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Revista

Un informe sostiene que cada vez más niños terminan el colegio con sobrepeso

Más de uno de cada tres chicos está excedido, según la Secretaría de Salud y el Ministerio de Educación de la Nación.

23/03/2019

Un tercio de los niños y niñas empiezan primer grado excedidos de peso. Una proporción elevada, que durante la primaria lejos de achicarse se agranda: al terminar el ciclo la mitad presenta sobrepeso u obesidad, según mostró un trabajo que midió las variaciones antropométricas de casi 11 mil chicos del país. El estudio es una de las evidencias más recientes generada a nivel local sobre el alarmante avance de la pandemia, que en la infancia y adolescencia muestra su peor cara debido a que el crecimiento es más acelerado que en los adultos. Para que la escuela se convierta en un ámbito que ayude a frenar la escalada, la Secretaría de Salud y el Ministerio de Educación presentaron una guía con recomendaciones para transformar los entornos obesogénicos actuales en entornos escolares saludables.

En Argentina, de acuerdo a los datos de la última Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), de 2012, el 28,6% de los estudiantes de 13 a 15 años presenta obesidad y el 5,9%, sobrepeso. Se trata de un marcado incremento respecto de la medición anterior, de 2007 (los porcentajes eran 24,5% y 4,4%). En los próximos meses se conocerán los resultados de la última edición, cuyo trabajo de campo concluyó a fines de 2018. Pero todo indica que la curva no declinará su camino ascendente.

El problema comienza temprano. Un estudio realizado por el Programa Nacional de Salud Escolar (PROSANE) que controló a 10.961 niños y niñas que entraban a primer grado en 2012 y, cinco años después, ya en sexto, mostró que durante ese período el sobrepeso aumentó de 21,1% a 26,6% y la obesidad creció de 14,5% a 22,7%. En números absolutos: se produjeron 2280 nuevos casos de exceso de peso (un 20% más). Los chicos no solo no mejoran, sino que parte de los que comienzan con un peso normal, finalizan la escuela con sobrepeso y obesidad, advierte el trabajo.

Otro informe publicado este año, basado en el reporte de datos antropométricos de un subgrupo de niños, niñas y adolescentes (NNyA) de 0 a 19 años beneficiarios del Programa SUMAR, que realizaron consultas entre 2014 y 2016 en el sector público, determinó que el 34,5% tenía sobrepeso y obesidad.

Pese a que conforman uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer, responsables de tres de cada cuatro muertes en el país, el trabajo del PROSANE mostró que todavía es muy baja la percepción entre los adultos del sobrepeso y la obesidad infantil como un problema de salud. Sólo el 10,9% de los padres consultados manifestó preocupación en relación a la salud de sus hijos, mientras que entre los docentes la proporción cae al 1,4% respecto de sus alumnos.

“La situación epidemiológica de sobrepeso y obesidad infantil en Argentina es muy preocupante. Es una epidemia que está creciendo y que hoy afecta a más de uno de cada tres niñas, niños y adolescentes”, afirmó Verónica Schoj, directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles de la Secretaria de Gobierno de Salud, durante la presentación de la Guía de Entornos Escolares Saludables. La especialista añadió que es un problema que no sólo implica gravísimas consecuencias sanitarias en el largo plazo sino también, en el corto plazo, de dificultades en la inserción social de los chicos, discriminación, bullying y reducción del rendimiento escolar. “Esta guía es un conjunto de medidas para que la escuela no sea un entorno que promueva la obesidad sino que promueva hábitos saludables en alimentación y actividad física adecuada”.

El secretario de Salud Adolfo Rubinstein -quien al asumir, en 2017, planteó el descenso de las tasas de obesidad infantil como una de las prioridades de su gestión- resaltó la importancia de la guía porque es en las escuelas donde los niños, niñas y adolescentes pasan la mayor parte del tiempo, “donde tienen modelos de referencia y de rol y en donde les debieran enseñar no solamente habilidades que tienen que ver con el aprendizaje tradicional sino también con cuestiones tan importantes como la alimentación, la actividad física y los buenos hábitos y estilo de vida”.

Para la elaboración del documento de 27 páginas, consensuado con el Ministerio de Educación, se convocó a organismos gubernamentales, ONG's, sociedades científicas, organismos internacionales (como la FAO y Unicef), representantes académicos y de la industria. En base a “las mejores evidencias científicas disponibles” consensuaron una serie de recomendaciones destinadas a guiar el proceso de sanción de leyes y programas que establezcan normas claras para promover la transformación de entornos obesogénicos en saludables. Es que la falta de regulación es uno de los factores que más contribuyó al crecimiento de la obesidad y el sobrepeso infantil en las últimas décadas.

Está comprobado que las intervenciones aisladas son inefectivas. Apuntarle al kiosco únicamente es concentrarse en el árbol y no en el bosque. La evidencia demuestra que las medidas deben ser integrales y darse en forma simultánea, afirman los expertos. Por eso la guía establece que la escuela debe brindar de manera exclusiva una oferta de alimentos y bebidas de buena calidad nutricional, priorizando los mínimamente procesados; eliminar la venta de productos con altos niveles de azúcar, sodio o grasas saturadas (como gaseosas, snacks, golosinas) y garantizar el acceso al agua segura (a través de bebederos y dispensadores). Pero además incluye aspectos vinculados a infraestructura, capacitación de cocineros y ayudantes, a la promoción de hábitos saludables de comensabilidad (una duración mínima de 20 minutos para desayunos y meriendas y 30 minutos para almuerzos) y a que la escuela sea un espacio libre de publicidad, promoción y patrocinio de alimentos y bebidas.

El otro pilar para transformar el entorno obesógenico es atacar el problema del sedentarismo a través del pasaje a una escuela físicamente activa. La guía establece que se debe garantizar una adecuada cantidad y calidad de actividad física (obligatoria en todos los niveles, en tres módulos de 60 minutos semanales, o un mínimo de dos). En cuanto a los espacios curriculares, se recomienda que cada 40 minutos que los niños pasan sentados en las aulas desarrollen pausas activas de cinco minutos y alienta la búsqueda de estrategias para que los recreos sean físicamente activos. También sostiene que se debe promover la actividad física en el ámbito extraescolar, y la importancia de garantizar la formación docente, instalaciones, equipamiento y recursos adecuados para el desarrollo de la actividad física. 

La guía fue publicada en el Boletín Oficial a través de la Resolución 564/2019. El ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, reconoció que “desde la escuela hay muchísimo para hacer y por eso la vamos a hacer llegar a las 24 jurisdicciones a través del Consejo Federal de Educación”.

La presentación se dio en el marco del próximo lanzamiento -previsto para este semestre- del Plan Nacional de Prevención del Sobrepeso y la Obesidad en niñas, niños y adolescentes, que propone la conformación de un consejo asesor integrado por organismos internacionales como UNICEF, OPS y FAO, y actores no gubernamentales como organizaciones sociales y académicas y el sector privado, para dar un mayor alcance y lograr el impacto sanitario buscado.

Fuente: Clarín.com