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Fuerte crítica de la Iglesia a la despenalización del aborto: "No es un derecho, sino un drama"

En la Basílica de Luján, el presidente del Episcopado, Monseñor Oscar Ojea, dijo la Argentina atraviesa un momento "delicado" ante la posible sanción de la ley.

09/07/2018

Ante una multitud que colmó la plaza Belgrano, frente a la Basílica de Luján, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, expresó que los argentinos están "perplejos y doloridos ante la posibilidad de que se sancione la ley de despenalización del aborto".

"Sería la primera vez que se dictaría en la Argentina y en tiempos de democracia una ley que legitime la eliminación de un ser humano por otro ser humano", dijo el obispo de San Isidro, en la misa con que la Iglesia se pronunció nuevamente en favor de las dos vidas y en contra del aborto, ante el inminente debate que se dará en el Senado.

"Chicos y chicas; el aborto no es un derecho, sino un drama", dijo el presidente del Episcopado dirigiéndose especialmente a los jóvenes.

Ojea encabezó la celebración ante fieles llegados desde distintas parroquia y diócesis de distintos puntos del país.

Junto al nuncio apostólico León Kalenga, el arzobispo africano designado por Francisco; el cardenal Mario Poli, y el arzobispo local, Agustín Radrizzani, además de unos 50 obispos y más de un centenar de sacerdotes, pronunció una oración que consagró al pueblo argentino a la Virgen de Luján.

"Este drama nos llena de angustia porque se puede plantear la opción entre dos vidas. Pero el drama tiene un final abierto y podés decidir en favor de las dos", dijo el obispo de San Isidro.

"Sabemos que no siempre es fácil recibir la vida como viene, a veces se presenta en contextos conflictivos y angustiosos. Sin embargo, siempre es posible cuidarla y defenderla", señaló durante su homilía.

Según Ojea, "es necesario encontrar soluciones nuevas y creativas para que ninguna mujer busque recurrir a un desenlace que no es solución para nadie".

"Tampoco es cierto que vos podés hacer lo que quieras y que a nosotros no nos debe importar. Este razonamiento es fruto de una cultura que nos obliga a desentendernos de los demás como si la Patria fuera un amontonamiento de individuos en el que a nadie le importa que el otro se lastime. Cuanto más queremos a las personas, más nos importa lo que les pasa", remarcó.


Fuente: La Nación