Con gol de Angel Correa, la Selección se impuso por 1-0 en su último amistoso previo a la Copa América.
La Selección Argentina mostró poco, casi nada, en la ventosa Tánger ante Marruecos. Fue tan escasa la producción, que al seleccionado albiceleste apenas lo salvó un momento de inspiración de Ángel Correa, quien entró en el complemento y ocho minutos antes de cumplirse el tiempo reglamentario anotó el 1-0 que al cabo fue definitivo para el equipo de Lionel Scaloni.
No solo el intenso viento jugó un papel fundamental para desnaturalizar el juego y hacerlo apático y aburrido, sino también la falta de conexiones productivas entre los intérpretes de ambos equipos y la predisposición para entrar en roces inútiles.
En el Stade Ibn Batouta se ausentó el fútbol. Fue todo fricción y faltas, principalmente en el primer tiempo. Disputas innecesarias pero que graficaron la impotencia no sólo por no construir situaciones de riesgo, sino también por no poder hilvanar más de tres o cuatro pases en continuado.
Es cierto que el factor eólico fue un condicionante, pero también lo es que Argentina nunca pudo tomar el control del partido, ni tampoco generar asociaciones que le permitieran avanzar con claridad en el campo.
Dybala divagó por el frente de ataque sin entrar en contacto con la pelota la cantidad de veces necesaria para hacerse amigo de ella, atendiendo a las dificultades para su traslado. Lautaro Martínez luchó en soledad contra los defensores rivales, y en más de una oportunidad protagonizó algún duelo personal que le valió una amonestación.
Por los costados, Pereyra y De Paul fueron intrascendentes y en el centro, ni Paredes ni Guido Rodríguez pudieron hacerse ejes del equipo de Lionel Scaloni, que dejó atrás el experimento fallido de Venezuela para volver a un esquema más tradicional.
La ausencia de Lionel Messi, quien se volvió a Barcelona tras aquel partido en Madrid, no puede ni debe tomarse como atenuante. El déficit albiceleste fue conceptual. Pareció, por momentos, que fue un conjunto de piezas sueltas.
Como contrapartida, nobleza obliga, debe remarcarse que si algo no faltó, fue compromiso para presionar al rival en los momentos en que pudo hacerlo.
El complemento no mostró un cambio sustancial desde la lucidez de ambos conjuntos, aunque sí se redujo la fricción y el juego ya no fue tan cortado. De todas maneras, los arcos siguieron quedando muy lejos.
Argentina respiró en los minutos finales: una asociación entre Matías Suárez y Correa, luego de un saque lateral de Marcos Acuña, de lo mejor del equipo argentino, terminó con un derechazo cruzado del delantero de Atlético de Madrid que significó el 1-0 y el desahogo para él y sus compañeros.
Concluyó una fecha FIFA que Scaloni utilizará para sacar conclusiones con vistas a la Copa América de Brasil, que se disputará en junio. Fueron estos, en teoría, los últimos dos compromisos antes de dar la lista de convocados para esa cita y habrá qué ver qué decide el entrenador.
De todas maneras, resultó preocupante la falta de fluidez en el juego del conjunto albiceleste en ambos juegos, a tan pocos meses de afrontar aquella competencia en la que compartirá el Grupo B con Colombia, Paraguay y Catar.