Claudia S.E. finalmente llegó a Bolivia, gracias a la autorización de la Justicia. Podrá quedarse 30 días. Luego deberá volver a prisión. "No llores mi mamá, no quiero que llores, yo ya no quiero llorar", le dijo el nene.
Después de un viaje en micro que duró 24 horas, entre la cárcel de General Güemes, en Salta, y su casa en la ciudad de Montero, cerca de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, Claudia S.E., finalmente se reencontró con Fernando, su hijo de 14, gravemente enfermo, por quien ella había decidido hace un año pasar un kilo de cocaína por la frontera con el fin de cobrar un dinero que les permitiera pagar la quimioterapia.
Con Sheyla Jazmín en brazos, su cuarta hija, que nació hace cuatro meses con su madre en prisión, la mujer cruzó el umbral de su casa y fue directo a la habitación donde desde hace una semana está Fernando, bajo cuidados paliativos, ya que la enfermedad, según los médicos, se volvió irreversible.
El nene dormitaba. Se había enterado unas horas antes, de boca de su abuela, que su mamá finalmente había logrado el permiso de un juez para estar con él al menos durante los próximos 30 días. Estaba ansioso. Un rato antes de dormirse, les había pedido a todos los que lo visitaban que se fueran. Quería esperar a su mamá solo.
"Cuando entré estaba dormidito, caidito, levantó la cabecita y me miró y me dice 'no llores mi mamá, no quiero que llores, yo ya no quiero llorar'", contó Claudia entre sollozos.
La historia de Claudia y Fernando fue revelada por este medio el miércoles pasado y un día después el juez federal de Salta Ernesto Hansen firmó –tras seis meses de espera– la habilitación para que la mujer, presa por el delito de tránsito de estupefacientes desde el 27 de octubre de 2017, pudiera salir para estar con su hijo "por razones humanitarias".
"'Estoy bien, ¿no me ves bien? Estoy tranquilito'. Eso fue lo que me dijo. Me da mucha pena. Y yo me puse mal. Pero estoy tranquila. No imaginaba que iba a poder estar acá, estaba rezando y pidiendo que respondiera el juez", comentó Claudia.
Los defensores oficales de esta mujer, con Andrés Reynoso a la cabeza, habían presentado en las últimas semanas las pruebas que demostraban que la enfermedad de Fernando era real, algo que Hansen consideraba una excusa para justificar el delito de pasar cocaína por la frontera.
La Sala 2 de la Cámara de Apelaciones de Salta, integrada por los jueces Guillermo Elias, Mariana Catalano y Alejandro Castellanos, confirmó también el mismo jueves el procesamiento de Claudia, su prisión preventiva y un embargo de $ 20.000 dispuesto por Hansen. Pero recomendó atender las necesidades humanitarias. Claudia deberá volver a prisión dentro de un mes y esperar el juicio.
En septiembre del año pasado, tras escuchar el diagnóstico de la enfermedad de su hijo, Claudia, que trabajaba como empleada de limpieza en casas particulares, fue hasta la rotonda de su ciudad, donde sabía que podía encontrar un contacto para pasar cocaína y conseguir USD 500 que le serivirían para solventar el tratamiento.
Pasó al país con un bebé en su vientre y dos valijas con poco más de un kilo de cocaína escondida en un doble fondo. Llegó hasta la ciudad salteña de Orán y allí tomó un remís con destino a General Güemes. El punto final era el barrio de Liniers, en Buenos Aires. Cuando entregara el paquete, recibiría los dólares.
Pero Claudia fue descubierta. El 27 de octubre del año pasado, a las 21.20, en el kilómetro 1.212 de la ruta nacional 34, cerca de la ciudad jujeña de Ledesma, el remís en el que viajaba fue interceptado por Gendarmería Nacional. "Lo hice porque estaba desesperada. Yo no tenía recursos. Tuve que hacer esto para poder curar a mi hijito pero todo salió mal y me quedé aquí y mi mamá lo estuvo llevando (al médico) pero se empeoró y le amputaron la pierna derecha", contó esta mujer de 33 años.
Claudia no es "narcotraficante", es apenas una mula más de un sistema perverso, presa fácil de la trata de personas. En Argentina, la infracción a la ley de drogas es la principal causa de privación de la libertad de mujeres. El 41% de la población carcelaria femenina (1.477 sobre un total de 3.413) se encuentra en esa situación por delitos tipificados en la ley 23.737. En la población de hombres, la infracción a la ley drogas ocupa el 5° lugar entre los delitos de mayor presencia.
Según estadísticas del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena, del total de las condenadas por drogas en 2017, el 81% (356) obtuvo una sentencia por montos de pena menores a los cuatro años. De este modo, la mayor parte de las mujeres detenidas por este delito en Argentina se ubican en el mínimo de la escala penal de la ley de drogas, correspondiente a los delitos de comercialización de estupefacientes. Los datos de 2016 señalan que, del conjunto de mujeres presas por delitos de drogas (procesadas y condenadas), el 56% está por comercialización, el 32%, por tenencia y el 12%, por tráfico.
Meses después de la detención de Claudia, sus abogados oficiales llevaron al despacho del magistrado los certificados médicos firmados por la doctora María Estela Coleoni Suárez, del Instituto Oncológico del Oriente Boliviano. Además, mostraron algunas fotos de Fernando en un evidente deterioro. "Está en un estado de necesidad justificante", argumentó su defensa.
Fernando padece un osteosarcoma de femur derecho. La progesión de su enfermedad fue demasiado rápida, con metástasis pulmonares múltiples y muy grande, según contó Coleoni. El panorama es triste: "En esta etapa tan avanzada de su enfermedad no tiene posibilidades de curación y ha pasado a cuidados paliativos. Su estado es crítico y su tiempo de vida, muy corto, de días probablemente".
Fernando sufrió todos estos días por el temor de morirse sin volver a ver a su madre y sin conocer a su nueva hermanita (tiene otras dos). "Es muy dolorosa esta situación pues Fernandito está sufriendo un montón y lo oculta cuando habla con su mamá para que ella no sufra", había contado la médica. Por eso, el propio chico había pedido el miércoles pasado que lo llevaran a su casa, que quería morir allí.
Finalmente, su mamá llegó. Fernando está asistido con oxígeno y morfina. Cada tres días lo visitan médicos desde Santa Cruz de la Sierra. "La verdad es que hay que agradecer porque el niño está feliz, está con su familia, con su mamá, anhelaba estar con ella, él no tiene la culpa de tener la enfermedad, no tiene la culpa de nada, y es el momento de estar con mamá", comentó Coleoni.
"Estoy contenta, feliz de estar con mi hijito, estoy bien y triste a la vez. Estaba esperandome él, que yo llegue. Me dijo que 'no llore mamá, no quiero que llore', ya hijito le digo, 'ya me voy a curar, estese tranquila, voy a hacer y tomar y voy a comer, mamá, porque no quiero que usted esté triste'", dijo Claudia, con alivio y emoción.
Además del encuentro con su mamá, Fernando estaba ansioso por conocer a su hermanita recién nacida. La pudo ver y tocar. La miro fijamente, cuenta su mamá, y le dijo, con una sonrisa inocultable tras la máscara de oxígeno: "Mamá se parece a mí, es igualita a cuando yo era bebé".
Fuente: Infobae