La joven condenada por el crimen de Fernando Pastorizo en 2017 brindó una entrevista exclusiva en la que habló de su presente en el penal de Paraná y también del hecho que la dejó tras las rejas.
Nahir Galarza, la joven condenada por matar de dos balazos a Fernando Pastorizo el 29 de diciembre de 2017, brindó una entrevista exclusiva a Rodolfo Palacios para Infobae en la que revela sus pensamientos y sentimientos más profundos desde el penal de Paraná, Entre Ríos, y también analiza los hechos pasados, desde el crimen hasta el juicio que la llevó a la cárcel. También se animó a mostrar sus escritos.
Acá, las preguntas y respuestas, en un diálogo íntimo en el que la joven reveló mucho del dolor que siente, su vínculo con la escritura, sus deseos para el futuro y el amor.
—¿En este penal de Paraná te sentís más cómoda que en la comisaría de Gualeguaychú?
—Acá estoy mucho mejor que en Gualeguaychú, porque allá estaba sola, todo el día encerrada, no salía ni cinco minutos al patio. Lo único que tenia eran libros, porque no tenía nada para entretenerme, no me dejaban tener nada. Ni televisor ni radio ni música ni compañeras tampoco. Acá es otra cosa porque desde que llegué el trato es diferente. Allá en la comisaria antes de venir para Paraná ni siquiera me dejaron comer, me venía a las cuatro de la mañana para acá y a las ocho ya me habían sacado todas mis cosas, el colchón, todo. Me quedé parada desde las ocho de la noche hasta las cuatro de la madrugada, que me vinieron a buscar. En cambio, acá llegué y mientras me tomaban los datos les conté de la situación que pasó en la comisaria y me sirvieron el desayuno a medida que me hacían todo el trámite. Acá es mejor porque tengo compañeras, alguien con quien hablar, hay un poco de libertad y tenemos más actividades y cosas. Eso es importante para evitar los malos pensamientos.
—¿Qué tipo de pensamientos?
—Creo que la parte más difícil ya la pasé en la comisaria, donde estaba sola. Al no tener nadie con quien hablar, nada para hacer, ocupaba mi tiempo pensando. En realidad los primeros dos meses, enero y febrero, directamente no pensaba, no sentía nada. Seguía en shock, no caía en la realidad. Después lo pude hacer cuando empecé a tener una contención psicológica, me fue a ver una psicóloga y ahí si fue como que después de unos días de terapia caí en la realidad. Se me vino todo el mundo abajo de repente, volver a revivir todo, y pensar todo lo que me había pasado, no solamente en ese momento y en ese día, sino anteriormente. Los años anteriores; porque esto no viene de ese año o ese día, viene de años anteriores desde mucho tiempo. Creo que la peor parte ya la pase, porque estaba sola y no tenía a nadie, solo a mí misma, así que cambié mucho en mi forma de ser, mis pensamientos, creo que estar solo te cambia, no tenés a nadie más que a vos mismo, y me tenía…creo que no me quedaba otra que revivir todo y… (hace una pausa, piensa) ahora, por ejemplo, al tener compañeras es distinto, vos por ejemplo podés hablar con alguien y dar opinión o consejos, charlar de cualquier cosa, no necesariamente del porqué estás acá, es más, tratamos de evitar hablar de las causas por las que estamos.
—Hablás de "ese momento" y de "ese día". ¿Tratás de borrar de tu cabeza lo que pasó el 29 de diciembre de 2017?
—(Tiene los ojos llorosos) Siempre voy a llevar el dolor toda mi vida. Me siento mal porque ese día que busco olvidar terminó muriendo una persona joven. Ese peso lo llevaré toda mi vida. Yo hice el duelo que tenía que hacer. Reviví todo, con todo me refiero del hecho para atrás y hasta ese día, lo que me acordaba, porque sinceramente había cosas que no me acuerdo. Declaré en el juicio porque lo tenía que hacer, dar una explicación, me pareció que tenía que desprenderme de todo eso. Además de asimilar todo lo que me estaba pasando ese día, que lo tuve que contar en el juicio, fue muy difícil. Los nervios de tener a la prensa detrás mío, gente desconocida que fue a presenciar el juicio, jueces, fiscales, abogados. Fue muy difícil porque no soy de contar mis cosas, no me gusta contar nada sobre mí en realidad, hacerlo delante de todos además de lo difícil y feo que fue lo que viví y pasó. Cuando terminé de declarar salí y fui a ver a mis padres, lloré lo que tenía que llorar y ya está, dije, nunca más me quiero acordar esto, y me desprendí, no quiero volver al pasado. No quiero estancarme ni quedarme en ese día horrible. Todo lo que debía decir se ese día lo dije en el juicio. No quiero volver a hablar de este tema, además no quiero ser malinterpretada. Ya fui juzgada y condenada.
—¿Cómo pasas tus días en la cárcel?
—Trato de vivir el ahora, ni quedarme en el pasado ni en lo que va a pasar. Trato de vivir, de concentrarme en lo que estoy haciendo ahora porque si no te deprimís, si te pones a pensar todos los días en el pasado, en por qué estas acá, en lo que estarías haciendo afuera en este momento, o que hubiera pasado si…caés en la depresión, ni vivís.
—¿Creés en un punto que esto que estás viviendo es por algo?
—Yo creo que todo pasa por algo, y creo que si no estuviera acá, en la cárcel, estaría en un lugar peor.
—Que no sería la vida.
—No.
—¿Qué momentos felices recordás de tu vida?
—La angustia me vino sólo estos últimos años. Siempre fui…no sé, me reía por cualquier cosa, siempre fui alegre, de no hacerme problema por nada, por cosas mínimas. Era más de pensar: "Bueno me pasó esto, no sé, habrá una solución". Siempre pienso en positivo, fueron estos años nada más en los que estuve triste.
—Tanto en el juicio como en alguna salida de la cárcel se te critica que sonreís…
—A veces sonrío de nervios. Pero siento que no sé… Tengo prohibido sonreír en púbico. La verdad que me molesta que algunas personas no se pongan a pensar. Que solamente vean algo y compren lo que le venden. Que no se pongan en el lugar del otro, que no le importe que el otro es una persona, que no le importe que la otra persona también tuvo sus problemas, su vida, con sus tristezas. A todos les pasa. Que no tengan compasión.
—¿Qué sentiste cuándo te llamaban ángel demonio o monstruo?
—La verdad en todos estos meses no me enteraba de nada, estaba totalmente aislada. Me enteré ahora, que tenemos un televisor y puedo ver las noticias. Pero estaba aislada. En realidad, no me importaba mucho cómo me estaban describiendo porque yo sabía lo que me había pasado. Lo que soy. Lo que sí me molesto es que se haya jugado tanto, que a nadie le haya importado quién era yo, qué me pasó realmente. Todo el mundo compraba lo que le vendían y no les importaba nada. Nadie sabe lo que pasó, lo que sufrí estos meses y los años anteriores, nadie me conoce realmente ni sabe lo que tuve que pasar. Además de asimilar lo que me estaba pasando en ese momento, tenía que afrontar un juicio, una condena social, mediática y además todo lo que me venía pasando años anteriores. Era muy difícil para mí, una acumulación de cosas. No era que sólo estaba en una causa y listo. Además tuve problemas con mi peso, estuve dos años haciendo dieta para poder engordar, no podía, no sabía qué pasaba. No sé, es como que tenía ganas de que me tragara la tierra. Me estaba pasando todo junto, y nada me salía bien, nada nuevo, nada bueno. Lo único que me hizo salir adelante fue mi familia, siempre tuve el apoyo de ellos, nunca me juzgaron, ellos me hicieron salir adelante. Creo que todo tiene una respuesta, que todo pasa por algo. Que a todo se le puede buscar una solución.
—¿Sabías que llegaron a sacar una muñeca tuya?
—Sí. Es raro, al principio, al estar aislada, no tenía idea de que se hablaba tanto de mí. Y salir a cualquier lado y que esté lleno de periodistas o ir y que ya me conozcan. Que nadie me pregunte como me llamo. Es raro, incómodo. Por ejemplo, si voy al médico todo el mundo me mira, me saca fotos. Es bastante incómodo. Siento que perdí totalmente la privacidad. Estando adentro yo sé que me conoce todo el mundo, por eso es raro, que no me pregunte como me llamo, o por qué causa estoy, por ejemplo. Creo que mostraban lo que se vendía. Me hicieron un objeto. No se hablaba de mí como una persona si como un producto que se vendía. Muchas cosas que todavía no puedo creer que se hayan dicho. Mentiras, y yo estaba encerrada y no podía desmentir nada, me parece que fue toda una mentira para vender.
—¿Creés que la publicación de las fotos tuyas modelando te jugaron en contra?
—Me mostraban como una reina. Eran las fotos de mis redes sociales. Creo que fue injusto. Porque en realidad ahora me pongo a pensar, mi causa no es la primera causa en el mundo que existe. Anteriormente y hasta ahora, después del juicio, siguen habiendo casos como el mío. Sin embargo nadie le da importancia como me la dieron a mí. Hay muchos hombres que todos los días matan mujeres y sin embargo esos hombres no sabemos siquiera cómo se llaman, o no nos acordamos, se dice por arriba. A ningún hombre lo han tratado mediáticamente o socialmente como me trataron a mí. Eso es algo que no entiendo por qué. Es más: hasta acá adentro hay chicas con la misma causa o con la caratula como la mía, y sin embargo yo nunca supe de ellas, nunca se escuchó hablar de esos nombres ni nada. Y es exactamente lo mismo. No entiendo por qué hicieron tanta diferencia conmigo, o porque me dieron tanta atención a mi si es algo que no es nuevo digamos. Eso no quita mi responsabilidad.
—¿Qué sentías en cada traslado al juicio?
—Era incómodo. Porque todo el tiempo me tenia que estar cuidando. Me tapaba la cara porque en base a cualquier gesto que yo hacia ya lo sacaban de contexto u hacían todo un análisis, entonces por eso me tapaba la cara y todo el tiempo me tenía que estar cuidando de cualquier cosa porque lo interpretaban para mal. Al juicio fui casi a todas las audiencias porque era mi juicio. Yo quería saber qué se decía porque era yo la que estaba imputada. Los días que no fui emocionalmente estaba muy mal. Llegaba a la comisaria destrozada de las audiencias. El último día creo que el veredicto ya estaba decidido, sabía que iba a ser así, que me estaban esperando, que iban a ver mi gesto cuando me dieran la condena. Para evitar eso, decidí no ir. Yo sabía que la condena ya estaba dicha. Toda la sociedad pedía cadena perpetua y yo sabía que me la iban a dar. Era difícil, estaba en la duda, yo quería ir, pero quería evitar todo eso. Lo mismo porque quizás yo estaba parada y ya lo interpretaban como cualquier cosa. Hasta ahora creo que me afectó psicológicamente. Yo veo no sé…entro a un lugar y lo primero que me fijo es si tiene cámaras. En cualquier lugar al que me lleven, incluso acá adentro me paro a fijarme si hay cámaras escondidas, detalles, micrófonos. Me pasaba en la comisaria, podía pasar horas fijándome si no me habían puesto una cámara. Me afectó mucho psicológicamente hasta el día de hoy. También me llevó a desconfiar de todo el mundo porque cada mínima palabra que yo decía se publicaba o se malinterpretaba, entonces me cuido mucho en ese sentido. Me generó mucha desconfianza, hoy en día no confió en nadie más que en mis padres.
—¿Pudiste identificar esa gran tristeza que pasaste?
—El año pasado estuve todo el año angustiada, no existió ni un día que no estuviera triste. A mí me gustaba mucho salir los fines de semana, y ni saliendo se me iba la angustia. Era solamente por la situación que estaba pasando, que no fue solamente ese año, fue de mucho tiempo atrás, pero es como que se hizo más profundo, más fuerte, el año pasado. Estaba muy angustiada, no vivía, me la pasaba encerrada, no hablaba con nadie, no podía…ni siquiera podía ir a yoga. Era otra persona, como un ente. Me di cuenta de dónde venia toda esa angustia, justamente quedándome sola todos esos meses en la comisaría de Gualeguaychú, a mí me ayudó mucho, más allá de que la pasé muy mal porque estaba totalmente sola, sin comunicación, sin saber nada de nada ni de nadie, me provocó ataques de pánico… Pero más allá de todo lo malo, me gusta sacar algo bueno. Sé que me ayudó mucho para conocerme a mí misma y sanar todo lo que tenía guardado.
—¿Creés que te ayudó a fortalecer esa fragilidad que vos tenías?
—Sí, yo creo que que en base a todo lo que vi en estos meses, puedo decir muy segura que soy otra persona, totalmente diferente a lo que era el año pasado, y a los anteriores, totalmente distinta.
—¿Cómo es tu conexión con los sueños? Es algo a lo que le das importancia.
—Sí. Tengo algo muy especial con mis sueños, les presto mucha atención porque creo mucho en lo espiritual y en lo onírico. Es más, todos estos meses profundicé en el tema porque me gusta, le prestó atención porque sé que ahí está la respuesta cuando no sabés algo. Eso se ve reflejado en los sueños. Me gusta despertarme y escribirlo. Diferencio entre los sueños comunes y los que tienen un mensaje, que son la mayoría, desde nuestro interior hacia nosotros. Me siento muy conectada. Antes me pasaba, pero no les prestaba atención, nunca les preste atención, es más, no creía en nada, únicamente ahora me pasa que sueño con alguien, después lo conozco…Como me paso con vos (ríe) y también me pasa que sueño con símbolos, tengo varios libros sobre interpretación de los sueños, como el diccionario. Y lo que estudiaron Freud y Jung. Me interesa mucho el tema, leo el significado, pero creo que cada persona tiene su propia interpretación, pero un símbolo puede ser diferente para todas las personas. Por eso me gusta analizarlo todo y verlo desde una distancia, comparar y llegar a mi propia conclusión.
—¿Tenés sueños proféticos?
—En realidad esas cosas no me gusta contarlas, porque depende del pensamiento de cada uno, a varios les puede parecer una locura. Por ejemplo, yo antes de leer estos libros no sabía que estaba comprobado que existía una prueba científica. Depende de cada uno. Me pasan muchas cosas por eso le presto mucha atención. Me doy cuenta de mi estado emocional en base a pesadillas. El año pasado me pasó todo el año que casi todas las noches soñaba que me seguían. Una persona, un animal. Yo corría y corría, y no lo había podido interpretar, creo que nunca lo había contado. Este año después de leer e investigar sé lo que es. Pero me lo guardo.
—Te acercaste a la religión, ¿verdad?
—Sí, pero sigo buscando, estoy leyendo sobre muchas religiones, soy católica pero no me quedé con eso, investigué para encontrar mi propio pensamiento. En este momento creo en Dios, pero no sé si como la Iglesia lo dice. No sé si me gusta cómo lo lleva la Iglesia, los curas, las monjas. Hice la comunión y la confirmación. Ahora leo sobre todo. Numerología, astrología, psicología. Todo eso me encanta. A la numerología la practico acá adentro, con mis compañeras o con quién sea. Me gusta investigar. En base a cosas que me pasan me gusta buscar repuestas, busco respuestas a todo, analizo todo, y por eso me meto en esos temas.
—¿Te gustaría enamorarte otra vez?
—La verdad que no lo he pensado. Lo que sí estoy segura es que todo lo que pasé me sirvió para darme cuenta de muchas cosas. Creo que ahora tengo un pensamiento más libre, una mente más abierta. No repetiría muchas cosas. No lo pensé pero creo que no tendría problemas en enamorarme.
Las amigas que la dejaron sola
Quedan 15 minutos de entrevista (los guardias sólo autorizaron una hora). Nahir está tranquila, como desahogada. Se toma su tiempo para responder.
—Ahora asisto a un taller literario. Es el único al que puedo ir porque está en un pabellón de seguridad y no se me permite juntarme con las demás internas. Me gusta la poesía y la literatura, así que el único taller al que tengo permitido ir es el de literatura y poesía. Las otras actividades son yoga y meditación y educación física. Me gusta yoga y meditación porque estiramos, hacemos todas las posiciones y además usamos la otra mitad de hora para meditar. Nos apagan las luces, es como que bajás un cambio entre tanto lío que es acá adentro, está bueno estar en silencio, aunque sea por un rato y que te vayan guiando y liberando todas las tensiones, los pensamientos, que son tan difíciles de dejar de pensar en algún momento. Eso me gusta. Me relajo totalmente o por lo menos lo intento. Al ser guiada se te hace más fácil que estar sola entre tanto quilombo. El ambiente ya cambia. Estamos en silencio o a veces nos ponen alguna música tranquila.
—¿La escritura es algo nuevo para vos?
—No. Siempre me gustó escribir, leer también. A los cinco años aprendí a leer y siempre me gustó, novelas o de diferentes temas, nunca me quedé con un solo género. Me gustan muchos y a partir de ahí me gustó escribir.
—¿Recordás cuál fue el primer libro que leíste?
—Sí, leía cuentos infantiles o le robaba las revistas a mi mamá (ríe) y trataba de practicar. Me gustaba, y yo les pedía a mis padres que me corrigieran cuando leía. De los cuentos infantiles, me gustaban Cenicienta, y las otras princesas. Cuando tenía once años empecé a leer novelas, todavía me gustan un montón. El primer cuento que leí fue El fantasma de Canterville, de (Oscar) Wilde, fue el primero que leí. Después leí la novela Antes y después de odiarte, de Angeles Ibirika. Es una novela que todavía me encanta. Soy de releerla porque sé que me gusta y no me aburre. Me gusta también guardar frases de los libros. Vos me regalaste libros de Cortázar, bueno, me encantaron. No me atrajo mucho Rayuela, me gustó si la forma de escribir y el humor que tiene, cuando alguno me gusta mucho lo vuelvo a releer. Cuido mucho los libros. No me gusta subrayarlos. Yo creo que los libros no se tocan.
—¿De niña tenías un diario íntimo?
—Cuando era muy muy chiquita tenía mi diario íntimo, después escribía cómo me sentía, qué había hecho en el día, tendría siete u ocho años, lo seguí hasta los diez más o menos. Pero después empecé a desconfiar de las cosas que escribía. Me sentía más segura si no escribía ni decía ni nada.
Porque era muy íntimo, tenía miedo de que alguien lo leyera, no tenía nada raro, pero era algo muy mío. Por ejemplo, era yo, pero nunca me mostraba con nadie, así como escribía. Era muy profundo cómo escribía sobre mí. Era algo como descubrirme mientras escribía, ser yo misma. Con otras personas conocidas o desconocidas yo no era nunca como me escribía.
—¿Te llevas mejor escribiendo que hablando con alguien?
—Sí, me pasa, más últimamente, hace un tiempo atrás no.
—¿Por qué si te gusta tanto escribir habías decidido estudiar Derecho?
—Siempre me dio miedo que alguien leyera lo que yo escribía porque sentía que me desnudaba ante todo el mundo. Porque yo nunca llegué a mostrar tal cual soy con todo el mundo, me daba miedo. La carrera de Derecho también la elegí porque siempre quise defender los derechos de las personas. Este año, en base a todo lo que me pasó, mi juicio, mi condena, perdí mucho interés por la carrera, me decepcioné mucho de la profesión, me di cuenta de que podés ser la mejor abogada del mundo y sin embargo las cosas no salen siempre como deben salir. No es como en los libros de John Grisham, donde siempre siempre triunfa la abogada.
—¿La verdadera Nahir es la que escribe?
—Puede ser. No quería que nadie me leyera porque me sentía que estaba mostrando mis debilidades. Me sentía muy vulnerable. Entonces prefería guardarme a mí misma, por miedo a que me fallen, se aprovechen de mi fragilidad, igualmente siempre fui transparente. Soy muy sincera al decir lo que pienso. Siempre que opino, es de verdad lo que quiero decir, no me guardo nada… Pero es difícil explicarlo. Soy muy transparente pero nunca llego a mostrarte realmente lo que soy. Durante todo el tiempo que estuve sola, tuve mucho tiempo de conocerme a mí misma, y sacar todo lo que tenia escondido porque no sé, porque lo ignoraba, lo quería negar, después me di cuenta de que negándolo no iba a desaparecer esa la fragilidad. Puedo mostrarte o ser como soy con vos, pero nunca totalmente, no del todo. La verdadera Nahir aparece cuando estoy escribiendo.
—Leí escritos tuyos que son muy buenos, pero elegís escribir en tercera persona, como que le pasa a otro.
—Soy del todo yo, pero trato de camuflarlo, siempre que escribo es en tercera persona, trato de camuflarlo, como un disfraz. El que lo lee puede interpretarlo como quiera. Me gusta eso. No decirlo todo, que quede algo sin decir y ahí esté el alma del cuento o poema.
—¿Cuándo escribís qué te inspira?
—Los libros me inspiran mucho porque yo no soy de leer así por arriba, leo cada frase, me tomo mi tiempo para cada libro, soy de analizar mucho y creo que el mejor momento donde me siento que tengo ganas de escribir es a la noche. Las frases que me gustan o me interesan me quedan grabadas en la mente, en algún momento las escribo.
—¿De tu grupo de amigas eras la que más leía y escribía?
—Ojo que yo pasaba mucho tiempo con el celular. Pero me gustaba encontrar mi tiempo para leer un libro. En general no sé, no lo contaba, ninguna leía así que no tenía con quién compartir autores o títulos.
—¿Cómo te imaginás tu futuro?
—Me gustaría publicar mis cosas porque me gusta escribir. Me encantaría ser escritora, además de tener una carrera. Para mi escribir es un pasatiempo, el año que viene me gustaría seguir mi carrera de abogacía, pero seguir escribiendo y publicar. Cuentos y poemas. En el poema vuelvo más mis emociones. En el cuento puedo jugar un poco más. Al escribir me gusta que el lector interprete lo que está leyendo como quiera. No me gusta poner que quede todo fijo, si no dar oportunidad que el otro interprete como quiera y a su manera.
—Tenés varios cuadernos escritos, que no querés que nadie los vea…
—Si (ríe con ganas). Hasta ahora están guardados en los de mis padres. Pero supongo que en algún momento cercano lo voy a hacer dar a luz.
—¿Te decepcionaron muchas personas?
—Sí, me decepcionaron muchas. Me di cuenta que en realidad de todas las amigas que tenía me quedó sólo una, que sigue llamando, pregunta cómo estoy, me viene a visitar. Tenía un montón de amigas y al final no lo eran realmente. Igualmente, amigos, yo era de tener más amigos hombres que mujeres. Me decepcionó un montón. Me hice amigas nuevas y ahora es como que es diferente. Lo veo de una manera diferente llamar a una persona amiga o amigo. Nunca me enojé porque una amiga dejara de hablarme. Sí me defraudaron porque tenía dos mejores amigas desde que tengo doce años, mucho tiempo, y una de ellas se borró, me defraudó un montón, pero bueno. Cada persona decide qué hacer y a quién tener de amigo. Por eso no guardo rencor ante nadie.
—¿Qué extrañás de la libertad?
—Muchas cosas. Durante muchos años hice hockey, me encanta y me gustaría patinar. Salir a patinar, me gustaba mucho sacar fotos, varias veces pedí permiso para tener mi cámara. De cualquier cosa, de algo simple sacarle una foto, de cierta perspectiva y ya queda lindo. Porque las fotos son depende de cómo cada uno la saque. Me gustaría mucho tener mi cámara, hacer deporte. Salir a bailar (sonríe) es lo que más extraño de todo, ir a un campo, ver animales, a mi perro Tai. Perdí muchas cosas, pero acá adentro cambié mi forma de ser, porque ahora tengo diferentes pensamientos, todo lo que me pasó me ayudó a encontrarme a mí misma. Desde chica, sentí que el llorar era mostrar debilidad.
—Eso es más un pensamiento cultural de los hombres.
—Yo pensaba eso, siempre, nunca creo que lloré delante de nadie ni de mis padres, si quería llorar esperaba la hora de dormir y sabía que me quedaba sola y nadie me iba a ver. Me daba vergüenza a mí misma llorar. A veces no lo hacía porque me daba vergüenza. Por eso siempre sentía mucha angustia. Me cuesta hasta ahora igual, me cuesta mucho también por temor a sentirme vulnerable o débil delante de los demás. Pero de a poco lo estoy logrando y aceptando que es algo normal llorar cuando uno se siente mal o bien, cuando se tiene ganas de llorar. De a poco lo estoy aceptando. Que me descubrieran así para mí era lo peor del mundo. Siempre pensé así, desde chica. Pero no es algo que me lo hayan impuesto mis padres, siempre fui así. Ahora ya no me pasa, pero antes me escondía de mí misma. Pero ahora creo que a veces todavía me sigo descubriendo, pero ahora puedo decir que sé lo que soy y quién soy.
—¿Quién sos?
—(Ríe) No contesta. (Pausa). Soy yo misma. Con nadie era así, ni con mis amigas. Ni siquiera conmigo.
—¿Astrológicamente te investigaste?
—Sí, soy de virgo. Me investigó de todo. Creo en esas cosas y encontré muchas coincidencias, y creo que las casualidades no existen, así que creer en eso me ayudo. No tengo bronca, tengo paz. No guardo rencor hacia nadie, ni me tomo nada personal, ahora alguien me insulta o me dice algo que no me gusta, lo acepto a cada persona como es, no me lo tomo personal. Antes de juzgar, pienso que esa persona no vivió lo mismo que yo. Tuvo otra educación, otra familia distinta a mí. Todo esto es gracias a estos meses que estuve sola. Yo creo que todos en algún momento tienen que buscarse su momento de soledad y encontrarse con ellos mismos. Todos lo necesitan. Sé que muchas personas deben pensar que soy un monstruo, pero no le prestó atención, lo único que si analizo las críticas constructivas que me hacen porque las demás no me suman.
—¿Te escribe gente para darte aliento?
—Sí, me sentí muy apoyada porque al desaparecer amigos y parte de mis familiares me sentí muy apoyada por la gente que me escribía, una carta, aunque sean dos palabras eran muy importante. Desde mi provincia hasta de otros países que nunca me imaginé que me podían escribir.
—¿Qué música escuchás?
—Me gusta el rock nacional, desde Andrés Calamaro a Charly García. Pero soy fan de Soda Stereo, me gusta mucho desde chica, más que nada por mi papa, desde bebe sonaba en mi casa. De grande sigo escuchando a Gustavo Cerati, aparte de la música, su voz y sus letras son impresionantes, la forma que se expresaba al escribir una canción son muy profundas y son letras que me llegan. Mi canción favoritra es "Lago en el cielo".
—¿Cuándo te gustaría publicar un libro?
—No sé, a veces me arrepiento y no mostraría nada a nadie. Pero en realidad tengo ganas. Pero me traba el miedo a mostrarme. Igualmente ya voy a agarrar coraje y voy a publicar. Es más, se me ocurre algo. ¿Te lo digo?
—Dale.
—Te regalo este poema que escribí. Es un tautograma (Poema formado por palabras que empiezan con la misma letra). Si querés podés publicarlo.
“Nada
Nadie te dice
Ni te advierte
No se puede entender, es que
Nunca fue imaginado
Negarse es en vano porque
Nadie escucha
Ni siente
Nula está tu mente y
Negros tus sentimentos, pero
Nada es más importante que vivir”.