A Gracie le diagnosticaron retinoblastoma a los 2 años, el cáncer ocular más frecuente en chicos. Tenía varios tumores y tuvieron que extirparle el órgano para salvarla.
Todo sucedió gracias a una foto y una gran atención hacia los detalles. En una imagen de su hija, Elly Smith, de Oregon (Estados Unidos) notó que uno de los ojos tenía un brillo extraño. Como ya había observado que su hija tenía una molestia, decidió consultar con el pediatra, quien la derivó a un oftalmólogo.
Al ver a la nena, que en ese momento tenía 2 años, el profesional supo que algo andaba mal. Luego de una serie de estudios, le diagnosticaron retinoblastoma, el cáncer ocular más común en chicos. La pequeña Gracie tenía varios tumores en el ojo, así que el mejor tratamiento posible consistía en extirparle el órgano.
Así fue como el 1 de junio de 2016 entró en el quirófano. Dos semanas después, empezó quimioterapia. A los tres meses, recibió una prótesis. “Gracie estuvo de acuerdo con todo el proceso. Tiene mucha resiliencia. Cuando te fabrican un ojo prostético, te dan a elegir algo para colocarle arriba y así saber cuál es la parte superior. Ella optó por un caballo”, declaró la mamá a medios extranjeros. Finalmente, tres años después de comenzado el tratamiento, la pequeña se encuentra totalmente recuperada y libre de cáncer.
El retinoblastoma es un cáncer del ojo que comienza en la retina. De acuerdo a la Clínica Mayo, afecta con mayor frecuencia a los chicos pequeños, aunque en raras ocasiones puede desarrollarse en adultos. Debido a que el retinoblastoma aparece en los primeros años de vida, los síntomas son poco frecuentes. Entre estos se encuentran un color blanco en el círculo central del ojo (pupila) cuando una luz brilla sobre el ojo –por ejemplo, al tomar una fotografía con flash–; un ojo que parece mirar en dirección diferente al otro; enrojecimiento o hinchazón en el órgano visual.