El sicario le disparó en la cabeza. Perdió un ojo y casi le cuesta la vida. El fue condenado, deberá pasar al menos 30 años en cárcel antes de optar por libertad condicional.
Cuando Nancy Shore regresó a su casa de la iglesia un día de agosto de 2012, un sicario la estaba esperando con un arma.
Ella sobrevivió al ataque pero quedó atónita al enterarse, desde su cama de hospital, a quién acusó la policía de pagar para que la mataran.
"Realmente tuvimos un matrimonio increíble", dice Shore, de 57 años.
"Obviamente, pasas por altibajos. Quiero decir que no fuimos perfectos, tuvimos nuestros problemas de vez en cuando y siempre trabajamos para resolverlos".
Nancy se casó con Frank Howard en 1983 y juntos criaron a tres hijos en Carrollton, Texas, Estados Unidos.
A su marido lo describe como "muy amable, gentil, cariñoso". "Estuvo muy involucrado en la crianza de nuestros hijos", dice ella.
"Entrenó a equipos de fútbol cuando eran pequeños, asistimos a todos los partidos de los niños. Algunos de ellos [hicieron] teatro musical".
La pareja cantaba en el coro de su iglesia local y organizaba reuniones de estudio bíblico para jóvenes en su hogar. Pero cuando sus hijos crecieron, Frank comenzó a viajar más por su trabajo como contador. Y Nancy, a sentirse más aislada.
"Yo era ama de casa y ese era mi trabajo. Una vez que empezaron a irse (mis hijos) se me hizo muy duro", dice Nancy.
"Y luego (Frank) comenzó a estar más ocupado con su trabajo y supongo que podríamos decir que nos estábamos distanciando".
El ataque
Frank estaba ausente en lo que Nancy pensó era otro viaje de negocios en la tarde del 18 de agosto de 2012. Ella había asistido a un bautizo en su iglesia y después de detenerse con su auto para comprar comida para llevar, regresó a su casa.
"Entré en mi garaje y de repente había un hombre con su brazo alrededor de mi cuello y una pistola en la cabeza", dice Nancy. Él exigió que le diera su cartera.
Nancy logró luchar y se giró para enfrentar a su atacante, que llevaba una gorra de béisbol negra. Aterrorizada, accidentalmente le entregó la bolsa de comida.
"Exigió mi cartera una tercera vez, con insultos", recuerda Nancy. "Estaba lo suficientemente cerca de él como para golpearlo en el pecho con mi cartera y cuando lo hice grité: '¡Jesús sálvame!' y él inmediatamente me disparó en la cabeza y caí".
Nancy quedó inconsciente en el suelo mientras su agresor salió corriendo, tomó la cartera pero dejó su auto, que fácilmente podría haber robado. Cuando recuperó el conocimiento, Nancy apenas podía respirar y sufría un dolor insoportable.
La bala le había atravesado la cabeza y se había alojado en su pulmón derecho.
"Cuando recuperé la conciencia pensé que iba a morir y fue entonces cuando Dios me habló y me dijo: 'Levántate'. Me dio la fuerza física para levantarme", dice Nancy.
Su teléfono móvil estaba en su cartera robada así que se arrastró hasta su auto y presionó un botón diseñado para llamar a un servicio de emergencia. Cuando eso no funcionó, Nancy hizo un gran esfuerzo y se tambaleó hasta la casa.
Fue en ese momento que vio su reflejo en un espejo por primera vez.
"Me miré a mí misma y todo lo que pude ver fue sangre desde mis ojos hasta mi hermosa camisa morada", dice Nancy.
"En ese momento no me di cuenta de que había perdido mi ojo izquierdo".
Luchando por respirar, se las arregló para llamar a los servicios de emergencia, gritando: "¡Ayúdenme, ayúdenme!".
Les dijo dónde estaba y proporcionó una descripción de su atacante. Luego, milagrosamente, caminó hacia la puerta de entrada para esperar la llegada de los paramédicos.
Sospechoso
Un policía contactó a los hijos de Nancy, que llamaron a su padre, Frank.
"Comenzó a llorar y estar fuera de sí, según lo que describió una de mis hijas", relata Nancy. "Y estaba fuera de control tratando de llegar hasta donde yo estaba".
Una vez que Frank pudo volar a casa, visitó a su esposa en el hospital. Nancy cuenta que su hija le describió cómo él cayó al suelo antes de verla, tal era su angustia.
Sin embargo, cuando la policía comenzó a investigar, encontraron algunos datos sorprendentes en el teléfono móvil de Frank, incluidas fotografías y mensajes de texto de otra mujer.
Frank había estado con ella en el momento del ataque y no en un viaje de negocios. La relación llevaba tres años.
Cuando Nancy se recuperó lo suficiente como para dejar la terapia intensiva recibió una llamada telefónica de Frank al teléfono del hospital, confesando su adulterio.
"Simplemente comencé a llorar", dice Nancy. "De hecho, él estaba llorando tanto que apenas pude entender lo que me decía".
Frank visitó a Nancy al hospital varias veces más después de esa llamada, pero había noticias aún más devastadoras por venir.
Mientras todavía se estaba recuperando de la cirugía, la policía le dijo a Nancy que habían arrestado a su esposo (cuyo nombre completo es John Franklin Howard) en relación con el ataque.
Por varios año,s Frank había estado pagando a una pandilla de criminales para que asesinaran a su esposa.
"Fue desgarrador", dice Nancy. "Recuerdo que incluso después de una cirugía ocular simplemente lloraba y lloraba, y mi madre tuvo que entrar y decirme: 'Detente, no puedes llorar así, tu ojo tiene que sanar' y 'No puedes bajar la cabeza así'".
"No tuvo otra opción"
Los delincuentes habían estado presionando a Frank, exigiendo continuamente más y más dinero. También gastaba cientos de miles de dólares en su novia.
Entonces Frank comenzó a malversar el dinero de uno de sus clientes ricos, se cree que por un valor superior a los US$30 millones.
Nancy no sabe por qué Frank quiso que la mataran. Pero ella cree que es porque él sabía que ella nunca aceptaría un divorcio.
"Hice ese voto al Señor de que no iba a divorciarme de él", dice Nancy. "Así que él comenzó a involucrarse con [otra mujer] y luego empezó a malversar dinero porque estaba tratando de mostrarle a ella que él era un hombre rico".
"Creo que en poco tiempo la situación lo superó y realmente no tuvo otra opción más que hacer que me maten".
En el juicio de Frank, el jurado tardó solo dos horas en declararlo culpable de intento de asesinato. Fue sentenciado a cadena perpetua y tendrá que cumplir 30 años antes de ser considerado para la libertad condicional. Para entonces, tendrá alrededor de 85 años.
Nancy al final se divorció de su marido, antes del juicio, pero asegura que si hubiera sido absuelto ella habría estado dispuesta a reconstruir su relación y volver a casarse con él.
Entonces el veredicto de culpabilidad vino como una "patada en el estómago".
"Aún lo amo"
"Todavía lo amaba en ese momento y tengo que decir que todavía lo amo. No en el sentido romántico, sino en el amor que siento por él por ser el padre de mis hijos. Siempre estará ese amor", afirma.
Sus hijos están convencidos de que su padre fue condenado de forma errónea.
"Continuamente les decía que era inocente", dice Nancy. "Que no tuvo nada que ver con esto y que fue un gran esposo y padre hasta el momento en que dejó de serlo. Así que puedo entender totalmente por qué mis hijos creen esto".
Después del veredicto, ella y sus hijos abandonaron el tribunal por separado. Pasó un mes antes de que volvieran a ponerse en contacto.
A pesar de todo lo que ha pasado Nancy ha podido perdonar a su exesposo e incluso le ofreció su perdón cuando declaró en su juicio.
"Lo he perdonado", asegura. "La Biblia dice que si no perdonamos a aquellos que nos han perjudicado entonces no podemos ser perdonados y no podía permitirme no perdonarlo porque no podía vivir con amargura".
Nancy no ha visto ni hablado con Frank desde que fue a prisión. Aunque ha pensado en visitarlo por ahora está manteniendo la distancia. Pero hay una pregunta que acecha en su mente y que ella le preguntaría si pudiese.
"¿Qué pasó con el matrimonio?", se pregunta. "¿Qué hizo incluso que quisiera descarriarse y encontrar a otra mujer? Sé que el ataque debería ser la parte más devastadora, pero en realidad esa ha sido la parte más devastadora".
Feliz
La recuperación de Nancy ha asombrado a los médicos. Tras numerosas operaciones para reconstruir su cara, ahora usa un ojo protésico.
También tiene un trabajo de tiempo completo como asistente legal en un bufete de abogados.
"Aún tengo la bala en el pulmón pero había perdido el uso del brazo y la mano derecha y ahora puedo usarla y escribir", señala.
Cuenta que celebra "enérgicamente" cada cumpleaños que ha tenido desde el atentado y todavía disfruta cantando en el coro de la iglesia. Casi seis años después del horror del ataque en su propia casa, ella sigue su camino.
"Estoy agradecida una vez más por la forma en que Dios ha salvado mi vida y por la curación que está sucediendo en la vida de mis hijos, es increíble", dice ella. "Estoy tremendamente feliz".