El devastador fenómeno dejó al menos unos 1.347 muertos. En la morgue, recordó Azwan, “había una cantidad astronómica de cuerpos”.
Tras el terremoto, un tsunami invadió la ciudad indonesia de Palu. El imparable poder del agua arrastró a su esposa. Fueron dos días de angustia. Temía que ella fuera parte de una escalofriante estadística: unos 1347 muertos dejó el paso de la gran ola, según cifras oficiales. Junto a su hija, la buscó en las morgues y en los hospitales. Perdió las esperanzas, pero finalmente la mujer logró regresar a casa, herida.
Como si se tratara de la película dramática Lo imposible- basada en una historia familiar real en el tsunami índico de 2004- Azwan y Dewi, junto a su nena, lograron sobrevivir y reencontrarse. El hombre de 38 años contó su historia junto a su esposa en una pequeña carpa instalada junto a la carretera.
La emoción es visible en su rostro y los ojos se llenan de lágrimas. "Estaba tan contento, tan emocionado... Gracias a Dios pude volver a verla", dijo a AFP Azwan que, como muchos indonesios, sólo tiene un nombre.
Palu, una ciudad de 350.000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes, tembló el viernes por un violento terremoto seguido de un tsunami devastador. Desde entonces reinan la desesperanza y el dolor. Sin duda, la historia de Azwan y Dewi es una excepción.
En el momento en que el desastre ocurrió, Dewi registraba a los invitados que iban participar en un festival de un hotel de la costa cuando la tierra tembló. Luego llegó un muro de agua.
"Llegó una ola que me golpeó fuerte. Cuando retomé consciencia estaba en la calle, delante del hotel. Recuerdo haber escuchado a la gente gritar '¡Tsunami! ¡Tsunami!'", explicó a AFP.
Dewi caminó por las calles repletas de escombros hasta que llegó a un puesto de evacuación, donde pasó la noche. "Sin comida, sin agua", recordó. "Nos pidieron que esperáramos hasta que la situación fuera segura. Las réplicas no cesaban", detalló.
En la otra punta de la ciudad , Azwan estaba muy angustiado. Había sobrevivido junto a su hija pero no tenía ninguna noticia de su mujer. Al llegar la noche empezó una búsqueda que duró casi dos días. Visitó morgues y hospitales repletos de gente.
"Como no veía a mi mujer en las bolsas mortuorias, regresé al hospital y verifiqué la morgue", recuerda Azwan. "Había una cantidad astronómica de cuerpos. Estaba todo desordenado, en la terraza, unos encima de otros".
El domingo, cuando se preparaba para aceptar "la voluntad de Dios", su esposa apareció en el domicilio familiar, en moto. Estaba herida y cojeaba. Así llegó hasta su casa.
"Cuando bajó de la moto, fue la euforia", dijo Azwan. "Todo el mundo lloraba. Los miembros de la familia estallaron en llantos, la abrazaron".
Dewi agradece a Dios que tuvo "una segunda oportunidad" pero aún le cuesta creerlo. “Incluso ahora no logro creer que estoy viva", dice. "Todavía estoy traumatizada".
Al menos 1.347 personas murieron en el sismo seguido de un tsunami, según el último balance. La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estima en 191.000 las personas que necesitan ayuda humanitaria de emergencia, entre ellas 46.000 menores de edad y 14.000 personas mayores.