El experto submarinista Horacio Tobías estimó qué pasó después de la implosión por los indicios que dan las primeras imágenes del submarino y un video.
La implosión del submarino ARA San Juan habría sido provocada, en principio, por “tres ingresos de agua de mar”, según un primer análisis de las tres fotografías que se conocieron del naufragio y el buque habría chocado con la proa en el fondo del mar.
El capitán de fragata, ingeniero y ex jefe de inmersión del submarino San Juan, Horacio Tobías, analizó las fotos junto a Clarín y dio una primera hipótesis de qué pasó luego de la implosión del buque el 15 de noviembre de 2017 cuando llegó a una profundidad de 468 metros, pasando la llamada profundidad de colapso.
La Secretaria de Gestión Presupuestaria y Control del Ministerio de Defensa, Graciela Villata, estimó a este diario que las 67 mil fotos que tomó el robot submarino llegarán el 29 o 30 de noviembre “por valija diplomática” desde Ciudad del Cabo hasta el edificio Libertad, la sede de la Armada. La valija la traerán los dos suboficiales submarinistas embarcados en el Seabed de la empresa norteamericana Ocean Infinity.
La jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yañez, vendrá personalmente o mandará a su secretario letrado a buscar las fotos que estarán bajo secreto de sumario mientras dure su análisis para intentar determinar las causas del naufragio.
Con las fotos de alta definición y videos se podrá hacer un mosaico metro cuadro por metro cuadro de los escombros metálicos que rodean al San Juan en un diámetro de 70 a 100 metros e incluso tratar de realizar una recreación digital.
La hipótesis más probable de la causa del accidente, que estará incluida en el informe que tres expertos submarinistas entregarán al ministro de Defensa Oscar Aguad supone que durante la tormenta del 14 de noviembre entró agua a las baterías de proa por la válvula Eco19 que provocó un principio de incendio. El comandante del buque, Pedro Fernández, ordenó luego ir a un plano profundo (40 metros) y después por una chispa hubo una explosión provocada por el hidrógeno de las baterías que mató o neutralizó a la mayoría de los 44 héroes. Luego el submarino se fue a pique e implosionó a los 468 metros de profundidad con una energía equivalente a 2 mil kilos de TNT y 20 minutos más tarde chocó contra el fondo del mar, donde fue hallado a 907 metros.
En principio, el experto Tobías estimó que por la foto difundida “la vela (torreta) se ve desprendida y casi intacta sin un bollo” y al lado se observa el “quinto cojinete del periscopio de ataque”. En el caso de que dentro de la vela esté arrancada “la garita de escape” -que se une al casco resistente- se habría producido un “agujero terrible”. La “garita de escape” está construida también con chapa de acero resistente de 33 milímetros de espesor y luego se une a la escotilla de salida. La vela está sujeta al casco resistente con “trabas bayonetas”, entre otros mecanismos.
El análisis se basa en la hipótesis de que el casco resistente del submarino estaría entero, situación que recién se verificará cuando lleguen las demás fotos. La foto de la proa del submarino muestra que le faltan las chapas de los seis tubos lanza torpedos (TLT, en la jerga marina). Tobías dijo que se ve en la foto que “le faltan los tanques de lastre de proa 3 y 4, el sonar y el ancla. Supongo que todo desapareció cuando la proa habría chocado primero contra el lecho marino”.
Dentro del tanque de lastre se transportan 15 botellas de aire comprimido de 265 litros cada una que puede ser una de las que vio el padre de una de las víctimas, Luis Tagliapietra, el sábado a bordo del Seabed. Se supone que el San Juan no llevaba torpedos de guerra pero sí los “Dummi” que son una réplica de hierro para que la tripulación practique la carga y descarga. En principio, en la proa falta la puerta externa que podría haber sido un segundo ingreso del agua. “Por otros primeros indicios, se puede presumir que en la caída primero pegó con la proa en el hecho marino”, dijo Tobias.
El tercer ingreso de agua pudo haber sido por la llamada “bocina” de la popa por donde sale el eje de la hélice. La “bocina” es un sello hidráulico que evita que entre el agua. La hélice se encontró clavada en el fondo del mar y a varios metros del casco resistente. Está ubicada en la parte cónica del submarino y rodeada por una chapa llamada “cola de pato”. Para Tobías la implosión arrancó el eje y por allí también habría entrado agua de mar.
En definitiva, Tobías estimó que tiene tres agujeros y que por allí habrían entrado unas 20 mil toneladas de agua. Así al peso del submarino, 2.300 toneladas, habría que sumarse el agua que tiene el interior lo que daría unas 22.300 toneladas de peso. Para Tobías el peso total, la profundidad y la turbulencia del agua hacen “técnicamente imposible reflotarlo” a través de la técnica del izado. También descartó la técnica de llenar de aire nuevamente sus tanques para reflotarlo.
Fuente: Clarín