La especie, de la que se perdió todo rastro desde 2014, se ubicaba en un cayo cerca de Papúa Nueva Guinea.
Un pequeño roedor que habitaba en un islote al norte de Australia es el primer mamífero en extinguirse en el mundo debido al cambio climático en un país con una de las mayores emisiones per cápita de CO2 del planeta.
Desde 2014 los científicos hablaban de la extinción de los "Melomys rubicola", pero ha sido esta semana cuando las autoridades australianas han reconocido oficialmente la desaparición del roedor, considerado el único mamífero endémico en la Gran Barrera de Coral.
Los estudios apuntan a que la subida del nivel del mar y el aumento de las tormentas a causa del cambio climático, un fenómeno causado por el hombre, exterminaron a estos roedores en su único hogar, Bramble, un cayo australiano situado muy cerca de Papúa Nueva Guinea.
"WWF (siglas en inglés del Fondo Mundial para la Naturaleza) está apenada de que haya desaparecido toda la especie de los Melomys del cayo Bramble por el cambio climático", dijo a Efe la jefa de Conservación de esta organización, Rachel Lowry.
La ministra del Ambiente, Melissa Price, confirmó la extinción el pasado lunes en un comunicado sobre el reforzamiento de las medidas de protección de las especies en peligro, en el que discretamente se indicaba su nuevo estatus en una lista de especies.
El "Melomys rubicola" fue declarado extinto por "recomendación del independiente Comité Científico de Especies Amenazadas, tras estudios exhaustivos en todos los hábitats conocidos y sin que quede una duda razonable sobre la muerte del último ejemplar", explicó a Efe una portavoz del Ministerio del Medio Ambiente de Australia.
"La evidencia indicaba que impacto del cambio climático antropogénico en el nivel del mar, junto con una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos que produjeron tormentas y niveles de agua extremadamente altos, particularmente entre 2004 y 2014, fueron los responsables más probables de su extinción", agregó.
La especie habitaba una pequeña zona aislada en Bramble, que con sus 40.000 metros cuadrados de extensión se eleva a tres metros sobre el nivel del mar.
La existencia de este roedor, considerado el único mamífero endémico de la Gran Barrera de Coral, fue registrada por los europeos en 1845 en el cayo Bramble, que además es un importante lugar de procreación para las tortugas verdes y varias aves marinas, además de tener un gran valor cultural para los indígenas del lugar.
La última vez que se registró la presencia el "Melomys rubicola" fue en 2009, cuando se publicó un plan nacional de recuperación de la especie, pero "los efectos del cambio climático ocurrieron con mayor rapidez de lo que alertaron los científicos", justificó la portavoz gubernamental.
Ya otro informe científico de 2014 publicado en el portal del gobierno del estado australiano de Queensland, que recomendaba que se declarara extinto, recalcaba entonces que "probablemente esto representa la primera extinción de un mamífero causado por el cambio climático antropogénico (provocado por el hombre)".
La extinción del roedor del cayo de Bramble despertó las condenas de diversos organismos ecologistas que han estado pidiendo desde hace años al gobierno australiano, en manos de los conservadores desde 2013, que redoble los esfuerzos a favor de la lucha contra el cambio climático.
La representante de la WWF remarcó que su fin debe ser "una llamada de atención para países como Australia", que tiene "la mayor tasa de extinción de mamíferos en el mundo" y en un planeta en que "somos testigos de la primera ola de animales extintos por el cambio climático inducido por los humanos".
Y es que la desaparición del roedor coincide con un contexto de debate político de años en el que grupos conservadores presionan a los distintos gobiernos para mantener la producción del carbón, que genera la mayor parte de la electricidad del país, e incluso han provocado la salida de varios primeros ministros.
WWF también pidió al Gobierno australiano desarrollar sistemas más efectivos de protección y una mejor financiación de los planes de recuperación, así como que cumpla con sus compromisos internacionales para mitigar los efectos del cambio climático.
"Al firmar el Acuerdo de París, Australia se comprometió a reducir las emisiones de gases contaminantes en 2030 a por lo menos un 26 por ciento respecto a los niveles de 2005. Sin embargo el más reciente informe demuestra que Australia solo lo hará en un 7 por ciento en ese período", recalcó Lowry.