Un ovejero alemán se le prendió del brazo a una mujer de 77 años y la fracturó. Al dueño le podrían dar hasta tres años de cárcel.
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las mascotas, hace un tiempo que la Ciudad de Buenos Aires les reconoció derechos a los animales. Pero lo que muchos desconocen u olvidan es que a todo derecho le cabe una obligación y que incumplirla es un peligro y, muchas veces, un delito.
Elena, de 77 años, lo sabe muy bien porque lo vivió en carne propia y todavía padece las consecuencias. Hace poco más de un mes caminaba hacia una parada de colectivo y se cruzó con un vecino. El hombre iba con su perro, un pastor alemán de seis años. Llevaba correa pero estaba sin bozal. Elena y su vecino cruzaban un saludo cuando Rocko, la mascota, se abalanzó sobre ella y se prendió de su brazo.
Las consecuencias fueron una herida muy profunda, una vértebra fracturada, cuatro días de internación y un reposo que ya lleva más de un mes y puede extenderse unos cuantos más. Penurias evitables si el dueño de Rocko hubiera cumplido las medidas de seguridad que la ley exige para el manejo de su mascota.
Es que el pastor alemán, como los pit bull terrier, staffordshire bull terrier, american staffordshire terrier, dogo argentino, fila brasileño, tosa inu, akita inu, doberman, rottwiller, bullmastiff, dogo de burdeos, bull terrier, gran perro japonés, mastín napolitano, presa canario, cane corso y aquellos adiestrados para el ataque son considerados “perros potencialmente peligrosos” por la norma 4078. La misma ley exige que se cree un Registro de Propietarios y que se otorguen permisos de tenencia.
Este trámite debe cumplimentarse antes de los tres meses de vida de la mascota, a la que habrá que manejar en la calle con una soga de no más de dos metros y con una chapa en la correa donde se consigne el número de identificación del registro. También es obligatorio la utilización del bozal.
El dueño de Rocko no solo hizo caso omiso de esas exigencias sino que, además, debió ser intimado para que presentara certificados de vacunación y lo sometiera a una revisión veterinaria que determinara su estado y permitiera medicar a la víctima adecuadamente.
Todo terminó en la Justicia: la causa, que fue caratulada como “lesiones graves culposas”, se encuentra en el juzgado Criminal y Correccional 59, a cargo de la magistrada Agustina Llanos y con intervención del fiscal Edgardo Orfila.
“Quedó imputado el dueño y por el grado de lesión que le provocó a mi mamá y el tiempo que la obliga a estar incapacitada le pueden caber hasta tres años de prisión. Ella va a estar así al menos tres meses más. Era una persona independiente que ahora depende de un andador, debe usar un corset y apenas se levanta de la cama”, cuenta Laura, hija de Elena.
No sería la primera vez que el dueño de un animal es sentenciado. En abril de 2016, un criador de pitbulls de La Plata fue condenado a ocho años de prisión porque uno de sus perros mató a un nene de dos años. Se lo consideró homicidio con dolo eventual, ya que el tribunal entendió que el hombre podría haber tomado recaudos para evitar que ese hecho ocurriera.
Fuente: Clarín