El experto se refirió a los efectos de los 1,30 gramos de alcohol en sangre que le detectaron a la novia de Genaro Fortunato.
La declaración de Mariano Cuaranta, jefe de cuerpo médico forense de San Rafael, fue uno de los puntos fuertes en el inicio de la segunda semana del juicio contra Julieta Silva por la muerte su novio, Genaro Fortunato. Frente a la atenta mirada de la detenida y los jueces Rodolfo Luque, Julio Bittar y María Eugenia Laigle, el especialista confirmó los datos la necropsia en la que describió cómo murió el rugbier, atropellado por Silva. Pero la querella se enfocó en él desde otro resultado, el de alcoholemia de la acusada.
Al igual que las otras jornadas del debate, Silva lució impecable en el banquillo de los acusados, donde la acompañan Alejandro Cazabán y un auxiliar oriundo de la Ciudad de Mendoza.
Los estudios determinaron que la acusada tenía 1,30 gramos de alcohol en sangre. Los abogados defensores sostienen que por eso no tenía buena visión la madrugada del 9 de septiembre pasado y que fue un causal para que no viera al rugbier antes de arrollarlo con su Fiat Idea.
"¿Puede explicar qué puede producir esa graduación en una persona?", le preguntó la querella al perito. "El alcohol estaba en una curva descendente (por el tiempo transcurrido hasta que se le realizó el examen). Pero puede reflejar la alcoholemia aproximada en el momento del hecho (dio 0,70 gramos de alcohol por litro de sangre, por lo que se calcula que en el momento de la muerte tenía 1,30). Los efectos siempre van a estar supeditados a cada persona. (...) Puede producir una alteración en los reflejos, para frenar, y la visión en tubo (disminución). Efecto psíquico, estado de depresión (adormecimiento), más cercano a la temeridad que a la euforia. Y, neurológico, de los movimientos para actuar", aseguró. Y agregó que "también puede afectar el equilibrio".
Para la defensa y la familia de la mujer de 30 años, en la primera semana del juicio ninguno de los testigos que desfiló por la sala de los tribunales de San Rafael complicó seriamente la estrategia de afirmar que se trató de un accidente porque Silva no vio al joven.
"Hacia los costados, disminuye la visión. No puedo saber, en porcentaje, cuánto", aclaró el perito. A la vez, aseguró que depende de "la tolerancia al alcohol de cada persona":
"¿Si a esa alcoholemia de 1,30, la colocamos a una persona con astigmatismo, ¿qué le indica?", le preguntó uno de los jueces. "No soy oftalmólogo. Todo lo que pueda afectar la agudeza visual, va en detrimento de su percepción. Pero no sé si esa alteración es significativa de la visibilidad", respondió.
La querella también remitió a que el perito vio a Silva horas después de su detención. "Ese día la vi a Julieta Silva. Pero en la tarde noche. Necesitábamos hacer runa pericia de índole psiquiátrica, no teníamos psiquiatras, estaba solamente un doctor del poder Judicial. Mario Gabrieli, coordinador del Ministerio Público Fiscal me pidió que hiciera la logística para contactar a Silva para que le hagan la pericia. Ahí yo tomo contacto con Silva. Aparentemente estaba con tranquilizantes. El interrogatorio lo llevó a cabo el psiquiatra, la vimos algo tranquila", cerró.
Otro de los peritos clave del día fue Francisco Ruiz Carabajal, el buioquímico forense que le realizó la alcoholemia retrospectiva a Silva para determinar cuánto alcohol tenía en sangre al momento de la muerte de su novio. Además de haber realizado el estudio, fue convocado como testigo por la defensa. "El alcohol en el cuerpo se degrada por sistemas enzimáticos. Que en tiempos iguales, en la sangre disminuye de la misma manera. Ahora, cuánto alcohol se degrada por hora depende del acostumbramiento, del sexo, de la raza y de variaciones interindividuales. Pero conociendo esos parámetros, es bastante sencillo calcular cuánto alcohol había, horas atrás", detalló. Su cálculo dio 1,30, a las 5.05 de la madrugada. Pero ese valor es el promedio está dentro de un rango de pasibilidad que va del 0,96 al 1,63. "No puedo descartar ninguno de los dos extremos", aseguró. Los dos peritos coinciden en que el alcohol en Silva estaba en la fase de descenso. Por último, Carabajal aclaró que el nivel de alcoholemia no puede determinar el nivel de ebriedad. "Por ejemplo, depende de la tolerancia de cada persona", cerró.
El testimonio de los mellizos
La cuarta jornada del juicio a Julieta Silva comenzó con la proyección de videos que fueron incorporados a la causa durante la instrucción de la fiscal Andrea Rossi.
El primero en sentarse frente al tribunal fue uno de los mellizos que estaban en la noche de la tragedia. Fueron señalados por Silva como protagonistas de entredichos con Fortunato. La joven dijo que los conocía porque fueron quienes le vendieron el Fiat Idea con el que arrolló esa madrugada a Genaro, pero también refirió a un conflicto que ambos mantuvieron –más atrás en el tiempo- con los hermanos Fortunato (Genaro y Fausto).
Martín Maure aclaró que todo se limitó a conflicto verbal y que el problema fue con él y no con su hermano Lucas. También dijo que se conocían con Fortunato, pero que no eran amigos. “Me dijo por qué miraba a Julieta”, relató el empresario dedicado al rubro automotor. “El problema no pasó más allá de un intercambio de palabras. No recuerdo lo que hablamos, tuvimos un entredicho hasta que llegó una de las amigas que no reconozco y terminó el tema”, aseguró.
“Yo desconocía la relación entre Genaro y Julieta”, sostuvo Maure, quien admitió conocer a Fortunato y que por eso “las amenazas de golpearlo fueron solo verbales” y añadió que “teníamos una buena relación (con Fortunato) aunque no éramos amigos”.
Si bien Silva dijo “haber saludado de palabra” a los mellizos Maure porque le habían vendido el Fiat Idea, el joven no dijo conocerla ni tampoco saber su nombre, en relación a esa madrugada.
Por último, la jueza Eugenia Laigle le preguntó si le había dicho algo a Silva tras su discusión con Fortunato. “No, no hablé con ella”, aseguró Maure. Aquí surgió el primer contrapunto en relación a lo que declaró Julieta la semana pasada, quien señaló que “uno de los mellizos me dijo que si no calmaba a Genaro lo iba a calmar él”.
Antes de finalizar su declaración, Maure vio el video de la cámara de seguridad en el que se reconoció como una de las personas que salieron del bar, además de Fortunato y Silva.
En las imágenes en cuestión, se evidencia el estado de ebriedad de Genaro, quien golpea su vientre con una baranda de contención ubicada en la puerta de acceso al boliche. Visiblemente dolorido, Julieta lo ayuda a reponerse y se van abrazados rumbo al auto estacionado sobre calle El Chañaral, donde se produjo el incidente por el que el rugbier cayó a la carpeta asfáltica donde minutos después fue arrollado por el Fiat conducido por Silva.
El siguiente en declarar fue el otro mellizo, Lucas Maure, que fue limitado a la hora de responder las preguntas de las partes. Señaló que no tuvo contactos ni con Genaro ni con Silva y manifestó no recordar con precisión si al salir de Mona, cerca de las 5 de la mañana, advirtió presencia policial en la vía pública. Asimismo aseguró que su hermano nunca le contó, por lo menos esa noche, de una discusión con Fortunato.
Ratificó, por último, que su hermano y Genaro tenían una buena relación.
Los hermanos Maure figuran como socios-gerentes de “CP3 Automotores”, una reconocida agencia de automotores de San Rafael que próximamente se ampliará a otros puntos de Mendoza. También tienen parentesco con el propietario de las estaciones de servicio Shell en ese departamento del sur de Mendoza.