiales o cuando necesitaba juntar algo de dinero. Desde hacía algunos años además se preocupaba por su figura y su salud. Había bajado más de 20 kilos, se había animado al rubio y también a ropa más ajustada. Soñaba con empezar una nueva vida. Presbiterio no lo habría soportado.
Él ya no vivía en la casa que compartieron en Constitución 661, en el barrio Parqueños de la localidad de Almafuerte, situada a 92 kilómetros al sur de la capital cordobesa, donde ocurrió el doble crimen. Verónica se mostraba como una mujer soltera, precisaron fuentes cercanas. "Dicen que hubo una infidelidad, pero no sé de eso porque hacía mucho que no hablaba con ella", dijo una mujer que en el pasado fue parte de la familia de Rearte.
Lo que se sabe hasta el momento es que el sábado, Germán dejó a su hijo en una cancha de fútbol y después de hacerlo manejó su camioneta Chevrolet S-10 directo a la casa que hasta no hace mucho era también la suya. Verónica lo hizo pasar. En el lugar estaba Reinoso. ¿Qué fue lo que lo hizo explotar? ¿Qué lo llevó a tomar una cuchilla y hacer lo que nadie imaginó que él podría haber hecho?
Tras cometer el crimen, Presbiterio volvió a ponerse tras el volante de la Chevrolet, mientras dentro de la casa de Constitución 661 los cuerpos de las mujeres se desangraban en el piso. En el trayecto, envió mensajes de WhatsApp a sus familiares, les dijo lo que había hecho, uno fue para su hermano Diego, "Me mandé una cagada", escribió y le pidió que fuera a buscar a su hijo al partido de fútbol en el que lo había dejado.
En el puente que une la autovía con el ingreso al pueblo de Elena, la investigación policial determinó que realizó una maniobra deliberada para chocar contra una columna de cemento.
La causa quedó a cargo del fiscal del Segundo Turno de Río Tercero, Alejandro Carballo, pero muerto el homicida se extingue con él la acción penal. No queda nadie a quien culpar por la autoría material del hecho.
Fuente: Infobae