Un juez le dio la libertad en forma cautelar al considerar que no hay razones para mantenerlo en prisión.
El ex presidente brasileño Michel Temer fue puesto hoy en libertad de manera cautelar por un juez de una cámara de apelaciones que consideró que no había razones para mantener la prisión preventiva que se le dictó la semana pasada mientras se lo investiga por una causa de corrupción, informó el tribunal.
El magistrado Antonio Ivan Athié, del Tribunal Regional Federal TRF2, explicó en su escrito que pese a los "indicios" que existen contra el exmandatario, referentes a supuestos sobornos recibidos en 2014, la prisión de Temer de forma preventiva (hasta la celebración de un proceso) no tiene justificación legal.
Cientos de detenidos por el Lava Jato
Las carreras de muchos de los políticos y empresarios más importantes de Brasil se vieron arruinadas por la "Lava Jato", la mayor operación anticorrupción de la historia del país, iniciada hace cinco años con una investigación sobre cambistas de dinero que operaban en un lavadero de autos (lava jato) de Brasilia.
Hasta ahora hay 155 condenados, entre ellos el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), con sentencias que totalizan 2.242 años y 5 días de prisión por esta gigantesca operación que desveló una red de sobornos pagados por grandes constructoras locales a políticos de casi todos los partidos, para obtener contratos en la poderosa paraestatal Petrobras.
Cientos más fueron acusados y fueron recuperados unos 13.000 millones de reales (unos 3.400 millones de dólares al cambio) en una operación que lleva ya 60 fases y que, según dijo la Fiscalía este mes, "está lejos de terminar".
El escándalo se extendió a una docena de países.
Petrobras, una de las principales empresas de América Latina, se vio severamente dañada, así como la confianza de los ciudadanos en el sistema político.
El último peso pesado que cayó en sus redes fue el expresidente conservador Michel Temer (2016-2018), un veterano de la política detenido preventivamente el jueves en San Pablo (sudeste). Lo acusan de liderar una operación criminal involucrada en corrupción, malversación y lavado de dinero, y fue trasladado a la sede la Policía Federal de Rio de Janeiro.
A sus 78 años, este político curtido desde hace más de tres décadas en el oportunista partido MDB (centro-derecha), tres veces presidente de la Cámara de Diputados y vicepresidente de Dilma Rousseff (2011-2016), a quien reemplazó cuando la mandataria de izquierda fue destituida por el Congreso.
Todos esos casos expusieron con crudeza las turbias conexiones entre negocios y poder político en Brasil.
Pero un reciente fallo del Supremo Tribunal Federal (STF) desató temores de que a a partir de ahora será más difícil castigar a los políticos corruptos.
La máxima corte decidió la semana pasada que crímenes como el de lavado de dinero deben ser juzgados por cortes electorales y no por las penales- si están asociados a la financiación ilegal de campañas (llamada 'Caja 2').
"Como en Brasil todo político corrupto pide sobornos con el pretexto de usarlo en campañas (...), prácticamente todas las investigaciones de la Lava Jato irán a la Justicia Electoral", que "históricamente no condena ni manda a nadie a la cárcel", advirtió su colega Diogo Castor en el portal O Antagonista.
Pero algunos métodos utilizados por los fiscales, como las prisiones preventivas, las delaciones a cambio de reducciones de pena o la ejecución de penas de prisión antes del agotamiento de todos los recursos judiciales, han sido criticados como un abuso de poder.
El actual ministro de Justicia en el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, el exjuez Sergio Moro, estuvo al frente de los casos más sonados de la Lava Jato, entre ellos el de Lula.